Patricio Rubio alista su retorno al fútbol chileno. Unión Española le abre una puerta después de una experiencia en Alianza Lima que terminó siendo traumática. Con el equipo peruano, uno de los más grandes de ese país, terminó descendiendo a la segunda división, un desenlace fuera de todos los planes cuando aceptó la propuesta de Mario Salas para sumarse a Los Íntimos, en los que anotó siete goles en los 18 partidos que disputó. En cualquier caso, la campaña individual quedó manchada por la primera pérdida de categoría del histórico club en su historia.

En Independencia admiten que existen conversaciones con el entorno del delantero. Aclaran, eso sí, que son preliminares y que aún hay tiempo para avanzar en las tratativas. Rubio es considerado un jugador histórico del club. En 2013, su aporte fue clave para la consecución de la séptima estrella del club de colonia. Ahora lo ven como una opción importante de cara a la próxima temporada, que, en términos ideales, debería incluir el gran objetivo por el que pelean en la actual: la participación en la Copa Libertadores.

Rubio ya tiene 31 años, pero aún no logra asentarse en un sitio como en esa Unión Española que dirigía José Luis Sierra, en la que marcó 23 goles en 53 partidos. Al año siguiente, elevó su productividad en Universidad de Chile (29 goles en 60 encuentros) y, como consecuencia, fue transferido en una operación millonaria al Querétaro, que pagó cinco millones de dólares para situarlo al lado de Ronaldinho. Es, de hecho, el fichaje más caro de la historia del club azteca. Ahí comenzó un permanente ida y vuelta.

Irregularidad

Su estadía en México, el segundo país que lo recibía después del paso por Argentina, donde defendió al Rivadavia de Lincoln en el comienzo de su carrera, estuvo lejos de ser feliz. Marcó apenas tres goles en 20 encuentros y al año siguiente estaba de vuelta en los azules, ahora en un ciclo mucho menos productivo que el primero: siete conquistas en 39 partidos. Los vítores de su primera etapa en la escuadra universitaria se transformaron en críticas y pifias permanentes.

Los Gallos Blancos volvieron a recibirlo, en una estadía poco feliz: marcó en solo siete ocasiones en los 36 duelos que disputó. Al año siguiente, en una prueba fehaciente de su devaluación, jugó cedido en Dorados de Sinaloa, donde anotó en ocho oportunidades en los 24 partidos que jugó.

Everton le reabrió las puertas del fútbol chileno en 2017. En los viñamarinos, el delantero recuperó el brillo y marcó 19 conquistas en 42 encuentros. En 2019 partió a Universidad de Concepción, donde marcó 10 goles en 27 encuentros. En el Campanil regaló destellos de calidad, como el póker que le marcó a Sporting Cristal en la Copa Libertadores, un registro que dio vueltas al mundo.

La última camiseta local que vistió fue, otra vez, la de los ruleteros. En la primera parte de 2020, alcanzó a jugar ocho encuentros por el equipo que dirigía Javier Torrente: marcó dos goles y partió detrás de Salas, uno de sus mentores en el fútbol y quien lo transformó en delantero cuando se encontraron en Barnechea, en 2011.