El 26 de julio se vivió un hito en los Juegos Olímpicos. En el skate femenino, se configuró el podio más joven de la historia. La japonesa Momiji Nishiya (13 años), la brasileña Rayssa Leal (13 años) y la también nipona Funa Nakayama (16) se repartieron las tres medallas en la incipiente actividad, que en esta versión adquirió la categoría de deporte olímpico. El mundo se sorprende y se deslumbra. Sin embargo, hay quienes observan el fenómeno con cierta preocupación. Tokio ha dado suficientes señales de cómo la presión ha afectado a atletas mucho más experimentados. El caso de la gimnasta estadounidense Simone Biles es paradigmático respecto de cómo pueden llegar incluso al colapso.
El temor de que los niños prodigios, como las citadas y varios más, sucumban ante las expectativas o, en sentido contrario, tomen decisiones equivocadas en la gestión del éxito está latente. Los sicólogos deportivos se declaran en alerta ante el fenómeno. “Es una buena pregunta, de difícil respuesta. El éxito a nivel olímpico se hace difícil de gestionar ya para los deportistas de entre 20 y 30 años. Es un golpe mediático muy fuerte para el deportista y para su entorno. En el caso de los más chicos, son niños que siguen vinculados con sus padres. Hay distintos factores de lo que preocuparse, como lo comunicacional, la identidad, el autoestima. Hay un golpe a la imagen que es bonito, pero que también les puede mover el piso, que los puede llevar a decisiones impulsivas si no estás bien asesorados. Están los intereses económicos, de las marcas, de las federaciones. Ser la figura, que conlleva una responsabilidad. La presión de liderar cosas cuando todavía eres un niño no es fácil de administrar. Es un desafío ese tema”, sostiene Fernando Azócar, quien asesora a la federación de tiro con arco, una especialidad que también suele producir talentos a temprana edad, y fundador de Plansport. En ambos espacios aboga por un desarrollo integral del deportista en formación.
Tiempos distintos
Eugenio Lizama, quien ha asesorado a deportistas chilenos como Nicolás Jarry y Joaquín Niemann, además de moverse en la Fórmula 1 y el Moto GP, escoge ser genérico, para no referirse a casos que, dice, no conoce en detalle. Sin embargo, incluso esa perspectiva da luces de su postura. “Normalmente, un deportista que llega a ser campeón a los 14, empieza a entrenar con menos de cinco años. Pasa en el deporte motor. Ya llevan más de diez años en el deporte competitivo. Cuando uno ve campeones a temprana edad, es porque el ciclo competitivo lo empezaron antes que el resto. Esos deportistas pasan por etapas del desarrollo que son iguales, pero también muy distintas a los de los otros niños. Rutinas, exigencias a temprana edad. Aparecen los auspicios, empiezan a vivir de la competencia. No desarrollan la vida de la misma manera. Sin embargo, hay aspectos comunes, como el desarrollo neurológico y sicólogico”, sostiene.
En ese escenario, coincide con Azócar en la importancia de dotarlos de asesoría profesional. “Lo primero que uno debiera hacer es ver el entorno, que no solo son los padres, sino también especialistas. Incluso, hay un momento, en la adolescencia, en que recomiendo un año sabático para que, por un lado, puedan hacer cosas que los jóvenes de su edad hacen, y, por otro, recuperen la motivación para seguir en el deporte”, explica.
Redes e imagen
La presencia en las redes sociales juega un rol fundamental. A través de ellas, los deportistas suelen recibir apoyo, pero también críticas que, a temprana edad, pueden sacarlos del foco. Y, principalmente, deben cultivar una imagen que sea afín con los intereses que defienden: deportivos y, ciertamente, comerciales. “Los chicos han tomado un posicionamiento en el contexto social y político. En algún momento alguno quiere tener un perfil de una persona opinante. Tienen que ser criteriosos, porque de lo contrario los puede meter en líos y costarles vínculos con sponsors o con entidades del estado con lo que tienen relación”, apunta Azócar.
Otro aspecto fundamental es el familiar, vinculado también al proyecto de vida. “Se necesita una red de asesoría estable para el proyecto de vida. El deportista no deja de ser persona. Eso ha pasado un poco en este contexto en que nos preocupamos del rendimiento a secas, como en los casos de Biles y Arley Méndez. Hay que ayudarles no solo a conseguir buenos resultados, sino también en la vida. Ver la película completa. La planificación de la carrera deportiva es la clave. No solo la planificación para los resultados”, concluye Azócar.