A Gonzalo Collao (26 años) se le escucha tranquilo. Dice tener la certeza de haber tomado las decisiones correctas, pero reconoce que ha pasado por momentos complicados. Situaciones que lo llevaron a tomar determinaciones drásticas, como irse de Palestino cuando tenía contrato vigente. Cree que aún está a tiempo de relanzar su carrera, sin embargo, también se da tiempo para estudiar. Busca tener más respaldos profesionales. Mira hacia atrás y repasa su irregular estadía en Europa. También se refiere a la formación del futbolista nacional y apunta, principalmente, a la mentalidad de los jóvenes.
¿Por qué salió de Palestino?
Era un tiempo que tenía que tomarme. Ahora estoy tranquilo y bien. Tenía muchas cosas en mi cabeza, muchos asuntos que resolver, cosas personales que no vale la pena exponer. Yo las tengo claras. Traté de solucionar eso y no fue fácil. Una de las cosas por las que estoy fuera del fútbol es porque necesitaba espacio para mi salud mental. Necesitaba ayuda y la conseguí. Trabajé con un psicólogo que me ayudó a encontrar respuestas.
La salud mental es un asunto fundamental en el deporte...
Es algo que debe ser parte del día a día. Del trabajo, ya sea deportista, abogado, constructor o lo que sea. La salud mental es algo importante y necesario. Hay muchas cosas estigmatizadas y naturalizadas. Yendo a la básico, cuando dicen que los hombres no pueden llorar. Son cosas primitivas y mucha gente crece con esa idea en su cabeza y no está bien. Se debe hacer énfasis en tener terapia cuando se pueda, porque no es algo barato. No es ir a la esquina y comprar salud mental. Tiene un costo, pero ojalá la gente que pueda se dé este beneficio.
¿Piensa volver al fútbol?
Ahora arranco con la carrera de Nutrición y Dietética. Voy a estudiar y estoy muy contento con lo que elegí. Esto no significa que me estoy retirando a los 26 años, solo que me di cuenta al dejar Palestino que no tenía ningún respaldo académico. Debo tener una carrera universitaria o algo aparte. Me puede servir para el mismo fútbol, incluso. Así puedo abrir la mente a otras cosas. Estudiar me permitirá compartir con gente fuera del deporte. El fútbol es un mundo aparte y entender eso te abre la mente. Estoy feliz con mi decisión. Siempre me llamó la atención esa carrera. Claro que también me estoy preparando para buscar una oportunidad en diciembre, porque el fútbol me apasiona desde pequeño y me encanta la competencia diaria. Es un crecimiento personal que me motiva.
¿Fue un error haber salido de la U?
Mis inicios fueron en Universidad de Chile, pero de chico estuve en Coquimbo Unido y la gente se olvida de eso. En la U estuve 10 años, pero no usaría la palabra error, porque haber salido del lugar donde crecí es como cuando se sale de la casa de tus papás. No sabes a donde vas, pero aprenderás, cometerás errores y los vas a remediar. Creo que fue una buena decisión, porque fue un crecimiento. Me pasaron muchas cosas, en muchos ámbitos, pero crecí y me marcó esa determinación.
¿El paso a Europa lo borró de la Selección?
No. Yo trato de adquirir cada situación como un aprendizaje. Mi nominación en la Roja fue eso. Con Reinaldo (Rueda) aprendí y debuté en la absoluta, pero yo partí yendo a la Selección a los 15 años. Me llamaron de una categoría más arriba y estuve en todos los procesos, desde muy chico. Para mí, la Selección es algo muy lindo que conozco desde dentro. Cuando Chile jugó un amistoso en Barcelona, contra Marruecos, los fui a ver y estuve con la gente de la selección chilena. Todos me conocían desde muy chico. Haber defendido a los colores de tu nación es muy lindo, y encima estás haciendo lo que te gusta. No veo que irme afuera haya sido un retroceso en mis eventuales llamados, porque me tocó la pandemia de por medio. Eso me cortó todo el círculo y conexión. También hay que entender que era otro contexto.
¿Qué contexto?
No era llegar y decirme ‘Gonza, vente’, porque no era fácil encontrar vuelos. No habían vuelos. No era como cuando estaba en Calama, que podía participar de microciclos y giras. Si algo pasaba ahí, podía tomar hasta un bus. Afuera no era tan simple, en su momento tocó una Copa América en Brasil, pero no había nada normal. Sumo la pandemia. Todo futbolista sueña con ser seleccionado y yo pude serlo desde los 15 hasta los 22 años, cuando nos preparábamos para el Preolímpico. Ahí también tuve mala fortuna, porque no era fecha FIFA y mi equipo de España no me dejó viajar.
¿Qué rescata de sus pasos por España y Croacia?
En España debuté en Segunda División, abrí mi mente a otra cultura, distinta a la chilena, conocí gente de otros países; ese es mi resumen de ese país. En Croacia fue una apertura de mente distinta, porque conocí otros idiomas y había que manejarse en eso, para que te entiendan; también estimularse en el día a día a aprender. No era llegar e imponer mis costumbres, porque no era así. Crecí, aprendí y me desarrollé como persona y futbolista.
¿Tomaría las mismas decisiones?
Sí, una y mil veces. Cada una de mis decisiones me llevó a aprender y a ser el tipo que soy ahora.
Una vez de vuelta en Chile, ¿Qué impresión le dejó el Campeonato Nacional?
Lo importante es que se está jugando. Se está compitiendo. Eso es esencial. Se está en competencia día a día. El torneo de Chile no está mal. Los equipos de Chile no están mal. Los jugadores reciben su salario todos los meses y los equipos compiten. Todos los clubes quieren ser mejores. Todos tienen un bichito ganador. En Palestino viví esas ganas y también por parte de los rivales. Todos se quieren reventar la cabeza. Nosotros queríamos entrar y ganar. Eso es lo lindo del fútbol chileno. Hay canchas, entrenamientos y competencias sanas en los planteles.
¿Se le dan pocas oportunidades a los juveniles en el país?
Ese es un tema más profundo. En los primeros equipos no hay mucho tiempo. Se dice que a los planteles profesionales hay que llegar preparado y estoy de acuerdo. Hay que manejar conceptos básicos. Pero también comprendo que existen los tiempos de adaptación, incluso en los adultos. Cuando llega un entrenador, los jugadores requieren de un par de semanas, o meses en algunos casos, para agarrarle la mano a un DT. Con los niños pasa lo mismo. A veces es más lento, en otras es más rápido, pero no es factible cuestionar cuando se demoran. Si se pone la vara en un jugador profesional, no es tan distinto el tema de la adaptación. En la juvenil juegas con 20 personas en las gradas, y luego pasas a jugar con 3 mil, 40 mil en los equipos grandes. No es un cambio fácil. Ojalá un niño tuviera esa facilidad. Si la tiene, es un privilegiado. Pero hay jugadores que con 20 años de carrera se les sigue haciendo difícil. Hay que entender que los chicos tienen que mejorar y por dos partidos malos no van a ser los peores del mundo.
¿Hay que tenerle paciencia a los juveniles?
Sí, totalmente. A los que vienen de atrás y a los que están saliendo. Son el futuro de los equipos y la Selección. Si yo fuera gerente deportivo preferiría potenciar lo que tengo en casa que gastar dinero en jugadores. El fútbol se convierte en un negocio, todos ganaríamos si hiciera eso.
Si las cosas se hicieran bien, sería rentable...
O si tuviésemos paciencia y tranquilidad, todos ganarían. No se puede cuestionar a un chico de 20 años que se va afuera a ganar experiencia. Podría convertirse en un jugador muy caro. A veces los chicos se van a ligas menores que las esperadas, pero luego puede ser vendido en 20 millones de dólares. Son cosas que pasan y los clubes de afuera lo ven así. El fútbol es dinámico; un día vales US$ 8 millones y al otro 100 pesos.
¿Se trabaja mal en las selecciones juveniles?
No, yo creo que se trabaja bien. Pero muchos jugadores de las selecciones inferiores deben tener consiente que son los mejores del país en esa posición. Esa vuelta de tuerca muy pocos la hacen. Si a ti te llaman habiendo tres arqueros, dos centrales por lado, etc., es porque son los mejores de su categoría. Es así. Eres el mejor en tu puesto. Pasa lo mismo en la adulta, pero el cambio en la mente debe darse desde la juveniles. Deben creérsela. Afuera nos sacan ventaja por eso, ellos entienden que deben romperse el culo para que no les quiten el puesto.
¿Cómo se da esa “vuelta de tuerca”?
Con salud mental. El estar sano, limpio, con un psicólogo deportivo y común, te ayuda a encontrarte. Con eso puedes saber cuando estás bien o mal. Hay que saber que hacer cuando estás estresado o ansioso. Muchos dicen ‘ya terminé mi terapia, le conté cualquier cosa al psicólogo y ya está'. Conozco muchos casos, y me incluyo en su momento, de persona que dicen que el psicólogo deportivo no tiene idea y no hablan con él, pero el tipo estudio una carrera para ayudarte y darte herramientas de crecimiento. Es lo mismo que hace el entrenador, el PF y el preparador de arqueros. Te ayudan a mejorar. La mente también se entrena y se trabaja. También se cansa.
¿Los representantes le hacen mal a los jugadores jóvenes?
Yo creo que son una figura necesaria en el fútbol. Son los tipos que tienen el conocimiento necesario para generar contratos, sponsor, etc. Hace 10 años, un representante te ofrecía un celular para firmar; hoy te ofrecen ayuda nutricional o preparadores físicos. Es una vuelta positiva que se dio y me gusta mucho. Si a un chico de 14 años le ofrecen eso y no tantas cosas materiales, que no te sirven en la edad de desarrollo y crecimiento, está bueno, vale la pena que te tomen a esa edad. El futbolista es una inversión a largo plazo, más si lo agarran a los 15 años. Si es muy bueno te debuta a los 16, pero hay muy pocos que parten a esa edad. Alexis lo hizo, pero es un superclase. Al resto le tocará a los 18. Mientras más tiempo inviertas en un chico, es mejor. Eso hacen los representantes y me parece que está bien. Te ven como un producto, y está perfecto. Puede sonar frío, pero el futbolista es un producto. Mientras mejor te prepares, más calidad tendrás en tu profesión.
¿Qué le ha faltado para explotar?
Me faltaba lo que tengo ahora. Un momento de calma, para pensar y solucionar muchas cosas. Ahora estoy con mi familia, la cual había dejado de ver a los 15 años. Ha sido un apoyo fundamental. Necesitaba estar con mi familia. Hoy estoy viviendo en la casa de mis papás y me hacía falta. Despierto con ellos, comparto. También quizás compartir con amigos, tomarme un café y vivir cosas fuera del fútbol. Son cosas que uno pocas veces hace estando en el fútbol. Siento que necesitaba soltarme. Eso significaba terminar mi contrato en Palestino. Fue una determinación ultra pensada. Lo tomé con tranquilidad y siento que fue algo maduro de mi parte. Decidí dar un paso al costado. Estuve muy cerca de que esto no terminase bien. Estoy hablando de una depresión. Pero con la ayuda y gente necesaria, no se convirtió en nada y estuve más calmado y controlado.
¿Se ve con la capacidad de retornar a la actividad?
Tengo la tranquilidad y las ganas de competir. Eso ya no lo tenía. Estaba marcando el paso, con buenos entrenamientos, pero sin ganas. En Palestino me pasaba y no comprendía por qué. Me lo preguntaba y era porque no estaba bien. Por eso tomé la decisión de salir. Personalmente no estaba bien. Tomé una decisión que era necesaria.