La final de la Champions League sigue dando vueltas en la cabeza de quienes disputaron aquel trascendental partido. Sobre todo en la mente de Romelu Lukaku.
El delantero belga fue el villano invitado al desenlace europeo, pues su ingreso -a los 55 minutos de juego- se transformó en una pesadilla para su equipo, el Inter de Milán. No sólo falló un cabezazo cuando ya no quedaba nada, lo mandó a las manos del portero del Manchester City, Ederson, sino también se interpuso en la ocasión más clara de los italianos: Dimarco la manda al palo, toma el rebote con una palomita y cuándo el balón iban en busca de la red, Lukaku pone su cuerpo y evita el empate.
“No estaba destinado a ser. Lo dimos todo. Este es un sentimiento de mierda para todos los que amamos este hermoso club”, escribe el amigo de Alexis Sánchez en su cuenta de Intagram y luego agrega que “este club tiene hambre y lucharemos para llegar a ese momento de gloria algún día”.
Y es aquí el dilema pues el futbolista pertenece a los registros del Chelsea y aunque su deseo es seguir defendiendo los colores que vistió Iván Zamorano, debe volver a Inglaterra para ponerse a las órdenes de Mauricio Pochettino.
Por lo que la única forma que tiene de quedarse es con la compra del pase por parte de la institución neroazzurra. Y la directiva lombarda no está tan de acuerdo con dicha operación, precisamente por lo sucedido el sábado en Estambul.
De hecho, el presidente del Inter -Steven Zhang- dejó claro que no hay una decisión tomada y que tampoco tiene apuro para zanjarla. “Ha demostrado ser un gran delantero para el Inter, es un tipo extraordinario. Hoy tiene contrato en el Chelsea, así que tendremos que esperar y hablar con ellos para definir su situación. Hay muchas cosas para reflexionar sobre esto”, revela la autoridad del Inter.
Y si bien el nacido en Amberes no pasa por su mejor momento, esta temporada jugó 25 encuentros en la Serie A, dónde anotó 10 tantos y dio seis asistencias, también recibió oferta de la millonaria liga de Arabia Saudita. Aunque, por ahora, no quiere escuchar ofertas hasta que se defina si sigue en la capital de la moda o debe cambiar sí o sí de camiseta.