Con el cronómetro en el cogote, Chile finalmente aceptó como bueno el cordón sanitario que había anunciado la Conmebol para garantizar la libre movilidad de los equipos de la Libertadores por los países sudamericanos, con los debidos resguardos. Pese a que el Mindep, molesto por una aprobación comunicada sin el beneplácito de los gobiernos, había dicho que ya veremos, acabó dando el ok. Así que Colo Colo y la UC podrán ejercer de anfitriones en la competición de la que son los únicos nacionales supervivientes. Y los dos organismos, o sus cabezas, enfrentados con declaraciones subidas de tono desde que la final de 2019 se arrancó de Santiago hacia Madrid por el estallido, hasta se dedicaron palabras bonitas y parabienes.
La fórmula del cordón sanitario respetando las localías no fue la adoptada por Europa, que cierra el telón de la convulsa temporada este fin de semana. Los torneos, remodelados en el final con un formato exprés a partidos únicos y sedes reducidas en burbujas, la Europa League en Alemania y la Champions en Portugal, se va con una sensación de éxito indiscutible en cuanto a organización. A falta de lo que suceda en las definiciones, en lo sanitario la UEFA se ha marcado un diez.
Y el fútbol, aunque ha sido otra cosa, también ha dado para mucho y muy bueno. Una competición distinta marcada por la falta del ida y vuelta y el aliento del público en las eliminatorias, matices que han desembocado en encuentros entretenidos y revolucionarios. Aunque las definiciones sí han logrado poner contendientes de renombre, las sorpresas han abundado y las cenicientas se han hecho sonar. Buenos partidos, grandes goles, futbolistas destacados y resultados llamativos, alocados e inesperados.
Del experimento no han salido bien parados los representantes chilenos, eso sí, y eso que llegaban optimistas, reforzados por rendimientos espectaculares y sólidos tras la interrupción por la pandemia. A Charles Aránguiz le dio solo para ver una amarilla y perderse el duelo de cuartos, y la eliminación, ante el Inter de su camarada Alexis. Una cita que rompió muscularmente al Niño Maravilla y lo frenó en seco en su renacimiento. Tanto que llega a la final de dentro de un rato sin muchas chances de jugar. Aunque bastantes de celebrar su primer título de azul y negro y el 17 de su carrera. Algo que no podrán hacer ya Claudio Bravo y Arturo Vidal, los que luchan por ser los chilenos más galardonados. El arquero se fue sin jugar del City, uno de los equipos aplastados por la sorpresa (el Lyon le bajó del cielo al contragolpe), y el volante acabó atropellado como todos los azulgrana por el Bayern de Múnich. Su continuidad en el Camp Nou, que se daba por segura, ahora es más que improbable.
Pero todo lo mucho que ha pasado y que todavía tiene que pasar (en las dos finales) quedó reducido a miniatura ante la dimensión de la bomba que saltó en la tarde de ayer: Lionel Messi está decidido a abandonar el Barcelona. O a pelearlo. El mejor futbolista del mundo se ha hartado del rumbo del club azulgrana. Ronald Koeman, el nuevo DT, le dijo que cuenta con él, pero el argentino le avanzó que personalmente se ve fuera. Y ambas partes quisieron que se supiera. Hay unos obstáculos indiscutibles en un contrato firmado ($ 7,2 mil millones al mes hasta junio de 2021) y unas cláusulas de rescisión prohibitivas (700 millones de euros) que el club se encarga de recordar, pero los futbolistas acostumbran a jugar donde quieren. Y Messi está frustrado y triste, pesimista y agotado. La cuestión promete tomarse la actualidad del próximo mes, lo que queda hasta que la competición española vuelva otra vez a ponerse en marcha. Un combate de recuerdos y pretendientes. Hay quien vuelve a ver en el episodio una de las clásicas rabietas pasajeras de la Pulga, experto en sacar tajada también de los malos momentos, y anticipa que el berrinche se calmará. Como los de la selección argentina. Pero ciertamente esta vez no lo parece. La sensación es que la pandemia y el nuevo retrato que ha hecho del fútbol ha terminado de llevarse por delante incluso a Messi. Más que un futbolista, una época. La mejor de todas.