A Carlos Caszely nunca le temblaron las piernas a la hora de definir en el área rival. Tampoco le temblaba la voz si tenía que entrar en otras áreas. Durante su vida, de hecho, se ha involucrado en las materias más complejas. La semana pasada, de hecho, no tuvo inconvenientes para cruzar de vereda y rendirle un sentido homenaje a Leonel Sánchez, ídolo histórico de Universidad de Chile. El Rey del Metro Cuadrado no solo era una autoridad en el campo de juego. Fuera de los márgenes, su palabra también se hace sentir.
Esa influencia, y la calidad que mostraba en el campo de juego, lo llevaron a convertirse en un referente a nivel sudamericano. Sus acciones en todos los ámbitos trascendieron. Y esa condición le confería reconocimiento de las principales figuras del fútbol de esta parte del mundo. Diego Maradona estaba en la lista.
Una amistad sincera
Caszely define su relación con el Pibe de Oro como una “amistad sincera”. En ese contexto, a sabiendas de las dificultades que generaba en el astro argentino su adicción a la cocaína, tomó una bandera que muy pocos en la vida del Diez se animaron a sostener, muy probablemente por el temor de perder los beneficios asociados a merodear su figura: enfrentarle por su relación con la cocaína.
“Eso fue hace muchos años. Recuerdo que vino al Hyatt. Igual le tiré la talla. Le dije que cuando la iba a dejar, que le hacía mal”, recuerda a El Deportivo.
Naturalmente, la intervención no resultó cómoda para quienes rodeaban a Maradona. “Los que estaban con él me miraron más feo que la cresta”, grafica. El diálogo fue corto, pero contundente. “Fue una cosa al pasar. Con Diego hablamos mucho. Una vez nos juntamos en Madrid. Por eso sentí la confianza para decirle lo que le dije”, expresa quien es considerado por muchos como el máximo referente histórico de Colo Colo.
La respuesta de Coppola
En ese plano, Caszely encuentra una fuerte respuesta. “Sería bueno que lo aclarara (a quien se refiere). Uno sabe cómo se ha comportado durante tantos años. El día de su triste despedida, para decirle a este señor, la familia toda, esposa, hijas, hijos, hermanos, hermanas, sobrinos, cuñados, me dieron la primera manija de su cajón. Eso encierra totalmente cualquier duda que pueda existir. Por eso, yo tengo tranquilidad. El señor sabrá si a mí me convenía un Diego activo en su totalidad o un Diego a medias como su enfermedad, lamentablemente, lo hacía estar”, responde, desde Argentina, Guillermo Coppola, el histórico representante del exjugador.
“Por eso la gente que razona, que piensa, sabe quien soy y cómo soy”, insiste. “Por eso soy reconocido totalmente en el país donde Diego es más querido que en ningún otro lado. Puede ser que Napoli, tal vez, se le acerque, pero aquí, en mi lugar soy recontraquerido, reconocido y respetado. Por eso, entonces, no me interesa lo que puedan pensar aquellos que no conocen la historia”, refuerza.
“¿Te parece que un entorno puede poner mala cara ante una situación así? Sería bueno que aclarara, ¿pero a ti te parece?”, insiste.
“No sirvió de mucho”
A la luz de las circunstancias que, en definitiva, marcaron la existencia y le terminaron costando la vida al campeón del mundo en México 1986, el Chino lamenta que el consejo haya resultado inútil. “No creo que lo haya pescado mucho”, admite. Tampoco reconstruye con precisión cómo actuó Maradona frente a la sugerencia. “No me acuerdo de su reacción”, dice. Sí remarca la forma en que lo enfrentaron quienes asesoraban al ídolo. “En el entorno me miraron feo, pero seguí hablando con él”, dice, en relación a un vínculo que sobrevivió al potente reproche.
El problema, insiste, era mucho más profundo que una conversación, un consejo y hasta un tirón de orejas. “La suya es una enfermedad que si no se cura bien, se sigue con problemas. Eso le pasó”, dice, a varios años del diálogo, con evidente pesar. En el fondo, porque, como muchos, esperaba un mejor (y más prolongado) final para una historia que alternó capítulos notables con el balón en los pies y otros deplorables fuera de los límites de la cancha, el espacio en que el oriundo de Villa Fiorito podía ser feliz.
De Maradona, Caszely guarda los mejores recuerdos a nivel personal. Entre ambos, siempre hubo respeto por la trayectoria del otro. Físicamente, también quedó testimonio de ese aprecio. “Una vez le regaló una corbata de Boca Juniors a Enzo Piero. Imagina lo que significa eso para un niño”, remata, en alusión a un objeto por el que cualquier fanático de la leyenda argentina pagaría un precio de oro.