El 15 de enero de 1989 es el día más oscuro en la historia de Universidad de Chile. Un domingo de fútbol que no fue como cualquier otro, uno en el que se jugó la última fecha del torneo del ‘88 y que sentenció el descenso de los azules a la segunda categoría por primera vez en la rica bitácora del club.
Una tragedia que se vivió en más de un escenario. La U no fue capaz de vencer a Cobresal en el Nacional, duelo que terminó 2-2. Pero los azules todavía tenían una bala en la recámara, en un tiempo en que la victoria aún solo daba dos puntos y el empate uno.
En paralelo, en San Carlos de Apoquindo, Universidad Católica podía tender una mano a su clásico rival si vencía a la Unión Española, un equipo que peleaba palmo a palmo con los azules la opción de descender.
Sin embargo, ese duelo terminó en una victoria de 3-1 que hundió al cuadro de Manuel Pellegrini en la B. Un resultado que levantó más de una suspicacia en el momento. Sobre todo, cuando el mismo elenco cruzado, un par de meses antes, ya había puesto otro ladrillo en el descenso de la U al vencerla por la mínima.
“Venía de antes”
Sospechas que son desmentidas de plano por exjugadores de la franja. Un fracaso que se gestó mucho antes de esa crucial jornada, tal como reconoce Patricio Mardones, volante cruzado que jugó en esa derrota ante el equipo de Luis Santibáñez.
“Las campañas de un equipo no se miden por el último partido. No descendió porque nosotros con la Católica perdimos con la Unión. Venía de antes. Ese torneo, el rendimiento fue muy irregular”, dice el mismo mediocampista que casi seis años más tarde marcaría el gol que le daría otro título a la U después de un cuarto de siglo.
Sobre el recelo que causó la impensada derrota de la UC, agrega que “la prensa lo hacía suspicaz, pero ese era un partido muy importante. Para mí fue especial, porque me venían a ver desde Europa. Incluso tuve un tiro en el palo a los 10 minutos. Hicimos el partido que tratar de ganar, no sabíamos el resultado de la U”.
Una opinión muy similar a la de Fabián Estay, otro de los futbolistas presentes en esa tarde de enero en Las Condes: “Recuerdo ese partido. Se pueden especular muchas cosas. Si hubiéramos ganado habrían dicho que ayudábamos a la U. Cada uno ve la moneda como puede. Pero lo cierto es que si la U vencía a Cobresal no bajaba. Es lamentable que la U haya estado en esa posición”.
En la misma línea, el mundialista del ‘98 confirma que “no es un por un solo partido que se pueda definir algo tan delicado como el descenso. Pasa por lo que hiciste durante el campeonato”.
Un duelo clave
Y aunque quedan ocho fechas para el final del torneo, lo cierto es que el sábado la UC otra vez tiene en sus pies la opción de hundir a un poco más a su archirrival de toda la vida. Un cuadro azul que lleva toda la presión sobre sus hombros
“La U es un equipo necesitado. Hace rato juega con la presión de sumar puntos, en el duelo anterior ocurría lo mismo. El club no tiene una estabilidad institucional. Esperamos que termine en la división que tiene que estar, pero fácil no será. Por lo menos llegará favorecida después de ganar a Cobresal en la Copa Chile. Además, el hecho de jugar en el Nacional, con su gente, puede ser un factor importante”, afirma Mardones.
Una opinión muy parecida a la de Estay, quien explica que “la turbulencia de la U ha sido muy larga y estos partidos son para levantar o hundirte. La U llega muy presionada, cuando le hacen daño se cae y no encuentra reacción. Es más fácil contagiarse de las rachas negativas que de las positivas”.
E insiste que “una derrota puede ser un golpe muy duro para la U, porque el equipo no tiene mucho carácter, si se siente herido no es reactivo. Si la Católica llega a ganar le afectará mucho a la U con el descenso”.