La crisis de abril de 1925 que dio origen a Colo Colo es, a estas alturas, parte de la historia del fútbol chileno. Los aficionados, sobre todo los fanáticos albos, recuerdan con nitidez el hito que dio origen al Cacique, producto de una rebelión en Magallanes, que encabezó quien se convertiría en el primer capitán del equipo popular y en su máxima figura institucional: David Arellano Moraga.
Desde esa época, mucho antes de que se instaurara el profesionalismo, que surgió en 1933 y que tuvo a los carabeleros como los primeros dominadores del fútbol chileno, ya se incubaba una frase: Magallanes es el padre de Colo Colo. Ciertamente, la relación entre ambos clubes era de rivalidad. De hecho, el choque entre ambos es considerado el primer clásico del fútbol nacional. Y hasta tiene nombre: el Clásico de la Chilenidad. Puede afirmarse, entonces, que el duelo por la Supercopa, que se jugará este domingo en Viña del Mar es una reedición de ese icónico enfrentamiento.
Lo que muy pocos retienen es que 60 años después del primer título magallánico en Primera División, en un ciclo que culminó en el primer tricampeonato del balompié local, Colo Colo, el ‘hijo’, intentó salir al rescate de un ‘padre’ bastante venido a menos. Por esos días, la Vieja Academia completaba siete años sin jugar en la categoría de honor, un registro que solo vino a interrumpirse a fines de 2022, llegando a 36. En el intertanto, incluso llegó a caer a la Tercera División.
En 1993, el Cacique gozaba de robustez económica. O, por lo menos, exhibía esa realidad. Hacía apenas dos años que se había consagrado en la Copa Libertadores y su dirigencia, encabezada por Eduardo Menichetti, exploraba formas para extender la influencia. Motivado por los ejemplos que observaba en Europa, al timonel se le pasó por la cabeza la idea de mantener una filial en Segunda División, incluso con la posibilidad de que sus integrantes pudieran defender al primer equipo en la misma temporada y hasta el mismo fin de semana, tomando el ejemplo español. El aproblemado Magallanes, que sufría deportivamente y con las finanzas, aparecía como el destino ideal para los jugadores que ya habían dejado de ser juveniles en el Cacique, pero a los que Mirko Jozic no consideraba en el plantel de honor. En Macul, eso sí, estaban seguros de que había varios con potencial y que, más temprano que tarde, explotarían.
La idea se materializó en la primera parte de ese año. Menichetti, de hecho, tenía en mente un plan mucho más ambicioso: comprar el legendario club. Sin embargo, la idea encontró oposición incluso a nivel de quienes dirigía el fútbol chileno en la época. La ANFP era encabezada entonces por Abel Alonso, quien sería reemplazado el mismo año por Ricardo Abumohor. “Había una relación de colaboración. Se les facilitaban jugadores para que fueran a formar parte del club. Debió existir un convenio firmado”, recuerda Alex Friedemann, quien integraba el directorio del Cacique. Otro, Jorge Vergara Núñez, era el nexo entre ambas instituciones. “No sé si filial. La idea fue ayudar a Magallanes a que se autofinanciara. Colo Colo tenía que entregarle el Monumental y hacerle un equipo con jugadores. Ese proyecto lo encabecé yo. Al poco tiempo se enemistó Menichetti con la ANFP y Magallanes pagó las consecuencias. Le aplicaron todas las cosas habidas y por haber. Por eso se produce una escisión en el directorio de Colo Colo y yo me retiro. Lo consideré una traición, porque Magallanes había salvado a Menichetti de una sanción en la gestión de Alonso”, sostiene Vergara. El presidente de Magallanes era Ernesto Esquivel. “Se encontró sin los recursos que le habían prometido. Colo Colo cometió la gran traición contra Magallanes, que se había portado súper bien con ellos. Buscaron una solución negociada. Por eso me fui”, dice.
Vergara se hace cargo, de la controversia que generaba su nombre. “Al socio de Magallanes no le gustaba, porque venía de otro club, pero tenía el respaldo del presidente. Y cuando se produce la traición, fui el primero en irme”, apunta, dando cuenta de las profundas diferencias con la administración de la ANFP, que en ese momento encabezaba Abumohor.
El Polaco fue el técnico
Quien también guarda recuerdos nítidos es Ricardo Dabrowski. El Polaco comenzaba su carrera como entrenador. “Cuando voy a Magallanes fue todo rápido. Estaba haciendo el curso y Eduardo me llama a la oficina. “Cuando voy a Magallanes fue todo rápido. Estaba haciendo el curso y Eduardo me llama a la oficina. ‘Hablamos con Mirko y él quiere que seas tú el que esté ahí, porque conoces a sus jugadores y queremos seguir teniéndolos a mano’, recuerdo que me dijo”, relata.
La idea, naturalmente, sedujo al exdelantero argentino, quien en su paso por el Cacique había destacado por el poderío de su juego aéreo. La siguiente tarea fue la conformación de su cuerpo técnico. “Trabajé con Arturo Jáuregui (ex jugador que vistió ambas camisetas). Colo Colo tenía la intención de tener una filial y el interés era Magallanes, porque estaba en Santiago. También van varios chicos. Algunos más realidades que promesas. Jugamos la Copa Chile”, añade.
La apuesta alba iba en serio. Junto con el ex delantero partieron el arquero australiano John Crawley y otras figuras emergentes, como Hernán Muñoz, Leonardo Soto, Freddy Ferragut y Nelson Sandoval. Con esa base, se proyectaba realizar una campaña interesante. “Era un grupo importante de jugadores. La idea cerraba por todos lados, porque Colo Colo podía supervisar y Magallanes tendría un plantel competitivo”, evalúa el ex delantero argentino. Había otra variable igual de trascendente: Colo Colo se hacía cargo de todos los gastos operativos y, además, la localía se ejercería en el Monumental. Magallanes sería el animador de los partidos preliminares a los duelos del Cacique Hasta ahí, todo parecía ideal. Y conveniente para todas las partes.
Aterrizaje forzoso
La gestión de Dabrowski estaba, en alguna medida, tutelada por Jozic. El ex ariete debía cumplir ciertos parámetros, con la idea de producir jugadores que, en el tiempo, les resultaran útiles a los albos. En definitiva, que rentabilizaran la inversión. “El tema era así: nos reunimos con Mirko y con Menichetti. Me dijeron ‘juega con el esquema que te parezca de acuerdo a los jugadores, el mejor equipo posible. Pero había que prepararlos para jugar en Colo Colo’”, rememora. En el fondo, Dabrowski, quien en 2005 dirigiría a los albos, asumía que no iba a poder homologar lo que hacía el croata, pero sí intentar imprimir algunos elementos, como la intensidad. “Esto es así. Tú agarras a tres cocineros para que preparen pastas y cada uno va a lograr un distinto sabor. Cada entrenador tiene una forma, un estilo. Todas las copias son malas”, explica.
En la Copa Chile de ese año, Magallanes se midió con Universidad de Chile, Unión Española y Melipilla. Avanzaron los azules y los rojos. La relación entre el Cacique y su ‘padre’ no siguió caminando. “Menichetti me dijo que estaban cambiando las reglas”, recuerda Dabrowski. La colaboración llegó a su fin y Magallanes perdió a su principal soporte. Ese año, de hecho, terminó desciendo a la Tercera División. Dabrowski volvió a Macul para hacerse cargo del proyecto que generaría una escuela de fútbol en Las Condes, mientras que Jáuregui siguió con la Vieja Academia. El fin de ese año lo sorprendió dirigiendo a Palestino. En 1994 retornó a los albos para trabajar en el Fútbol Joven. Mucho después, en 2005, asumió la banca del primer equipo.