Las lágrimas de alegría de Marcelo Salas eran el broche de oro para una noche soñada. De esas que hacía años que la Selección no tenía. Esa fría noche del 4 de junio de 2005, el Matador sentenciaba a Bolivia con la tercera cifra del partido. Era su gol 35 por La Roja, superaba en el registro a Iván Zamorano y se convertía en el máximo goleador del Equipo de Todos. Su celebración, exultante, estaba totalmente justificada. A pesar de todas las frustraciones vividas hasta ese entonces durante el proceso clasificatorio al Mundial de Alemania, Chile se volvía a ilusionar de la mano del Matador, como en los viejos tiempos.

Un proceso paupérrimo

La selección chilena recurría a un viejo conocido para intentar salvar el barco y clasificar al Mundial de Alemania 2006: Nelson Acosta. El DT, mundialista con Chile en 1998, se reestrenaba esa noche con La Roja. Su antecesor, Juvenal Olmos, acumulaba apenas una victoria en el Estadio Nacional durante todo el proceso. La derrota 2-1 ante Paraguay en Asunción hizo la situación insostenible para el exadiestrador de la UC. La Roja caía todavía más en la tabla y la Copa del Mundo se observaba cada vez más lejos.


Acosta apostó por la experiencia

Octavos en la clasificatoria con 14 unidades, el recién asumido entrenador buscó nombres de confianza para sacar adelante su primer partido ante Bolivia. Para eso, volvieron dos emblemáticos que parecían ya olvidados: Francisco Murci Rojas y Moises Villarroel. Ambos fueron titulares ante los altiplánicos.

Acosta quería experiencia y para eso también era fundamental seguir contando con la presencia de Marcelo Salas. El delantero, en ese entonces de River Plate, no había anotado ningún gol en el proceso. De hecho, no convertía por La Roja desde el 14 de agosto de 2001, en la eliminatoria anterior precisamente ante Bolivia. Todos estos antecedentes no importaron, Salas tenía que estar esa noche del 4 de junio.

El partido

Con la jineta de capitán en el brazo derecho, Marcelo Salas alentaba a sus compañeros en el túnel previo a la salida de los equipos, ante la mirada de Ronald Raldes, el capitán boliviano. El caluroso recibimiento de las 46.729 personas en el Estadio Nacional tal vez fue un presagio de lo que vendría más adelante. En la cancha, Chile salía a recuperar el tiempo perdido durante casi dos años de clasificatoria. Y tuvo premio rápidamente: a los 8′ el defensor Luis Fuentes abría la cuenta para el equipo chileno con un impecable cabezazo. Pero la sorpresa fue todavía mayor, porque nuevamente Luis Fuentes anotaba, ahora para el 2-0 a los 35′, también de cabeza. La Roja, sin ser brillante, se iba al descanso con una victoria que valía oro.

Un gol histórico

Bolivia no se rindió. Tenían solo un punto menos que Chile en la tabla y necesitaban un buen resultado para seguir con chances. Así, en su desesperación, la visita comenzó a dejar espacios, factor clave para que se produjera el gol más importantes del compromiso. A los 67′, un joven Luis Jiménez tomó el balón y encaró al central Ronald Arana y, en el momento preciso, colocó un pase filtrado para el Matador, quien de pierna derecha puso el 3-0 y convirtió su histórico gol 35 por La Roja. El plantel supo de inmediato que era un momento especial. Tapia y Acosta lo gritaban con todo a la distancia, mientras casi todo el equipo iba a abrazar a Salas, quien lloraba en el césped de pura emoción. Un guion perfecto.


“Para los que dicen que la derecha la tengo para puro afirmarme”

Al minuto 76, Nelson Acosta decidió sacar de la cancha a Marcelo Salas. La voz del estadio anunciaba la salida del Matador y el ingreso de Patricio Galaz: no hubo nadie esa noche en Ñuñoa que no aplaudiera al nacido en Temuco. El ya máximo goleador de la Selección abandonó el campo, y al llegar al banquillo de suplentes se sentó y dijo sonriendo: “Qué lindo el sabor del triunfo la puta madre. Para los que dicen que la derecha la tengo para puro afirmarme... la tengo para ocasiones importantes”. Salas seguía recibiendo abrazos y felicitaciones mientras se ponía un polerón. El frío ya comenzaba a ser intenso. Mientras tanto, a unos metros, un miembro del staff de La Roja pedía por teléfono champagne y cosas para comer. Había que celebrar una noche que fue mágica. En ese momento, dentro de la cancha, Bolivia descontó, pero eso poco importaba. Chile se impuso por 3-1 y la fiesta era del Matador.


La Roja, finalmente, no clasificó al Mundial de Alemania 2006. Sin embargo, Marcelo Salas anotó otros dos tantos más ante Uruguay en el Centenario, completando una cifra total de 37 goles con la camiseta chilena. Su registro perduró hasta el 22 de junio de 2017. El encargado de superarlo fue precisamente uno de los artilleros que tomó la posta tras el retiro del Matador: Alexis Sánchez, reconocido admirador de Salas. Ese día, el tocopillano anotó la apertura de la cuenta en el empate 1-1 ante Alemania, en el segundo partido de la fase de grupos de la Copa Confederaciones.