A sus cortos 27 años, Chris Vorpahl ya es una histórica del vóleibol chileno. El 16 de diciembre se encargó de confirmarlo ganando su séptima corona nacional, la sexta consecutiva con Boston College (la otra fue con Universidad Católica).

Sin embargo, la temporada que pasó fue difícil para la seleccionada nacional. Una cirugía la hizo replantearse todo. Por eso, haber conseguido el título con Las Águilas de Alto Macul fue bastante especial. "Se siente bien, fue un año complejo. En mayo me sometí a una cirugía de hombro en mayo y eso no estaba en mis planes. Siempre viene bien y siempre es un aliento para uno y para el espíritu seguir entrenando y que te reconozcan", expresa.

En diciembre de 2016, la deportista anunciaba su retiro del vóleibol de piso para iniciar su camino en el vóleibol playa, con la intención de llegar a los Juegos Olímpicos de Tokio junto a la brasileña Fabianne Boogaerdt. Pero el destino diría otra cosa.

"Me operé el hombro, me lesioné en febrero; se me cortó el tendón del bíceps. Las cosas cambiaron un poco y ocupé como herramienta de recuperación el vóleibol de piso, me terminé quedando. Yo siento al Boston en el corazón, es mi institución y pretendo seguir participando. Pero uno no lo puede controlar todo y esto del hombro fue algo externo, que hizo que todo se desviara", señala.

Este nuevo escenario, eso sí, pone en duda su plan de llegar a la cita olímpica. Todavía no hay nada claro: "Yo primero estoy enfocada en mi recuperación. Después de la recuperación, viene la reintegración al volley de playa, pero no lo puedo dar por hecho. Yo creo que hoy lo que más me quedó claro es que las cosas y los intereses van cambiando. Hoy mi principal interés es recuperarme al cien por ciento".

Su gran desempeño en la temporada junto a Boston la pone en órbita de clubes extranjeros. "Mi sueño es irme a jugar afuera. Ojalá se me den algunas oportunidades fuera de Sudamérica que estoy manejando. Mientras me quede acá, voy a tratar de aportar en lo que sea. Ya sea en el vóleibol de piso, en el de playa, como banca o entrenadora", revela.

Justamente en el conjunto hexacampeón su función va más allá del de una simple jugadora, pues en cierto modo es la líder del camarín. "Yo soy la que tiene más experiencia, es un grupo súper fácil. Las cosas se solucionan fácil, las cosas fluyen. Llevamos siete años juntas. De repente, hay frustraciones, pero el cariño y el respeto que nos tenemos ha primado y hemos sabido responder a las situaciones dentro y fuera de la cancha", dice sobre su rol.

En ese sentido, destaca las premisas de Boston para conseguir un éxito tan sostenido en el tiempo y en el que ella ha sido el símbolo de ésta: "La clave es trabajar. Somos un equipo y una institución que lo hizo de la forma más profesional posible. Y eso es lo diferente que hacemos en un deporte que es amateur y es difícil financiarlo, pero le ponemos corazón y actitud a esto".