Alexis Sánchez es uno de los referentes de la Selección. Desde lo futbolístico, las razones están absolutamente claras. Su trayectoria le confiere toda la autoridad posible delante de sus compañeros, entre quienes goza del natural respeto que genera una trayectoria exitosa en los niveles más altos del fútbol mundial. Basta decir que el Niño Maravilla viene de titularse campeón en la Serie A italiana con el Inter de Milán, aunque ahora debe definir su futuro después de desvincularse del equipo lombardo.
El liderazgo del tocopillano no solo se remite a lo que es capaz de realizar con el balón. Más allá de la imagen que se tiene del delantero formado en Cobreloa, como una persona divertida, aunque reacia a manifestarse públicamente, hay una versión suya que sus compañeros sienten en el campo de juego: la del líder, que incluso es capaz de corregirles si transitan un camino equivocado.
El reto
De esa faceta puede dar cuenta Marcelino Núñez. En plena primera etapa, el volante del Norwich City recibió una infracción de parte de un jugador guaraní. Desde el piso, el exmediocampista de Universidad Católica reaccionó y le lanzó un golpe y un balonazo al paraguayo Fabrizio Peralta.
La agresión dio paso a uno de los habituales tumultos que suelen producirse en el marco de la disputa de partidos intensos. Fue en ese momento en que los jugadores más experimentados del combinado nacional ejercieron la influencia que les confiere ese rol: Mauricio Isla intervino para sacar a Núñez del corazón del conflicto, consiguiéndolo con alguna dificultad. Luego vinieron, derechamente, los tirones de oreja: el primero fue de Claudio Bravo, una de las voces más influyentes en la Roja en toda su historia.
Sin embargo, la reprimenda más evidente fue la de Sánchez, quien enérgicamente conminó a Núñez a que se calmara, para no poner en riesgo su permanencia en el partido.
El excruzado, aparentemente tímido, es un jugador de carácter. En la Roja, de hecho, no olvidan el comportamiento que tuvo en Venezuela, en la caída de octubre ante la Vinotinto. En esa oportunidad, alcanzó a estar en el campo de juego apenas durante 13 minuto y 43 segundos. El juez brasileño Flavio de Souza, inicialmente, lo amonestó por lo que en su informe describió como una ‘falta temeraria’, de acuerdo a la terminología que ocupan los jueces para categorizar las infracciones.
Núñez reaccionó airadamente y se fue contra el juez. No se quedó en las palabras. “Continuar protestando contra la decisión del arbitraje, tocándome en el pecho”, consignó el brasileño para justificar la decisión de mandarle tempranamente a los vestuarios.
Esa vez, el mediocampista tuvo fortuna: fue sancionado apenas con un partido de suspensión.