El enigma Alexis

Alexis Sánchez

"Igual no conviene venirse tan arriba. Alexis sigue necesariamente ahí, más cerca del futbolista sospechoso que de las certezas que solían acompañarle cuando era una apuesta segura. Su actuación supo a fiestas patrias y fuegos artificiales. Pero en la algarabía pesaron también las urgencias del receptor".



Había dejado Alexis Sánchez de ser importante, transformado sin venir a cuento en un jugador corriente y vulgar, intrascendente. De físico frágil y ánimo desganado. Como apagado del todo de un día para otro. O quizás sucedió de forma progresiva, en caída sin remedio desde que hace tiempo se le ocurrió abandonar el Arsenal. Tan bajo llegó que se le dio por acabado. Se temió que en ese cuerpo de todavía 31 años habitara más bien ya un ex futbolista. Caro, pero irrecuperable. Y de repente el miércoles se encendió de golpe la luz. Otra vez. Por un rato volvió Alexis. El mejor Alexis. El niño maravilla.

No fue solo el gol, por grande que resultara su efecto terapéutico contra una sequía de 277 días devastadora para alguien que vive de anotarlos e indiscutible el regalo para unos medios de comunicación ávidos de titulares patrios. Finalmente fue solo un penal, suerte que el chileno domina de largo pero que no invita a descorchar champán. La noticia estuvo en que se lo dejaran tirar y que él quisiera lanzarlo, toda una señal de confianza recíproca recuperada. Pero no fue el gol, no; el sobresalto lo provocó el partido completo. Una ráfaga prolongada y reconocible del viejo Alexis, el mejor Alexis. El niño maravilla.

Fue el Alexis de la necesidad constante de entrar en juego. El de buscar, desmarcarse, recibir y darse la vuelta. El de encontrar compañeros de rosca o de pase al espacio. Fue ingenio, precisión y ganas. El dueño del balón parado. El tipo con hambre y descaro para buscar la red incluso de córner directo. Bien en el físico y bien en lo virtuoso. Un gol, dos asistencias y un rato de lo más divertido. Hasta su cara fue otra vez la suya. Nada que ver con ese gesto entre atormentado, enfadado y triste sobre la banca o la cancha al que nos había acostumbrado durante unos cuantos meses.

Pasada la sacudida y el entusiasmo por el regreso de quien no veíamos desde hace algo más de dos años, queda por resolver ahora si fue una irrupción ocasional, el reflejo automático de quien tuvo retuvo, o se trata del avance fiable de que el tipo está de vuelta. Saber si los elogios ante un Brescia absolutamente menor pasarán por exagerados y pasajeros o volverán a instalarse en su oído de manera habitual o definitiva.

Igual no conviene venirse tan arriba. Alexis sigue necesariamente ahí, más cerca del futbolista sospechoso que de las certezas que solían acompañarle cuando era una apuesta segura. Su actuación supo a fiestas patrias y fuegos artificiales. Pero en la algarabía pesaron también las urgencias del receptor. La ansiedad y desesperación por un fútbol chileno que ha perdido protagonismo y no encuentra solución a la vista para sujetar o suceder a una generación dorada que se consume y se acaba. Y de ese grupo, Alexis era actor principal. Por eso angustió tanto su inesperado e inexplicado hundimiento.

Cuesta además descifrar a Alexis, saber si está subiendo o bajando las escaleras. A diferencia de Vidal, que vive con las ventanas abiertas y convierte su día a día en un permanente Gran Hermano, al que enseguida se le descubre si está feliz o enojado, Alexis es un enigma en sí mismo. Hasta para sus compañeros y sus jefes. Ni avisó de su desplome ni anunció su repentino regreso del otro día. No hay indicios tampoco de si esto último fue casualidad o un síntoma. Solo se sabe que su préstamo en el Inter vence la primera semana de agosto y que su contrato con el United dura hasta junio de 2022. Su presente y su futuro es un misterio.

Hay quien sostiene que nada más volver del confinamiento, dio pistas de recuperación con dos correctos pasajes ante el Sassuolo y el Parma. Pero nadie entonces apartó la mirada del plato. Fue lo del miércoles lo que levantó bruscamente del asiento al chilenismo, como en los viejos tiempos. Y ya lo dejó ahí, de pie, con todas las ganas puestas en el domingo a las 11.15. El día del reencuentro del Niño Maravilla con la pelota. Además, ante el Bologna de Gary Medel. Una oportunidad para verificar si Alexis, el mejor Alexis, volvió por un rato o para quedarse.

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