La mayor competencia anual de carácter internacional del panorama deportivo arranca hoy en Madrid con nueva imagen, formato nuevo, algunas dudas y muchos desafíos. Y es que aunque desde la organización se obstinen en señalar que se trata, en esencia, de la misma Copa Davis de siempre (la de los últimos 119 años), lo cierto es que, a primera vista, el torneo asoma más bien como un intenso minimundial en formato reducido. Una oportunidad inmejorable, en todo caso, para poder ver en liza a las 18 mejores selecciones del planeta en materia tenística; un selecto grupo al que, ocho años después y por derecho propio, vuelve a pertenecer Chile. 

Un combinado que ayer, en la última jornada oficial de entrenamientos previa al arranque de la justa, se ejercitó en doble sesión a las órdenes de un especialmente activo Marcelo Ríos, encargado de la dirección del equipo nacional ante la obligada ausencia del pluriempleado Massú por el acceso de su pupilo Thiem a la final del Masters de Londres.

 El ambiente fuera de las canchas de entrenamiento, sin embargo, a apenas algunas horas del inicio de la competencia y durante la jornada declarada de puertas abiertas al público por parte de la organización, presentó una languidez más bien impropia en un megaevento de estas características.

Hubo que aguardar, de hecho, hasta la aparición en escena de los dos grandes animadores del certamen, Rafa Nadal y Novak Djokovic (número 1 y 2 del mundo, respectivamente), para que la Caja Mágica comenzara a hacer cierto honor a su nombre. Hasta ese momento -una práctica de equipo con muy buena acogida por parte del público que, en el caso del español, tuvo lugar bien entrada ya la tarde-, el gigantesco recinto había lucido, en honor a la verdad, bastante desangelado.
Y es que la afluencia de fanáticos y curiosos a las instalaciones del espectacular recinto (erigido hace diez años en el corazón del popular y obrero barrio de San Fermín, ubicado en el sector sur de la capital española) se produjo con cuentagotas. Un hecho alarmante considerando las altas expectativas depositadas por sus organizadores (el grupo Kosmos, propiedad del futbolista Gerard Piqué) en su nueva y transgresora apuesta deportiva.
Los datos (aunque todavía susceptibles de sufrir importantes cambios) hablan por sí mismos. De los paquetes de entradas puestos a la venta, tan solo las series con participación de España, el equipo anfitrión, se encontraban ayer agotados. Ni siquiera los boletos para la fase final de la Dacvis habían conseguido venderse en su totalidad.
Unas pobres cifras bastante elocuentes en lo que atañe a los intereses de la selección chilena, ya que para su flamante debut ante Argentina de mañana, programado en la pista central, tan solo se habían vendido el día de ayer 3.127 localidades. Con una capacidad total de 11.800 butacas, el court principal, el Manolo Santana, albergaría en este momento el clásico sudamericano de la Davis con apenas un tercera parte de su aforo vendido. Las otras dos pistas en que se disputan encuentros de la fase de grupos (con aforos de 3.500 y 2.500 espectadores) presentaban tendencias muy similares.

Clásico sudamericano

A las 10.30 horas de Chile tendrá lugar en la Caja Mágica la aguardada ceremonia de apertura. Los pupilos de Massú y Ríos (encuadrados en el Grupo C) no saltarán a la pista hasta mañana, cuando tengan que enfrentarse al combinado argentino, pero ayer, en el mismo court central donde tendrá lugar el duelo fratricida, los principales singlistas de uno y otro equipo comenzaron ya a palpitar la llave."A Jarry lo conozco hace mil años, jugamos desde Futures y Challengers a ATPs. Lo conozco y sé lo buen jugador que es", manifestaba Guido Pella, rival del Príncipe en el duelo de singles que abrirá la serie. Y después proseguía: "La rivalidad que tenemos en el buen sentido chilenos y argentinos es algo que no se vive en ningún otro lugar del mundo. Eso es un espectáculo muy lindo y por eso la organización tomó la decisión de ponernos en la central".
Una línea, la del respeto y los halagos, recorrida también, en conversación con La Tercera, por Diego Schwartzman, número uno transandino, al referirse a los puntos fuertes de Christian Garin: "Cuando está en sus buenos días tiene una forma de agresividad muy alta con una defensa muy buena y creo que ha sabido mejorar sus mejores tiros. Creo que se dio cuenta que había tiros de él que hacían mucho daño y le incluyó un poco de paciencia y competitividad con los mejores", reflexionaba.
Minutos después, al término del entrenamiento matutino, Garin y Jarry tomaban la palabra. "Esta vez Christian y yo tenemos un título y varias finales, llegamos de otra manera a la serie. Se está hablando mucho del partido contra Argentina, pero la gracia de esto es que tenemos seis partidos porque también está Alemania. Y hay que tratar de ganar lo máximo, no vinimos acá a ganarle a Argentina", sostenía Jarry, antes de que la primera raqueta nacional, en una auténtica declaración de intenciones, y de principios, sentenciase: "Yo siempre pienso en ganar. No vengo solo a competir. Si no nos toca ganar, ya nos tocará en el futuro, pero en este momento pensamos solamente en ganar".