El partido entre Rafael Nadal y Mackenzie McDonald, por la segunda ronda del Abierto de Australia, vivió su momento de mayor tensión en el 4-3 del segundo set. No fue por un punto dramático o por una remontada como la que conseguiría Andy Murray ante Thanasi Kokkinakis, 24 horas después, sino porque en ese preciso momento el cuerpo del español volvió a romperse. Fue la cuarta vez en los últimos doce meses.
La molestia en la cadera izquierda, en la práctica, lo dejó de fuera de competencia. El campeón defensor del Grand Slam oceánico no se retiró del encuentro, pero dejó de tener chances con ese pinchazo.
El español abandonó la cancha con un rostro afligido y su esposa incluso lloró. Para el momento de Nadal, esta lesión es mucho más que una dolencia. Es un nuevo golpe a su confianza y rodaje, dos cosas que él mismo admite que no tiene hace mucho tiempo. Por eso la conferencia de prensa fue sombría.
“Estoy cansado y frustrado por estar en procesos de recuperación de lesiones en gran parte de mi carrera. Pero siempre lo he aceptado. No puedo decir que no estoy mentalmente destrozado porque estaría mintiendo”, fue la primera reflexión. “Puedo venir aquí y decir que la vida es fantástica y que hay que mantenerse positivo, pero no lo voy a hacer ahora. Es un momento y un día duro y lo acepto porque hay que seguir. A nivel deportivo, el vaso se va llenando y puede haber un momento que se rebalse”, la segunda.
Ambos comentarios dejan en evidencia el complejo momento de un tenista que vuelve a ser atacado por las lesiones. En el último tiempo, los problemas físicos han sido los que lo han detenido. El año pasado por ejemplo logró ganar tres torneos consecutivos en el arranque de temporada (Melbourne, Australia y Acapulco), pero en Indian Wells sufrió una fractura de su costilla en la final. Después jugaría Madrid sin problemas, pero la siguiente semana, en Roma, saldría cojeando de la cancha por una lesión crónica en el pie izquierdo. Aquello lo obligó a anestesiarse la zona para jugar, y ganar, Roland Garros.
Después de París volvió a las canchas en Wimbledon, pero tuvo que retirarse del torneo en semifinales debido a una lesión abdominal. Es por esa dinámica dolorosa vivida en 2022 que esta lesión en Australia golpea tan fuerte. Sin embargo, las lesiones no son nuevas para el balear. De hecho, han sido una tónica casi tan constante como sus triunfos y campeonatos. En casi todos los años en que Nadal hizo historia en el tenis, alguna parte de su cuerpo pagó el precio.
Síndrome de Müller-Weiss
Gran parte de los problemas físicos del manacorí se deben a una displasia que tiene en el escafoides tarsiano del pie izquierdo. Conocida médicamente como Síndrome de Müller-Weiss, es una malformación que se genera en los primeros años de vida, pero que se manifiesta cuando la persona ya comienza su vida adulta. Fue justo lo que le pasó al mayor ganador de torneos Grand Slam de la historia, ya que la primera vez que sintió ese problema fue en 2005. Se trata de una condición incurable que solo pudo contener con unas plantillas especiales, las cuales le quitaron el dolor, pero a la larga provocaron que todo el resto de su cuerpo se resintiera. Las lesiones en tobillos, rodillas y caderas que tuvo a lo largo de los años se produjeron en gran parte por aquellas piezas que modificaron sus puntos de apoyos naturales.
Eso sí aquel sacrificio para poder seguir jugando ni siquiera solucionó del todo el problema del pie, ya que a lo largo de su carrera ha vuelto a tener recaídas.
Por ejemplo, durante 2021 y 2022 el pie izquierdo ha vuelto a ser un factor de preocupación recurrente. Hace dos años, decidió terminar su temporada en Washington, tras venir resistiendo todo el curso el dolor. El año pasado tuvo que dormirse el pie durante todos los partidos de Roland Garros, para poder jugar. Tras su 14º título en París optó por una intervención a través de radio frecuencia pulsada en los diferentes nervios involucrados en el área de la lesión. La solución, al menos, alcanzó a darle nuevos aires. “Todo cambió cuando encontramos un tratamiento efectivo para el pie, que me ha ayudado mucho. Eso cambió la perspectiva de mi continuidad en el tenis de alto nivel radicalmente”, respondió Rafa, semanas antes de embarcarse a Sudamérica para jugar una serie de exhibiciones.
En la gira por el continente ya tuvo que abordar en muchas ocasiones el retiro. Con 36 años y ese historial de lesiones, no son pocos los que constantemente le preguntan por un posible adiós del tenis profesional, pero él siempre mantuvo esa opción fuera de la mesa. También lo hizo días antes de su derrota en Australia, cuando Alexander Zverev apostó a que en Roland Garros 2023 Nadal cerraría su carrera. “Tengo buena relación con Zverev pero no tanto como para confesarle algo así. Estoy aquí para jugar al tenis, hacer un gran 2023 e intentar seguir luchando por todas las cosas por las que he luchado durante toda mi carrera deportiva. No estoy pensando en mi retirada”, comentó el español antes de su debut. Eso sí, ni siquiera sospechaba que el ciclo de las lesiones volvería a reiniciarse tres días después.
Nadal solo confirma que estará dos meses fuera de las pistas. Otro parón. Otra lesión. La misma tónica de los últimos meses, que lo tiene destrozado mentalmente. Federer ya dijo adiós. Nadal se resiste a replicarlo. El fin de una era en el tenis contemporáneo se ve cada vez más cercano.