Para los hinchas de Colo Colo, el estadio Monumental es un recinto sagrado. Para los de la U, en cambio, es un lugar inhóspito. Por la forma en que son tratados, por los resultados que han obtenido los azules en un largo tiempo y hasta por su origen. Para los laicos, de hecho, el reducto albo tiene un nombre alternativo. Es El estadio de Pinochet. La alusión responde a un compromiso gubernamental previo a su inauguración que, con los años, se transformó en un mito. O un estigma que el Cacique nunca ha podido sacarle a su realización más trascendente, al menos en materia inmobiliaria.
En 1988, un año antes de que se inaugurara el coliseo y justo en el calendario en que se realizaría el plebiscito que decidiría el futuro de Augusto Pinochet en La Moneda, el presidente albo, Peter Dragicevic, hizo público el compromiso de gobierno de aportar 300 millones de pesos para obras relacionadas con la construcción. Una portada de La Tercera de la época se transformó, a partir de ese momento, en el símbolo del compromiso. En la antesala de un nuevo Superclásico, tanto la polémica como el documento resurgen como parte de una disputa histórica.
La aclaración
Los albos insisten en separar su máximo orgullo de la figura de Pinochet. Hace un par de años, el propio Dragicevic recordó a El Deportivo el mecanismo que se utilizó para financiar la etapa que permitiría la reapertura del recinto. “Se usó el mismo principio: los recursos para financiar el Monumental provinieron de la empresa privada. Tendrían exclusividad para vender sus productos durante cinco años, si mal no recuerdo. Con eso logramos el 80 por ciento. Pelearon Coca Cola con la Pepsi, Carozzi con Luchetti, Adidas con Puma. Además, la gente contribuyó a través de un bono en la Colotón. Nos cooperaron Cecilia Bolocco y César Antonio Santis y generamos los recursos, 180 millones. El estadio partió financiado”, explicó en la entrevista. Los ingresos por la venta de Hugo Rubio al Bologna permitieron la construcción de la tribuna Rapa Nui, hasta entonces el sector más exclusivo.
¿Y los 300 millones de Pinochet? Dragicevic insistió en que nunca llegaron. “Los famosos 300 millones. Eso nunca sucedió, pero sí estuvo el ofrecimiento. Fue un poco antes del plebiscito. A Eduardo Menichetti, que tenía más vinculaciones con la familia Pinochet, lo contactan y le dicen que el Presidente quería tener una reunión con nosotros. Nos invita a La Moneda. Nos dice que quiere cooperar, que cómo lo puede hacer como gobierno. Nosotros teníamos financiado el estadio. Entonces yo, también consciente de la eventual utilización que podría haber significado, de que al final no íbamos a ser nosotros los que termináramos el estadio, sino el gobierno, le dije que no tenía ninguna posibilidad, que el estadio estaba financiado, pero que si él quería cooperar, que no le íbamos a prohibir eso. Que hiciera una sede para los socios, una piscina en los mismos terrenos del estadio ¿Cuánto costaba eso? Alrededor de $ 300 millones. Es ahí cuando hace llamar a Carlos Ojeda, el director de Deportes, y le da la instrucción de que genere los fondos. El general Ojeda le dice que no, que no los tiene y, al final, no lo hizo”, enfatizó el exdirigente.
Versión idéntica
La versión que entregó Dragicevic es la misma que manifestó durante el evento, justo después de que los más de $ 197 millones que se recolectaron superaron los $ 180 millones que se habían establecido como meta. “El Presidente de la República, en virtud de la trascendencia que tiene para el país contar con nuevas y cada vez más importantes obras de infraestructura deportiva, dio instrucciones para la terminación de la segunda etapa del complejo deportivo, la cual contempla un gimnasio para tres mil personas, una piscina olímpica, un casino y dependencias para jugadores, además de multicanchas, todo esto estimado en alrededor de 300 millones de pesos”. Hubo aplausos en el teatro que sirvió como escenario.
Las obras, por cierto, nunca se construyeron, lo que les sirve a los albos para desmitificar la creencia. “Antes del plebiscito, hablo con el secretario general de Gobierno y le digo que el ofrecimiento de Pinochet no se ha cumplido. Había pasado como un año. También le dije que me vería en la obligación de decir públicamente que no íbamos a recibir esos recursos, que si tenía alguna novedad. Él me dice que no lo puede hacer ahora, porque viene el plebiscito. Le digo que el problema era que históricamente iba a quedar establecido que el ofrecimiento, con el que en un momento determinado estábamos de acuerdo, no se hizo”, reveló Dragicevic en el mismo diálogo con El Deportivo.
En la conversación, también reveló los desencuentros que tuvo que afrontar a propósito de una versión que se instaló en el inconsciente colectivo. “Lo instalaron los rivales, pero, bueno, es parte del chaqueteo del chileno, que es una institución nacional, así que no me extraña. Me topé una vez con Yuraszeck (José, expresidente de Azul Azul) en un matrimonio. Ni quería hablar con él. Se me acercó y lo increpé. Le dije que por qué había dicho que el estadio nuestro se hizo con los aportes de Pinochet. ‘Si tú sabes, porque estabas en el gobierno’, le manifesté. Me dijo ‘no te preocupís, si eso es política, se olvida rápido”. En lo cierto, en la contabilidad porque no podía haber un aporte que no quedara registrado, no hubo ningún aporte de gobierno, de ningún régimen. Y a mucho honor de los colocolinos, que hicimos nuestro estadio con nuestros recursos”, remató Dragicevic, quien cortó la cinta en Pedreros.