El final de un convulso retorno: los 1.000 días de Harold Mayne-Nicholls en Colo Colo
La junta de accionistas de Blanco y Negro es la última actividad que el ex timonel de la ANFP sostendrá como director de la concesionaria, a la que llegó como vicepresidente ejecutivo. Del proyecto del nuevo Monumental a la indiferencia del plantel, su paso por Macul fue controvertido.
Blanco y Negro reordena sus cartas. Una vez más, la concesionaria que administra a Colo Colo verá moverse el directorio. La asunción de Edmundo Valladares a la testera institucional marca, de hecho, un cambio paradgmático: es la tercera oportunidad en que el Club Social asume la responsabilidad, aunque es la primera en que lo hace un timonel de perfil opositor a la firma. También habrá movimientos en la puerta de salida. El más resonante será la salida de Harold Mayne-Nicholls del directorio al que se incorporó a fines de abril de 2019, como representante del paquete accionario que detenta Aníbal Mosa. Un proceso que partió con luces y altas expectativas, pero que terminó siendo otra muestra de las profundas divisiones en el club albo.
La llegada del ex timonel de la ANFP a Macul fue la gran jugada del empresario portomontino antes de esa junta de accionistas. Su figura, avalada por la gestión que había realizado al frente del fútbol chileno, llegaba a darle garantías de gobernabilidad a un directorio que ya mostraba ostensibles fisuras. Mayne-Nicholls, quien meses antes no había alcanzado un acuerdo con Azul Azul para trabajar en Universidad de Chile, se transformaba en vicepresidente ejecutivo del Cacique, con un sueldo cercano a los 17 millones de pesos mensuales.
Su salario sería, un poco más tarde, otra de las materias de controversia en la mesa, que terminó rechazándolo. Apenas dos meses después, sus ingresos se redujeron a menos de la mitad: quedó ganando $ 8 millones. También se le delimitaron las funciones: debía encargarse del proyecto Centenario; del fútbol femenino; de la infraestructura y remodelación del estadio; y de las relaciones con otros clubes y del ámbito internacional. Más tarde, producto de la pandemia, el escenario sería a un peor: los ajustes rebajaron sus emolumentos a unos $ 3,2 millones.
El nuevo Monumental
“Son tres pilares en el marco del Proyecto Centenario: el fútbol joven, donde incluyo el fútbol femenino; infraestructura, donde hay que ver cómo modernizamos el estadio. Me gusta hacer proyectos en los que queden huellas en el tiempo. No me gustan los fuegos artificiales, porque los aplaudes y pasaron. Y, en tercer lugar, generar una fuerza administrativa para que el club sea referencia en Sudamérica”, decía Mayne-Nicholls cuando cumplía un año de gestión. Se trataba de su principal proyecto para su permanencia den el club. De concretarse, de hecho, se habría transformado en su principal legado.
El proyecto del nuevo Monumental alcanzó a ser presentado justo el día del trigésimo aniversario del reducto de Macul. Incluso se consiguió el retorno oficial de Marcelo Barticciotto al recinto del que desapareció oficialmente por sus enfrentamientos públicos con Blanco y Negro. Se estimaba que la inversión bordearía los US$ 60 millones, los que servirían para actualizar el recinto a una realidad parecida a la de los grandes coliseos a nivel mundial pensando en el centenario institucional, en 2025. Harold, de hecho, realizó viajes por Sudamérica y Europa para mostrar el proyecto y tomar modelos. Sin embargo, cuando todo parecía marchar de buena forma, el estallido social y luego la pandemia frenaron abruptamente la iniciativa. Hoy, el proyecto estrella de Mayne-Nicholls está archivado sin aviso de reapertura.
El papelón Scolari
La llegada de Mayne-Nicholls no solo suponía nuevas ideas a la concesionaria. También un alto nivel de contactos, considerando su experiencia en la ANFP y, sobre todo, los roles que desempeñó en la FIFA. Los pergaminos estuvieron sobre la mesa en marzo de 2020, cuando el entonces vicepresidente ejecutivo, acompañado por el timonel, Aníbal Mosa, y el director deportivo, Marcelo Espina, acometieron su principal apuesta en materia deportiva. El 5 de ese mes, la cuenta oficial del Cacique en Twitter posteó una imagen que terminó transformándose en un poderoso boomerang. Los tres personeros se mostraron en el avión en que viajaban a Brasil con una misión específica: el fichaje del ex seleccionador brasileño Luiz Felipe Scolari, quien llegaría a la banca del equipo popular para reemplazar a Mario Salas.
Sin embargo, lejos de lo que podía suponerse, el acuerdo no estaba cerrado, ni mucho menos. Felipao agradeció gentilmente el interés, pero declinó el ofrecimiento. “El entrenador Luiz Felipe Scolari informa que no hubo acuerdo con Colo Colo de Chile. Agradeció a la junta del club y al presidente por su interés en la reunión”, fue el contenido del comunicado que emitió a través de la agencia que le maneja las relaciones públicas.
Mayne-Nicholls había perdido otra de sus apuestas y su retorno a Chile estuvo marcado por los cuestionamientos. Gualberto Jara tuvo que seguir al mando del primer equipo albo hasta que llegó Gustavo Quinteros.
Las peleas con el plantel
Mayne-Nicholls nunca pudo entrar en el corazón de los jugadores de Colo Colo. Su perfil más ejecutivo distaba considerablemente de la relación casi amistosa que habían forjado los principales referentes del equipo albo con Mosa, a la que solían sacarle ventajas cuando tenían que negociar beneficios.
Las divisiones comenzaron a ser evidentes en pleno estallido social. Mientras Mayne-Nicholls abogaba por el retorno de la actividad, los jugadores se plegaban al llamado del Sifup de mantener paralizadas las actividades. La muerte del barrista Jorge Mora, el Neco, atropellado por un carro policial, fue otra vez una materia de controversia. Los jugadores consideraban que no estaban las condiciones para jugar. Mayne-Nicholls nuevamente defendió la postura de ir al campo de juego. Dos semanas después, el Cacique enfrentó a la UC, en el Monumental. La Garra Blanca lanzó bengalas a la cancha y una de ellas impactó a Nicolás Blandi.
Habría más señales de distanciamiento. Las salidas de Jaime Valdés y de Jorge Valdivia, dos integrantes del núcleo más duro del plantel, también fueron vistas como declaraciones de guerra. Sin embargo, la madre de todas las batallas se produjo después de que Mayne-Nicholls ventilara, en una conferencia de prensa, las condiciones que habían planteado los jugadores como propuesta salarial para evitar que el club se acogiera la ley de Protección del Empleo, ya en plena pandemia. Aunque después se alcanzó un entendimiento, ese golpe rompió para siempre la relación. Mayne-Nicholls, de hecho, era considerado una persona no grata en el vestuario albo. Por cierto, a comienzo de este año terminó el proceso de salida de los referentes. La nómina la encabezó nada menos que Esteban Paredes.
Para colmo, en el último momento de su gestión, debió escuchar los cuestionamientos de Gustavo Quinteros por la tardanza en la conformación del plantel y en la llegada de los refuerzos, una materia en la que tuvo que tomar protagonismo tras la salida de Marcelo Espina de la dirección deportiva y el empoderamiento paulatino de Daniel Moró en el cargo.
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