Hay que seguir los caminos de tierra de la parte alta de El Tabo, por entremedio de los bosques de pinos, para llegar a la tranquilidad de la casa de Jorge Américo Spedaletti (70), o en realidad Américo Jorge, como señala su carnet de identidad. No tiene idea por qué siempre ha sido conocido con los nombres cambiados. Hoy al argentino naturalizado chileno, campeón del fútbol nacional con tres equipos distintos -la U, Unión y Everton-, no lo mueve nadie de la paz que ostenta en la Quinta Región, donde vive hace seis años en la casa que compró su mujer Mónica, arrancando del ajetreo de Santiago.
Ella es su mano derecha, su compañera de vida, "su representante", como dice en broma. Y su pilar fundamental después del accidente que casi le costó la vida hace ya 15 años. Se casaron muy jóvenes. Mónica con 14 y él, de 19. En 1969 llegaron a Chile. A Spedaletti le apareció una oferta para probarse en la U. "Andáte -le dijo ella- Shó no me voy ni loca". Sus intenciones de quedarse en Argentina llegaron hasta que su padre la obligó a acompañar a su marido. Fichó por el club laico y en casi 50 años, nunca se han ido del país.
El ex ariete toma mate mientras se pone a recordar sus mejores momentos en el fútbol. Es una leyenda de la competencia criolla. Levantar el trofeo de Primera Division con tres camisetas diferentes es un logro que sólo 13 jugadores en la historia han archivado y él, el único proveniente del extranjero.
Debutó en Chile con un título. Fue en el ocaso del Ballet Azul. La última vez que los universitarios se coronaron campeones nacionales, antes de la larga sequía de 25 años. "Si pudiera retroceder el tiempo y elegir un plantel para jugar un partido, sería con ellos. Juan y Manuel Rodríguez, Nef, Gallardo, Quintano, Yávar, Hodge, Rubén Marcos, Carlos Campos, Chico Araya y Leonel Sánchez. Eran todos de fierro. Fue el grupo que más me marcó. Me llevaba muy bien con todos", rememora. El Flaco le quitó el puesto al Tanque, histórico goleador de esa época dorada, que lo pasaba a buscar para llevarlo a los entrenamientos. Con Leonel la tradición era comer mariscos en el Mercado Central.
De la U es hincha desde el minuto que conoció la camiseta azul. Fanático. Mientras defendía a Everton, le ofrecieron jugar por Colo Colo y dijo que no: "¿Vos sabés que había buena plata? Pero es que no se puede jugar por el archirrival. Hoy eso pasa como si nada. Yo no lo hice y no lo hubiera hecho por nada del mundo".
A pesar de ese amor por la U, Spedaletti confiesa que el título que mejor le vino fue el del '76, con los viñamarinos, club al cual llegó gracias a Pedro Morales, técnico con el que mantuvo una estrecha relación. "Por la manera como ganamos, en los partidos de definición ante Unión", dice. Precisamente, su ex equipo con el cuál se había coronado un año antes. En la cancha, eso sí, no lo celebró. Levantó los brazos y se fue al camarín. "Fueron sentimientos encontrados. Nunca celebré en la cara de nadie".
También recita de memoria a sus compañeros de entonces: "Era un equipazo con Charola González, Negro Ahumada, Mario Galindo, Chueco Azócar, Pocho Brunel, Julio Núñez, Polo Vallejos". Se declara un agradecido del fútbol y de quienes acompañaron su trayectoria, que además lo situó dos veces muy cerca de alzar la Copa Libertadores. Final con los hispanos el '75 (caída ante Independiente) y semifinal con los azules el '70 (derrota a manos de Peñarol).
Justamente los tres clubes con los que campeonó son los que hoy pelean el Transición, además del Cacique. Él sigue la competencia sagradamente por televisión. Con humor, su señora lo acusa: "Ve fútbol todo el día, ¡es enfermante! Apurado al mediodía sale a comprar para no perderse los partidos. Si no es el fútbol chileno, es el argentino, o la Copa Libertadores, la Sudamericana". Spedaletti pronostica un descenlace parecido al del torneo pasado, con Colo Colo desperdiciando puntos en las últimas fechas, y otros aprovechándose del despilfarro. Pero esta vez, no los universitarios, sino que el cuadro de Independencia. "Creo que Unión saldrá campeón. No tiene buen juego, pero es un equipo muy compenetrado, que cuesta hacerle goles, a pesar de que sufrió una goleada contra el propio Colo Colo", puntualiza.
Salvado de milagro
Octubre de 2002 y Américo Jorge estaba apurado para no perderse un partido de Boca por TV. Como olvidó las llaves de su departamento en Bustamante con Irarrázaval, intentó cruzar por uno colindante. Ahí hizo malos cálculos, y cayó desde el tercer piso. "¡Si se reventó! Se quebró entero. Lo llevamos rápido a la Posta Central y ahí lo recibió el Doctor Leonardo Ristori, el director de entonces. Fanático de la U. Hizo todo lo posible para salvar a mi marido, pero nos decía que necesitábamos un milagro. Por suerte, ocurrió", relata Mónica. Ella lo cuidó los exactos 42 días que estuvo en coma. Le conversaba, le contaba sus cosas. Hasta que sorpresivamente abrió los ojos una mañana: "La emoción que me llevé fue impresionante. Llamé a los médicos como loca. Después de unos días nos fuimos para la casa y ahí comenzó la rehabilitación". Dice Spedaletti, que se ha recuperado bastante bien. "No habría sido igual sin el apoyo de mi familia y de tanta gente ligada al fútbol", agradece . La única secuela que le quedó fue la pérdida completa de la visión en el ojo izquierdo.
La Pantera Rosa, como le apodaban tanto por su contextura física, como por su elegancia y armonía, cree que de no ocurrir el accidente, hoy seguiría dirigiendo. Tal como en los 90, cuando estuvo en la banca de equipos de primera división y fue director de los cadetes en Santa Laura. Formar a los más pequeños, lo que más le gusta. Y lo que se mantiene realizando en la actualidad cada miércoles y viernes. Los niños lo adoran y Spedaletti es feliz enseñando lo que le gusta.
En Las Cruces dirige la escuela de fútbol de Unión Española que su amigo Manuel Pellegrini instaló para él. El Flaco, confeso ídolo del Ingeniero, lo describe como "un fenómeno y muy buena persona. Un caballero. Es verdad que le encantaría dirigir a la selección en otro momento de su carrera. Le haría bien a Chile tenerlo, pero habría que sacar eso sí a la mayoría de los dirigentes de ahora", comenta.
La Negra, esposa de Spedaletti, habla de las características que tenía su marido: "Habilidoso, inteligente para jugar. Tenía una gambeta y unos amagues que mareaban a los defensas. Yo lo veo parecido a Alexis, claro que de altura son distintas". Jorge la interrumpe: "Y la velocidad también. Alexis es harto más rápido". Ambos esperan que la carrera que tuvo el argentino, la pueda heredar su nieto. Un chico de 17 años que juega de defensor central en el Griffa de Rosario. Alto, igual que su abuelo, lo quieren de Córdova y Buenos Aires. Spedaletti no es de darle consejos, porque "no le gusta. Prefiere tener su propio estilo", explica.
Así está el jugador que se fue a la costa. Disfruta a su mujer y la gastronomía marina. Descansa luego de que su vida cambiara tras accidente que casi lo dejó sin vida. Jamás, eso sí, alejado del fútbol. Su pasión desmedida.