El fútbol murió un miércoles
A los 60 años, producto de un paro cardíaco, el Diego, el mítico genio del fútbol argentino, falleció mientras se recuperaba de un mes fatídico para su salud. El mundo entero llora la partida y las autoridades del país vecino decretan un duelo oficial de tres días. Pese a la pandemia, se anticipa una despedida multitudinaria para el Pelusa.
Diego Armando Maradona le dio todo al fútbol. Fue lo más puro de este deporte personificado en una cancha. Por eso, y por mucho más, su deceso a los 60 años, ayer mientras descansaba en una casa del exclusivo Barrio San Andrés de Tigre (provincia de Buenos Aires) enluta no solo a Argentina, sino que al mundo entero. El campeón mundial, que tantas fintas le hizo a la muerte en los últimos 20 años, no pudo aguantar un paro cardíaco y dejó de respirar cerca de las 13 horas.
Todos en shock con los primeros avisos pasado el mediodía de un miércoles que nunca se olvidará. “Maradona se descompensó”, apuntaban las primeras informaciones sobre la salud del ídolo, al mismo tiempo que cuatro ambulancias acudían al rescate. Nada pudieron hacer, el corazón del 10 no soportó. Pese a los intentos de reanimación, ya había fallecido por un paro cardiorrespiratorio. La familia y amigos cercanos lo confirmaron a través de mensajes telefónicos con los programas de fútbol transandinos, que a esa hora transmitían en directo. Un golpe emocional que los comunicadores no pudieron disimular, explotando en llanto en vivo y en directo.
La reacción se extendió luego a todas las latitudes. Mensajes de futbolistas, entrenadores, autoridades mundiales, políticos, fanáticos y un largo etcétera. El día que nadie quería que llegara, llegó. Las calles de Buenos Aires, silenciosas, con un luto espontáneo, que luego hizo oficial la Casa Rosada: tres días de duelo nacional en el país vecino. “No puedo creerlo. Estoy desolado. Es la peor noticia que puede recibir un hincha de Argentinos Juniors”, comentó Alberto Fernández, Presidente de Argentina, reconocido seguidor del equipo de La Paternal, donde se formó Diego.
Noviembre fue el mes de la muerte del Pelusa. El miércoles 25, la culminación de una tragedia que se inició el lunes 2, día en que lo internaron en una exclusiva clínica de La Plata. El miércoles 4 fue operado de un hematoma subdural, ubicado entre la superficie cerebral y su cubierta externa. La intervención resultó exitosa, pero luego se develaron los verdaderos problemas del mejor jugador de México 1986. Su adicción (una de tantas que padeció durante su agitada vida) al alcohol, denuncias de sus hijas sobre una relación tóxica con el círculo que lo aisló en los últimos años y otras informaciones que fueron apareciendo, a medida que Leopoldo Luque, su médico tratante, se hacía famoso por haberlo salvado.
Pese al estado delicado y los síntomas de abstinencia que el propio médico reconoció, Maradona recibió el alta el miércoles 11. Se trasladó hasta el country de San Andrés, que le arrendaron para que estuviera en paz, con el compromiso de seguir una recuperación estricta. Un psiquiatra, un psicólogo y una enfermera lo cuidaban las 24 horas.
Según las personas que le acompañaron en los últimos días, Diego estaba llevando muy bien el tratamiento. No se esperaba, por ende, un desenlace de este tipo. Este miércoles fatídico, publican varios medios transandinos, se levantó temprano, desayunó algo liviano, caminó un poco, se tomó sus medicamentos y volvió a recostarse, como parte de una rutina que ya había adquirido. Los profesionales a su cargo fueron a despertarlo para administrarle otros remedios y ahí descubrieron que el mítico 10 no volvería a levantarse, pese a la celeridad con que llegó al lugar la asistencia médica.
“El fútbol me dio todo. Fama, dinero, felicidad, gloria, afecto, cariño... Todo”. En una de las tantas frases que lanzó el genio del balón durante su icónica historia, habló de esa relación única con el deporte más popular del planeta. Y como si hubiese estado ensayado, se viralizó la autoentrevista que se hizo en 2005, en su estelar de televisión La Noche del 10, donde Diego le preguntó a Maradona qué se diría a sí mismo el día de su funeral. Su respuesta, acentúa la emoción: “Gracias por haber jugado al fútbol, porque es el deporte que me dio más alegría, más libertad. Es como tocar el cielo con las manos”. Hasta se animó a dictar el epitafio para su lápida: “Gracias por la pelota... gracias por la pelota”.
El mundo llora a Maradona. Argentinos Juniors, Boca y el gobierno han puesto a disposición de la familia todas sus instalaciones para un funeral que, pese a la pandemia, se anticipa multitudinario. Y Diego, en una de sus últimas entrevistas, el día de su cumpleaños 60 (30 de octubre), osó preguntarse si la gente le “seguirá queriendo”.
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