Compromiso y ganas no le faltaron. Sí los goles, pero qué difícil es para un centrodelantero marcar cuando no se le asiste. Aunque tuvo parceladas oportunidades, Nicolás Castillo se quedó en el esfuerzo. El atacante de Pumas saltó a la cancha ante Dinamarca tras el deslucido partido de Vargas frente Suecia y estuvo todos los minutos en el sin goles de ayer.

Quiso demostrar su ímpetu desde el principio. La instrucción para él era presionar a la defensa y al arquero local, pararse entre los centrales y hacer de pívot para la entrada de sus compañeros.

Los primeros 15 minutos fueron los de mayor presión de Castillo. Aunque no le llegara la pelota, aplaudía las intenciones de Paulo Díaz por asistirlo. A los siete minutos puso nerviosa a la defensa local luego de participar dos veces en la misma jugada. Un córner de Sánchez que el delantero devuelve de pared, termina en centro de Beausejour que cabecea Roco. Tras la asistencia del zaguero, Castillo, aunque estaba fuera de lugar, intentó meter la cabeza provocando la reacción del arquero Schmeichel (en la foto).

A los 23 minutos volvió a entrar en escena. Entregó de pecho a Alexis a la entrada del área. El tocopillano hace la pared y Castillo deja picar el balón, perdiendo segundos para rematar. La marca danesa ya estaba encima por lo que no tuvo otra opción que devolver de cabeza a Sánchez, que, apurado por los zagueros, no llegó a finalizar la jugada y se perdió en el saque de meta.

Todavía en el primer tiempo, Castillo culminó una jugada que dejó en evidencia que Chile no lograba juntarse. Un pelotazo de Johnny Herrera, con Sánchez de aduana y habilitando con otro balón largo, termina en un Castillo luchando, con problemas para controlar de primera, pero inventando una oportunidad de zurda que salió rozando el palo.

Eso sí, el equipo parece confiar en su nueve, pues incluso se hizo cargo de un tiro libre que se fue desviado.

El partido del delantero se marcó por correr sin pelota, buscar los espacios y tratar de aguantar los balones largos que le lanzaban. La poca participación de los laterales y el juego colectivo chileno suprimido por la marca danesa, dejaron aún más aislado a Castillo, que tuvo que desplazarse por izquierda y derecha, pero hasta ahí, pues sus características no son las de un habilitador y no pudo plantarse frente al arquero para concretar lo que mejor sabe hacer. No tuvo conflictos con los defensas, ni con el árbitro.