La dupla de Rory McIlroy y Dustin Johnson derrotó a la de Matthew Wolff y Rickie Fowler en el llamado Driving Relief, un desafío de un día en Florida que marcó una especie de regreso del golf, al menos, de las grandes figuras y a través de la televisión. La distancia social natural de este deporte ayudó a que su retorno sea aceptado.

Desde la noche del jueves 12 de marzo, cuando los jugadores en medio del The Players supieron que el campeonato se suspendía, que los golfistas del máximo circuito no han visto acción. En ese país, buena parte de los clubes permanecieron abiertos y han podido entrenar, así como quien quisiera podía anotarse en torneos de circuitos menores, muchos de los cuales no pararon, pero muy diferente es tener a cuatro figuras del PGA Tour en cancha.

El Driving Relief fue un certamen a beneficio donde las parejas disputaban cada hoyo, valorado entre 50 mil y 500 mil dólares, a lo que sumaban medio millón de base. La bolsa se entregó luego a instituciones para la lucha contra el Coronavirus. El norirlandés y Johnson recaudaron 1.850.000 dólares y los exalumnos de Oklahoma State, 1.150.000. Más otros bonos, el dinero donado superó los siete millones.

Tal como el fútbol en Alemania y la Nascar, en Carolina del Sur, el minitorneo en el Seminole GC se disputó bajo estrictas medidas de seguridad por el Covid-19, muchas de las cuales ya se han estado poniendo a prueba entre los aficionados en los clubes en el mundo que han podido abrir, como no compartir palos o pelotas, no sacar ni tocar las banderas, y ausencia de rastrillos. Además, en el certamen a beneficio no hubo caddies, pero sí controles de temperatura y pruebas de Covid-19, además de exigir la distancia social entre jugadores, marshalls y trabajadores de la transmisión televisiva.

Se espera que el regreso del PGA Tour, el 11 de junio con el Charles Schwab Challenge, en Texas, tenga las mismas medidas, incluyendo la ausencia de público.