Blanco y Negro nunca imaginó tener que evaluar siquiera la opción de rescindir el contrato de una de sus principales figuras por algo que ocurría a kilómetros de la cancha, en la intimidad de su hogar. O en la masividad de las redes. Pero las denuncias por violencia intrafamiliar (VIF) sistemática en contra de Leonardo Valencia terminaron salpicando al club y al jugador de una forma insospechada. Desde el 22 de julio, el día en que Valeria Pérez, la ex pareja del jugador y madre de sus tres hijos, volvió a acusarlo públicamente a través de una funa en redes sociales, el caso no ha dejado de adquirir relevancia; crece como una bola de nieve.

Fue durante el superclásico pasado donde el peso de la opinión pública golpeó más duro. Miles de reacciones en redes sociales repudiaron la titularidad del jugador, reclamando su presencia en el Estadio Nacional como una señal de encubrimiento en contra de la violencia de género por parte del club. “Qué asco ver a machitos impunes!! Caerán todos y no tendrán nunca más nuestro silencio. Tocan a una, nos tocan a todas! La pelota no se mancha!!!”, fue el descargo en Twitter de la seleccionada nacional Catalina Carrillo, uno de los más comentados ese domingo.

Al duelo siguiente, en la derrota frente a O’Higgins, el jugador no fue citado, lo que fue interpretado como una muestra de la fuerza con que la ola golpeó. Pero no, volvió a la lista para el partido ayer. Y jugó de titular. Su ausencia anterior fue una decisión técnica. Una rotación más.

“Es necesario precisar que esto no es una guerra entre el feminismo y el fútbol”, aclara Marco Cubillos, sociólogo que se ha dedicado a estudiar los fenómenos sociales en el balompié. “Esta es la lucha del feminismo en contra del machismo, que tiene mucho arraigo en la cultura del fútbol, gracias a la figura del machito como modelo de personalidad válida. La gente se confunde y piensa que el feminismo busca acabar con los hombres, pero no es así, sino que solo busca igualdad entre géneros”, explica.

El fin del patriarcado como modelo social ha generado claras fracturas en el desarrollo de todas las esferas del país. Y como esta también es una lucha en contra de los símbolos y concepciones, la relevancia en el imaginario colectivo que tiene el balompié de sí mismo lo está llevando a cuestionar su tejido más intrínseco. “Los futbolistas muchas veces dicen sentirse dentro de una burbuja, pero este caso viene a demostrar que claramente eso no es así. Ellos son agentes sociales, políticos y de género y es bueno aclarar que el futbolista es parte de este cambio de modelo cultural, del que además ellos también han querido tomar parte, participando incluso en campañas”, profundiza Cubillos.

A lo largo de los años, varios casos como el que denunció Valeria Pérez han sido conocidos por la opinión pública en el deporte. Sin embargo, esta es la primera vez que uno causa tanto revuelo. Antonia Orellana, periodista y activista feminista, asume que hechos como los que se le acusan a Valencia son situaciones que ya nunca más pasará desapercibido. “Lo que pasó es que la violencia intrafamiliar dejó de ser un hecho netamente familiar o íntimo, y ahora ya se asumió como un delito. Y no cualquier delito, es un delito violento contra las personas. Y que un famoso, o cualquier persona que ejerza un liderazgo en el espacio público, se vea involucrado como autor de estos hechos es algo que no toleraremos nunca más”, asegura la integrante del Frente Feminista de Convergencia Social.

Antonia además es fanática colocolina y ha participado en algunas acciones junto a las agrupaciones de hinchas feministas. Por eso, reclama la tardía reacción del club ante esta situación. “Él es un reincidente y si antes el club no le tomó el peso, ahora sí que le corresponde. La hinchada reaccionó mucho más rápido que el club. Hace rato que existe la Comisión Rosario Moraga, que ve todos los temas de violencia de género. Eso sí, aún sigo leyendo en redes sociales mensajes de colocolinos del tipo ‘la ropa sucia se lava en casa’; eso es considerar que las mujeres no somos más que un objeto”, expone.

Las denuncias que Valeria Pérez ha realizado en sus redes sociales y también en la Justicia no son las primeras. Antes, la víctima presentó otras cuatro por violencia intrafamiliar; una de ellas terminó con Valencia declarado culpable. Ahora, ella dice solo buscar paz y el bienestar de su familia: “Recibí muchos prejuicios al dar a conocer mi historia, pero la verdad es que era la única opción que me quedaba. Me cansé de las amenazas, de sufrir por no saber cómo defenderme. Siento miedo por los círculos mafiosos en los que él se mueve y lo único que me quedaba fue salir de ahí”.

Pérez asegura que su caso no es muy distinto al que sufren otras parejas de futbolistas. Lo dice con propiedad, sosteniendo que tras la funa en redes sociales muchas se acercaron a ella para contarles que pasan por lo mismo. “Es muy fuerte recibir mensajes de chicas que también lo están pasando mal en este momento, que igual sienten miedo al círculo que ellos tienen. Es fuerte enterarte de que tantas esposas de futbolistas están pasando por situaciones parecidas a las que sufrí yo”, dice.

Durante todo este período, Valeria ha continuado realizando denuncias en contra de Leo Valencia a través sus redes sociales. Lo hace, según argumenta, por el temor al jugador y su entorno. “Sigo recibiendo amenazas y hostigamiento de parte de cercanos a él y de su familia. Son mensajes directos, que escriben comentarios sin miedo, públicamente, cosas como: ‘te vamos a quebrar el hocico por sapa y hocicona’. Son cosas súper fuertes, súper violentas y lo hacen frente a todos”, asegura.

El volante se querelló en contra de Valeria Pérez por calumnias con publicidad. Pide tres años de reclusión menor en su grado medio para ella, por además haberlo culpado de la muerte de su cuñado. Esa acción judicial es seguida por el abogado José Pablo Forteza, quien representó a Sergio Jadue ante la justicia chilena. Mientras, según Katia Sánchez, la abogada que lo defiende en las demandas de su ex mujer, el jugador está bajo tratamiento psicológico.

Justo desde la psicología, muchas veces una funa es entendida como un grito de socorro ante la inacción de todo un sistema. “La sociedad patriarcal en la que vivimos no tiene ningún respeto ni protocolo para que una víctima pueda manifestar su sentir y también se priorice su versión, sino todo lo contrario. Las víctimas de violencia no son escuchadas y la justicia no existe. Pasa mucho que, o no denuncian, o las denuncias no llegan a nada y finalmente, esa escalada de violencia puede terminar incluso en un femicidio”, recalca la psicóloga Anaí Núñez Riveros, especialista en el tratamiento de mujeres abusadas y maltratadas.

Desde el Derecho, la visión no es muy distinta. Natalia Bravo, abogada miembro de la Asociación de Abogadas Feministas (Abofem), cree que el caso de Valencia sí puede reformular en algo la visión que tiene el fútbol frente a este tipo de delitos, aunque asume que el ruido que ha generado no cambiará mucho el fondo del problema. “Lo relevante de este caso es cómo un futbolista profesional debe entender la actividad. Comparto la idea de que el fútbol es un motor de resociabilización, pero es distinto cuando contratas a alguien condenado por VIF y que además tiene un proceso abierto. En el Estado, una persona condenada por este delito simplemente no puede trabajar, porque así lo establece la Ley”, afirma la también asesora legal de la Asociación de Jugadoras de Fútbol Femenino (Anjuff).

Para ella, el caso solo viene a desnudar una pequeña parte de la forma en que las mujeres son vistas por todo el sistema que rige al fútbol chileno. “Desde una perspectiva institucionalizada, el gran sesgo que tiene el desarrollo del fútbol femenino es el machismo. Lo digo desde una concepción absolutamente objetiva: la ANFP y la Ley de S.A.D.P. exige que el vínculo que deben tener los clubes con sus contrapartes (los jugadores), sea a través de contrato de trabajo, pero no lo tienen. Y los que sí, lo hacen con una discriminación abierta, porque es solo para algunas. De 1.000 jugadoras en Chile, alrededor de 50 tienen contrato de trabajo; el resto, no. El fútbol femenino solo está entendido como un mecanismo para ayudar a que el masculino pueda disputar los campeonatos de la Conmebol, que le exige tener equipos femeninos para participar”.

Bromas de mal gusto

Pero la relativización de la violencia de género no es algo que solo esté instaurado en el fútbol. Las bromas de algunos periodistas en redes sociales, por las que tuvieron que disculparse tras ser avergonzados , fueron la chispa que encendió la Agrupación de Comunicadoras Deportivas, que en su carta de principios exigieron, entre otros puntos, el fin al machismo en el medio. “Este es un fenómeno que se da mucho en la sociedad actual. El deporte es un mundo conformado casi completamente por hombres, entonces las bromas machistas han estado presentes siempre, incluso entre nosotras. Esto tiene que ver con un cambio de chip en la sociedad, en donde tenemos que entender que violentar a una mujer no es algo gracioso, ni mucho menos es algo que debemos tolerar o callar”, asegura Magdalena López, una de sus voceras.

Respecto a los registros por denuncias de VIF, las cifras son claras. En marzo de este año y solo en la Región Metropolitana, Carabineros registró una disminución de 14% en las denuncias por este delito, respecto a la misma fecha del año pasado. Sin embargo, los llamados relacionados a violencia contra la mujer aumentaron en un 20%. En el mismo período, en el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género los llamados para pedir apoyo al número de orientación se incrementaron a un 70%.

Colo Colo, que no quiso participar en este reportaje, primero dijo oficialmente que investigaría el caso y ante la demora de su pronunciamiento, recibió la presión de varias voces políticas. “Cuando uno es futbolista o figura pública, tiene que dar el ejemplo dentro de la cancha, fuera y en su casa”, señaló la ministra del Deporte, Cecilia Pérez. La diputada Ximena Ossandón apuntó directamente al club: “Si Colo Colo tuviera una posición clara sobre violencia de género, podríamos saber si la decisión de marginar a Valencia es una sanción o una simple coincidencia. Qué bueno sería saber si el club está actuando con un criterio ejemplificador para los agresores. Pero no lo sabemos”. Harold Mayne-Nicholls, director albo, la llamó el jueves para asegurarle que estaban comprometidos con el asunto.

No solo Colo Colo se vio superado por el escándalo, sin saber qué hacer. El deporte en gerenal no tiene los protocolos para actuar ante estos hechos. El viernes, Blanco y Negro anunció la creación de una mesa de trabajo en conjunto con el Club Social, en la que buscará crear precisamente un protocolo en contra de cualquier tipo de violencia. Además, el martes las senadoras Ximena Rincón y Marcela Sabat se reunieron con Pablo Milad para proponer nuevas normas frente al problema. Desde la ANFP no quisieron referirse.