El lado ‘millonario’ de Pablo Solari: el intenso amor de la figura de Colo Colo por River Plate
El delantero argentino experimentará sensaciones especiales cuando entre, esta noche, al Monumental. Al margen de la importancia que el duelo ante la escuadra argentina tiene para las opciones de Colo Colo de avanzar en la Copa Libertadores, el Pibe revivirá una intensa historia personal y familiar.
Cuando Pablo Solari ingrese esta noche a la cancha del estadio Monumental, por su cabeza pasarán un montón de sensaciones. El delantero argentino sabe que es pieza clave en el planteamiento de Gustavo Quinteros, que buscará sorprender a los pupilos de Marcelo Gallardo, quienes llegan como favoritos al duelo. Sin embargo, al margen de las responsabilidades futbolísticas que le tocará asumir, seguramente, al Pibe se le pasarán por la cabeza un montón de recuerdos que lo relacionan con River Plate, el rival albo de esta noche.
El primero está a la vista. Le basta con mirar la cédula de identidad (o el DNI para los transandinos) para retrotraerse a un vínculo de toda la vida. Su nombre completo es Pablo César, denominación que su padre, Víctor, eligió para honrar a uno de los máximos ídolos de la escuadra millonaria, Pablo César Aimar. No es el único gesto que el jefe del clan Solari, que no está emparentado con los ilustres que llevaron la misma chapa en el club: Jorge ‘el Indio’ Solari y Santiago ‘el Indiecito’ Solari.
Una prueba frustrada
El diario deportivo argentino Olé rescata la historia de la obsesión de Víctor por River Plate. El cariño extremo por la institución de la banda sangre lo llevó a adoptar una significativa determinación: todos sus hijos llevan nombres relacionados con la historia riverplatense. Y, como si se tratara de un designio, al jefe de familia lo apodan como a Marcelo Salas: el Matador.
El listado lo integran, además de Pablo, Matías Jesús, por Almeyda, y Santiago, precisamente en reconocimiento al aporte el Indiecito, quien después de brillar en Núñez militó en el Atlético de Madrid, el Real Madrid y el Inter de Milán.
Pablo, de hecho, puede decir que se vistió en las instalaciones del club del que su familia es devota. A los ocho años, un poco inspirado por la condiciones que ya mostraba con el balón en los pies y otro tanto por el sueño de ver su apellido otra vez vinculado al club, Víctor lo llevó a probarse a River. No quedó. Además, la familia no estaba convencida de dejarlo en Buenos Aires a tan corta edad.
Cuatro años después, ya con 12, Solari buscó una oportunidad en Vélez Sarsfield y, nuevamente, falló en el intento. Pasó un tiempo hasta que Talleres de Córdoba le abrió las puertas. En la T explotó: se transformó en la figura de mayor de proyección del club y parecía encaminarse al primer equipo cuando Colo Colo lo encontró. El resto de la historia es conocida. El Pibe creció y se consolidó en Chile. Y en Macul encontró un nuevo amor. Al que defenderá hoy ante su antigua pasión.
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