Cristián Castañeda habla como hincha de Universidad de Chile cuando analiza la aguda crisis por la que atraviesa el equipo azul, que lo tiene en riesgo de descenso. Está preocupado y lo trasluce. Su palabra, eso sí, pesa bastante más que la de un fanático promedio. Primero, porque defendió la camiseta laica. Y luego porque su palmarés con la casaquilla estudiantiles es nutrida: cuatro veces ganó el Campeonato Nacional y sumó otro par de vueltas olímpicas en la Copa Chile. Más tarde, acompañó a su hermano Víctor Hugo como ayudante técnico. Con esa propiedad, diagnostica lo que está pasando en la escuadra laica. “Uno quisiera tener la varita mágica o la respuesta precisa para ser un aporte y expresar ‘esto es lo que pasa’. A estas alturas, lo único que uno puede pensar es una especulación de qué está sucediendo. Elucubrar. Pero, la verdad, lo más importante es que la U hoy no tiene cabeza. Y mientras no tenga cabeza, que no se sepa quienes son, a quién se le va a reclamar. Estamos en la nebulosa. Yo estoy seguro de que si la U hubiera ido puntera ya sabríamos quienes son los dueños. No sé cuál es la situación, por qué se tiene tanta nebulosa al respecto. O incertidumbre. O tanto misterio. Seguramente hay una explicación importante, que espero que sea convincente y algún día saberla”, dice en la nueva edición de El diván del Kily, el programa de conversación de El Deportivo, de La Tercera.
¿Qué sensaciones le dejó el clásico universitario?
La U hizo un buen partido. Decente. Mereció más. Pero es la historia de la U. Si uno se pone a mirar los partidos para atrás, la U ha perdido puntos en al menos cinco partidos en los últimos minutos. Contra Ñublense se perdieron puntos que no se pueden dejar ir. Ha sido perjudicada también. El fútbol es así. A veces te toca. Audax le pateó dos veces y le ganó. A Cobresal debió hacerle tres o cuatro goles y terminó perdiendo 2-0. Es un equipo al que le cuesta. El monopolio lo tiene Larrivey y si no convierte, es muy difícil que los demás puedan hacerlo. Es el gran déficit que tiene y la explicación de por qué está donde está.
¿Le pareció penal el de Pérez sobre Luján?
Sí. Me pareció penal. He visto penales que son menos que ese. Si bien es cierto hay un roce al balón, es imprudente. Pérez la toca porque Luján se la mueve. He visto penales que han cobrado con menos explicaciones que ese. Lo curioso es que no lo fueron ni a revisar. Entonces, me pareció rara esa situación.
¿Es curiosa o supone alguna intención?
A estas alturas, empezar a ver fantasmas no vale la pena. No porque fuera la U, ni nada, pero me pareció curioso que no fuera a ver la jugada, porque a lo mejor hubiese tomado otra decisión. La decisión la tomaron de arriba.
Usted ocupa la palabra ‘fantasmas’. A propósito, ¿es tan real el ‘fantasma del descenso’ para la U?
A ver. No creo que vaya a ser así, pero todo puede ser. Si entras en una vorágine, empiezas a ver situaciones que son inexplicables. Empiezas a sumar, a encontrarte con detalles. Se empata un partido con La Serena en que se anula un gol que nadie se explica por qué. Se va sumando y uno dice ‘por los pequeñitos detalles se llega a esto’. Espero que no. Si la U repite el partido que hizo con Católica no debería tener problema. Aunque, insisto, si no es Larrivey, a la U le cuesta mucho llegar al gol.
En esos ‘pequeños detalles’ suele estar el peligro. ¿Cree que la U no le está tomando el peso a la situación que vive?
Yo creo que sí se le toma. Todo es posible. Por eso digo que es partido a partido. Me pareció que este fin de semana el equipo mostró actitud y tiene que reeditarlo, llevarlo a cabo en lo que viene. Me parece que hay conciencia. E insisto, todo parte por la cabeza. Todos podemos decir ‘están tranquilos’. ¿Y quienes son los que están tranquilos? Si no sabemos quiénes son los dueños. Esa incertidumbre es la que tiene al equipo medio ‘planchado’ y no hay a quien darle cara. Son detalles y son complicados.
¿Cuando comienza la debacle, la cadena de errores que tiene a la U en un momento tan crítico?
Cuando llegó el Huevo (Esteban Valencia), lo hizo muy bien. Ganaba, llegaba. En algún momento, la U empezó a temblar atrás. A no ser confiable. A cometer errores infantiles, penales tontos. Eso le provocó perder un par de partidos en los 90′, 92′ o 93′. Y salir de esto no es tan fácil. Pensaba en años atrás cuando descendió River. Y uno decía ‘cómo va a descender River’, pero no ganaba y no ganaba y descendió. Tienen que ponerse en la situación, porque las situaciones que uno prevé son las más fáciles de corregir. Si no están en esa situación, la van a pasar mal y va a ser complicado para el pueblo azul. Sería muy nefasto cometer errores que ya se cometieron en el pasado. En otro sistema, llámese como puede.
¿Se parece la U a ese River, incluso en esa división con los hinchas que quedó de manifiesto en Rancagua? ¿Se rompió esa cohesión entre los hinchas y el plantel?
Sí, porque la U ha perdido lo esencial. Uno es nostálgico y le carga ser autorreferente, pero varias veces fuimos perdiendo 2-0 y nuestra hinchada cantaba más fuerte, porque sabía que en algún momento el equipo respondía. Me acuerdo de un partido con Unión, que nos ganaba 2-0 y José Luis Sánchez se perdió un mano a mano con Vargas que puedo ser el 3-0. Hicimos un gol terminando el primer tiempo y terminamos haciéndoles cinco. Con Coquimbo perdíamos y en los 90 hizo un gol Pedro (González) y en los 93′ el Flaco Olarra hizo el otro. Esas cosas son las que uno echa de menos. No las ve en este equipo. No ve esas ansias de, cuando hay un córner, moverse para ganarla. En el fútbol no gana el más grande, el que más salta o el más espigado. Gana el que quiere ir a ganar la pelota. El que está más atento, el que se mueve antes. Y hoy, si hay alguna crítica que se le puede hacer a este equipo, y no digo que los jugadores no quieran, pero no se ve. No se irradia. Uno no es como dice ser. Es como el otro ve. A este equipo lo vemos así. Es de barbilla débil. Le pegan un combo y chao. El problema es la planificación del plantel. En la U hay que tener jugadores que sepan dónde están parados.
¿Cuánto siente la presión esta U?
El deporte en sí es muy sicológico. Hay equipos que van perdiendo 3-0 y se encuentran con un gol y, como decía un técnico ‘no hay mejor doping que hacer un gol’. Parten y sacan energía, pero es de arriba. De repente, uno echa de menos ese tipo de jugadores que tienen las ganas de revertir. Yo digo que no es que el equipo de la U no quiera revertir esto. Me imagino que quieren estar peleando el título, pero para afuera no dejan esa imagen. Entonces, algo se está haciendo mal o no se está comunicando de la mejor forma en el lenguaje corporal. En hacer una barrida o en tirar una pelota fuera del estadio. Si de repente hay que hacerlo. No siempre estás con la lucidez para jugar un partido y ser Messi o Ronaldo. A veces también tienes que ser Cristián Castañeda nomás. La mejor virtud de un jugador es conocer sus falencias y saber leer lo que está sucediendo. Pero eso no se compra en las farmacias. Es parte de la inteligencia emocional.
Inestabilidad
¿Cuánto de eso parte en la inestabilidad directiva?
Con la salida de Heller ya había una señal. Hay gente que llega con muchas ganas de hacer cosas y de repente termina no haciéndolo bien. Yo creo que fue el caso de Carlos, que es un hincha de la U acérrimo y nadie más quería que la U le fuera bien que él. Pero creo que no tuvo buenos asesores. Nosotros no alcanzamos a estar tres meses en la U, ¿por qué no se nos podía dar un año de trabajo? Teníamos por contrato que si clasificábamos a la Sudamericana, nos quedábamos. Clasificamos y antes de que terminara el Campeonato nos despidieron. Uno se pregunta a qué se debe, quién toma esas malas decisiones. Con Carlos teníamos buena relación. Ahí es donde empiezan a pasar cositas que te van marcando el futuro.
En el camino, también se intentó con la llegada de dos símbolos, como Sergio Vargas y Rodrigo Goldberg, que se terminan transformando en ídolos que se ‘queman’…
Ese es el problema. Cuando nosotros llegamos a la U, estaba en llamas. Nos tiraron y cuando logramos apagar un poquito esas llamas, nos echaron. Mi hermano me dijo algo muy cierto: ‘Me sentí violado’. A lo mejor también cometimos errores, pero la situación era otra. La U ha tomado malas decisiones que la llevan a haber tenido, en cinco años, diez técnicos. Ya perdí la cuenta.
¿A Esteban Valencia le pasó lo mismo? ¿También lo quemaron?
Son cosas que hay que ver. Qué lleva a la U a sumar siete partidos sin ganar. En algún momento estaba peleando el Campeonato y ahora está peleando el descenso. En tres meses, algo ocurrió, algo se quebró. El Huevo no es mucho de hablar, de conversar. Y, además, con la pandemia, el CDA es un búnker. Entonces, era complicado conversar. No nos hemos juntado ni ‘los viejos guatones’, que jugábamos los lunes, para conversar. No entendemos qué sucedió en ese momento. Cómo en tres meses pasaron de pelear el Campeonato a pelear la cola.
¿Ha hablado con Valencia?
No. El Huevo es un muy buen tipo, un pan de Dios. Entonces, a uno le duele que le suceda lo que le pasó. Ojalá que Cristián (Romero) tenga la energía necesaria y la ayuda necesaria. Esto no es solo de una persona. Tienen que ponerse todos para salir de esta situación, que no es tan grave. A lo mejor, la U gana el domingo y empieza a ver todo distinto.
¿Era Romero el indicado para asumir esta responsabilidad, siguiendo la misma lógica?
Ahí es donde voy de nuevo a lo de los dueños. ¿Cómo se toma la decisión? ¿Quién la toma? ¿En qué se piensa? No es que esté en contra de Cristián Romero, pero estaba dirigiendo la Sub 15. Esteban estaba en la Sub 17. El Huevo ganó cinco o seis partidos y no le alcanzó. La situación es complicada. Uno siente en algún momento son utilizados y a quién le reclamas. Lo único que no quisiera es que, al final, sean los representantes los que estén haciendo negocio con un club como Universidad de Chile. Uno no puede ponerse la venda en los ojos y decir que los negocios no existen, pero sí habría conflicto de interés si representantes fueran dueños de Universidad de Chile. Como no se sabe nada, uno puede especular ese tipo de cosas. O le llegan rumores de que podría ser. Esa es la nebulosa que hay y que le hace mal a la U. Los resultados están a la vista.
¿Le ha llegado algún dato en ese sentido?
Aquí hay varios clubes que son de representantes. Entonces, por qué la U no podría ser comprada por alguno. No es que me haya llegado un dato. Yo no lo sentiría tan buena idea. Me parece que no. Hay muchos clubes que los adquirieron representantes y no sería raro, pero no estaría bien, por lo menos en Universidad de Chile. Ojalá uno se equivoque, la tome un gallo visionario y la lleve donde se merece. Mientras no lo sepamos, uno puede especular.
¿A qué tiene que apelar la U en la cancha? ¿Tiene esos jugadores que se necesitan para salir de situaciones tan complejas?
Es ahí donde más está al debe. En ese ítem. Insisto: uno no es cómo dice ser. Que soy aguerrido, que soy peleador. Eso hay que verlo. Tiene que haber esa sincronía y, hoy, uno no la ve. Yo creo que los jugadores de la U son los más interesados y los que están poniendo más esfuerzo, pero no se ve. Y uno dice ‘que pongan huevos’, ‘que corran’. Y cuando lo hacen, se pasan para el otro lado, terminan expulsados perjudicando al equipo. En la inteligencia emocional se está fallando mucho.
¿Ve algún líder en esta U que se pueda echar el equipo al hombro?
Cuando perdíamos, el único que hablaba era el Huevo. O De Paul, como el capitán. Entonces, uno mira a Larrivey y está preocupado de la renovación y todas las preguntas eran por eso. Ese tipo de cosas te sacan. No te hacen estar al 100 por ciento. Todo se va confundiendo. Cuando las cosas están mal, todo es malo. Seguramente los muchachos se quejan de las críticas, pero cuando no ganes siempre será así. A todos les gusta que les palmoteen la espalda, pero si pierden no va a ser así. Y tienen que entenderlo.
Para ponerles nombres, ¿quién están en deuda en la U?
Yo espero más de Cañete. Siempre dije que no era el jugador para la U. Es distinto jugar y ser figura en Cobresal que jugar en la U, donde hay menos espacio y más atención. Puede dar un poquito más. No tanta pisadita y jugar más para adelante. Él siente el fútbol así y lo juega de esa manera. La U necesita jugadores que desequilibren, que se metan al área. Que sean capaces de invadir el área rival. A veces jugamos muy bien en la mitad, pero adelante estamos fallando. Se le exige más que a todos, lleva la 10. Espinoza también puede aportar más. Es muy de pegarle a tres dedos, de ser más lindo que efectivo y es ahí donde hay que mejorar. Ojalá que suceda eso. Uno es reacio y le duele criticar a un compañero de carrera, a gente que conoce, admira y respeta, pero cuando las cosas van mal, no se le dice a los chicos, sino a los que más importa. Esos jugadores son más que otros. Un técnico decía que “nadie patea un perro muerto, entonces cuando hablen de ti, preocúpate”. A Cachila Arias lo tenía muy en alto, pero se me vino abajo después del clásico (con Colo Colo). Si jugó lesionado, no lo debió hacer y lo pagó caro. Rocky ha cometido errores muy complicados, ha hecho penales que no son para un tipo de su categoría. Esos nombres que uno da es porque se les puede exigir más. De los demás no se espera mucho. Por eso uno habla de los que sí importan. De los que tienen que poner el pecho a las balas y, como dices, echarse el equipo al hombro.
Hace poco, Pablo Aránguiz y Thomas Rodríguez fueron agredidos por hinchas en Rancagua. ¿En qué piensa cuando ve estas situaciones? ¿Vivió algo así?
No me tocó vivirlo. Pasé buenos momentos en la U. Siempre estuvimos de la mitad para arriba. Si alguna vez perdí, fue por algo grande, no por algo pequeño. En ese momento la barra era más complicada, porque el doctor (René Orozco) le había dado poder y pesaba más. Son situaciones complicadas, pero nadie más que los jugadores quieren ganar, correr, meter. Y les duele mucho que los critiquen, pero no está llegando el mensaje al receptor. Y por eso pasa este tipo de cosas. Si hay algo que no se le puede criticar al hincha de la U es que siempre está. Y por eso es la mejor hinchada del país. Está en las buenas y en las malas. Ojalá que no tengamos que demostrarlo estando en las malas.
¿Le va ayudar a la U jugar sin público o lo perjudicará?
Curiosamente, la U empezó a perder cuando volvió el público a los estadios. A lo mejor le puede servir. Ojalá que le sirva. Por lo que pasó en Rancagua, puede ser hasta beneficioso. A mí no me gusta. El fútbol es un cincuenta y cincuenta. El espectáculo lo brindan los jugadores y la hinchada. En la U el público siempre será importante. Lo va a sentir, pero por lo que pasó últimamente, quizás le va a servir.
La Roja y Don Nelson
¿Como prevé el partido entre Paraguay y Chile? ¿Cuánto pesa la ausencia de Charles Aránguiz?
Mucho. Para mí, Charles siempre ha sido uno de los mejores jugadores de Chile. En las dos Copa América, para mí fue el mejor. Por su regularidad. Lo vamos a sentir, pero no vamos a jugar con diez, sino con 11 igual. Si Chile es capaz de ganar en Paraguay, estaremos por lo menos en el repechaje. Depende del resultado que tengamos allá. Estos jugadores se merecen todo nuestro apoyo.
Usted fue parte de la generación de 1998. Después de eso, hubo una larga sequía hasta la actual Generación Dorada. ¿Por qué se producen estos baches?
Depende de las figuras. Lo voy a poner en perspectiva con lo que pasaba en mi barrio, que no nos ganaba nadie. Éramos tres hermanos y jugábamos. Y tenía unos primos que también. Ahora, los fui a ver el domingo y hay dos o tres chicos que hacen la diferencia. Y en la actual Selección hay dos o tres que hacen la diferencia. Y en la nuestra había dos fenómenos, Salas y Zamorano, que hacían la diferencia. Y el equipo era muy parejo. Y competíamos, porque con un cachito de suerte en el Mundial hubiésemos llegado más lejos. Y cuando no hay esos jugadores de otro planeta, cuesta. Ahí empieza la sequía. Y cuando aparecen los Vidal, Sánchez, Vargas, Chile empieza a obtener resultados. Pero hay que tener una columna en qué sustentarse.
A propósito de Francia 98, ¿qué ha sabido de Nelson Acosta?
Está muy enfermo. Es poco lo que se puede ver. De repente voy para allá y quisiera ir a verlo y no hay mucha apertura para eso. Se entiende. El otro día estuvo bastante complicado. Siempre estamos preocupados, preguntando a través de mi hermana, que se contacta con gente de su familia. No está tan mal, pero tampoco está de buena forma. Esperamos que aguante un poquito más y que no sufra. Es lo que uno quiere para la gente.