¿Qué debe y qué no debe hacer un capitán de fútbol? La pregunta surge obvia tras la polémica que envolvió a José Pedro Fuenzalida y Nicolás Castillo, luego de que el Chapa alabara el palmarés de Colo Colo y no tuviera reparos en apuntar al cuadro de Macul como el más grande de Chile; así como en decir que la Universidad de Chile tenía la hinchada más numerosa del país. Para Castillo —quien en México vive sus meses más oscuros— fue más de lo que podía soportar. Reconocido fanático de la UC, el delantero del América despotricó contra su excompañero en Instagram.
“El capitán tiene que tener la convicción de que defiende a los colores más importantes. No hay títulos, no hay historia, no hay absolutamente nada que esté por sobre la camiseta que representas. Por respeto al club y su gente. Da igual con quién compitas. Tu equipo es el número uno en todos los ámbitos. Ese es el capitán que me refleja. El que no lo entienda así, no merece representarnos”, fueron las duras palabras de Castillo.
Pero, ¿quién decide lo que representa el jugador que porta la jineta? ¿El club? ¿Los jugadores? ¿El técnico? O, en este caso, ¿los hinchas? La figura del capitán es tan antigua como el deporte en sí. En la jineta están contenidos los valores de la institución a la que se representa, las pasiones de los hinchas, y la historia del club, sea gloriosa o no. Cuando se trata de selecciones, lo anterior aumenta exponencialmente: en el brazo se lleva a todo un país. El primer capitán de una selección nacional fue Cuthbert Ottaway, quien el 30 de noviembre de 1872 disputó el primer partido internacional de la historia, entre Escocia e Inglaterra. Ottaway era el capitán inglés; Robert Gardner, el escocés.
La capitanía suele asociarse con el liderazgo y la veteranía en un plantel. Sin embargo, en una entrevista televisada de 2019, el experimentado técnico José Mourinho rebatió esta noción: “He tenido capitanes que no eran líderes. La gente asocia el llevar en el brazo la tira de capitán con el hecho de ser líder. Y no. Muchas veces el capitán no es el líder. Javier Zanetti y John Terry, por ejemplo, sí eran líderes. Y cuando tienes este tipo de líderes en el vestuario te puedes centrar más en la parte de ser entrenador como tal”.
En Chile, las características que han tenido los capitanes de los distintos clubes a lo largo de la historia son de lo más variopintas. Algunos han acaudillado más con la pelota y no tanto con la garganta; otros, a punta de golpes y no de goles. Los hay callados y bulliciosos, talentosos y mediocres, pasajeros y legendarios. Sea cual sea el rasgo que los identifica, un aspecto parece ser obligatorio para todos quienes porten la banda en el brazo: el respeto al club.
Para Luis Musrri —quien es considerado como uno de los capitanes más transcendentes en la historia de la U— el jugador que lleve la jineta “debe tener una voz de mando y debe contagiar a sus compañeros, ya sea desde la personalidad o desde el juego”. Para el exmediocampista, es importante que el capitán haya sido formado en el club. “Aunque también hay jugadores que no han nacido en el club, pero que tienen una trayectoria importante y que han sabido ganarse el respeto de sus compañeros y de la hinchada, y también pueden ser capitanes sin ningún problema”.
La formación e identificación es un requisito que comparte Moisés Villarroel, exseleccionado nacional y uno de los jugadores históricos de Santiago Wanderers. “Si no hubiese nacido en el club se me hubiese hecho mucho más difícil ser el capitán, porque no habría conocido la interna de la institución, la historia del club y la filosofía de la ciudad”, señala el porteño.
Para Villarroel, la capitanía es mucho más que la elección del lado de la cancha o la negociación de los premios al final de la temporada, sino que se trata de una responsabilidad que trasciende la cancha. “Tienes que ser la cara visible de la institución. Los niños y la gente te ven de tal forma también, entonces debes tener un comportamiento adecuado a lo que es la capitanía. La de Wanderers es muy prestigiosa por ser el club más antiguo del fútbol chileno. Debes tener una disciplina acorde a lo que tú llevas en el brazalete. Debes ser intachable, solidario, involucra muchas cosas más allá de lo deportivo”, comenta el exmediocampista.
Para Miguel Ramírez, actual técnico del Decano y excapitán de la UC y Colo Colo, la capitanía está estrechamente relacionada con la personalidad del jugador. “Con los valores y con la entrega”, indica Cheíto. “No se trata de elegir un capitán por elegir. Los jugadores que porten la jineta deben ser quienes se identifican con la institución, los que tienen buen carácter, que son ejemplos para el resto también”, agrega. Sin embargo, el exdefensor no cree que para ser el líder del camarín se deba haber sido formado en el club. “Si fuera por eso yo no habría podido ser capitán de Colo Colo o de Católica. Son cosas distintas”.
Ramírez es categórico en señalar que la hinchada jamás debe influir ni en quién ni en cómo es el capitán: “El capitán, con la responsabilidad que tiene, tiene que llevar a cabo sus funciones dentro del equipo con la misma personalidad por la cual fue elegido”. Por lo mismo, no duda en tomar partido en favor de Fuenzalida, al que luego de la polémica varios hinchas cruzados pidieron abandonar la capitanía. “Hay un 99,9% de personas que están con el Chapa. Por lo que representa, transmite, por la preparación que tiene y por cómo es como persona. Yo me identifico con cómo actúa, con cómo es como persona. Me identifico mucho con su personalidad”, asegura.
“El capitán puede opinar lo que quiera, pero debe tener mucho cuidado con sus dichos, porque obviamente siempre será juzgado por la institución. Cuando uno habla tiene que canalizar muy bien sus palabras en orden de que no dañen a nadie. Si por momentos cree que puede alabar al archirrival, yo aconsejo que mejor se lo guarde, porque sin duda la sensibilidad del país y de las instituciones está a flor de piel”, matiza Villarroel al respecto.
“Siempre he dicho que la Católica es un ejemplo a seguir por su infraestructura, por su proyecto deportivo, y no recuerdo que alguien me haya criticado por esa opinión”, comenta Musrri en relación a los dichos de Fuenzalida. “El que no lo crea así es muy fanático de sus colores, pero las cosas hay que reconocerlas”, complementa.
Para los tres excapitanes no hay un mandamiento que impida a los líderes de un club alabar en demasía al archirrival. Por el contrario, se está permitido ser caballeroso y reconocer cualidades, valores e historia. “Pueden decir que fui de una manera en la cancha, pero fuera de ella siempre respeté a los rivales”, relata Musrri. “Un capitán tiene que ser íntegro. Respetuoso porque esto es un juego. No son enemigos”, arguye Ramírez. “Dentro del campo defendía mi insignia como tenía que ser. No transaba nada. La defendía por 90 minutos con los dientes muy apretados. Luego de eso todos éramos seres humanos que podíamos compartir opiniones fuera de la profesión sin ningún problema”, cierra Villarroel.