Y llegó el día en que todos se dieron cuenta, aunque algunos, los gestores, sabían lo que iba a ocurrir y muy al tono de las formas que se manejan los grandes problemas en este país, las cosas se arreglan solas, nos encontramos con un buen embrollo: el medio cupo de la Segunda Profesional para acceder a Primera B en 2021. Obligados a cuadrar los participantes debido a los derechos de televisión (16 por categoría) y luego del despelote que generó la poco sensata suspensión a machetazos del torneo 2019, el recorte llegó hacia los más débiles. Fue en un consejo de presidentes donde se hablaron, revolvieron y modificaron tantas cosas del fútbol profesional que este ápice, escondido y, en teoría, casi insignificante, no fue registrado por los medios.
Un año más tarde nos encontramos con el pastel. Los 12 equipos de la Segunda Profesional no luchan ya por ascender a Primera B y a los dineros de la televisión, recordemos que en su categoría los ingresos son mínimos, sino por el derecho a jugar un partido de definición con el último de la B. Como la Segunda Profesional no tiene voz ni voto en el consejo de presidentes, si les ordenan jugar con tutú y zapatillas de ballet deben acatar, esta decisión fue aceptada sin mayores objeciones. Pero, el dato es relevante, también hay que recordar que en el momento en que esto fue decretado, la Segunda Profesional estaba en la lona, luchando por sobrevivir, ya que a la hora de suspender todo 2019 se quedaron a medio camino, sin recursos y sin recursos de la TV a los cuales apelar para salvar el año.
Pero…
Con el fallo del 6 de julio de 2020 del Tribunal de la Libre Competencia, donde acogió el requerimiento de la Fiscalía Nacional Económica en contra de la ANFP por cobrarle 50.000 UF y luego 24.000 UF a los equipos de la Segunda Profesional que ascendían a la B y la sentenció a pagar 3.145 Unidades Tributarias anuales y el cese inmediato del cobro, queda abierta la puerta, de par en par, para que alguno de los 12 equipos perjudicados por el medio cupo apele a la TLC. No hace falta ser un perito en derecho comercial y económico para concluir que transformar el ascenso directo en un partido de definición vulnera los principios de la libre competencia.
Una vez más, por decidir de manera cortoplacista, egoísta y pasando a llevar todas las bases de la competitividad deportiva, la ANFP está a un pelo de meterse en un otro berenjenal económico y legal, con grandes posibilidades de perder una vez más. Haciendo un recuento de los fallos adversos, ganarle a la ANFP en tribunales a esta altura es más fácil que pegarle a un curado en el suelo. Hay tiempo para evitar pegarse otro balazo en las patas, lo que no hay es voluntad y entendimiento profundo de la actividad.