La contratación de dos ex entrenadores de la cuarta categoría de Argentina causó revuelo en el fútbol chileno. Coincidentemente, tanto Luca Marcogiuseppe de Unión La Calera como Tomás Arrotea de San Felipe tienen un pasado reciente en el club Real Pilar, un modesto equipo del norte de Buenos Aires que, según su presidente, César Mansilla, se ha convertido en un “semillero de técnicos”.

El Monarca, como lo llaman al otro de Los Andes, es un modesto equipo que hoy milita en la Primera C del fútbol transandino. Fue fundado como club hace cuatro años cuando presentó su afiliación a la Asociación de Fútbol Argentino, AFA. Una inscripción que generó más de una suspicacia en el fútbol allende Los Andes, según algunos dirigentes de las categorías menores, gracias a la amistad entre las autoridades de la ciudad norteña y los en ese entonces recién ascendidos dirigentes a la federación: Claudio Tapia y Daniel Angelici. Mansilla también fue asesor de imagen de Mauricio Macri cuando se postuló a jefe de Gobierno en la ciudad de Buenos Aires, el paso previo a su candidatura ganadora para presidente de Argentina.

“Es un club muy joven, en febrero recién cumplimos cuatro años. Hace tiempo que estábamos con la idea de hacer un club de fútbol en Pilar. Fue una especie de asociación de muchos equipos de la ciudad. Presentamos el proyecto a la AFA con el apoyo de más de 20 clubes de la ciudad, instituciones de barrio y algunos countries (clubes al aire libre)”, relata Mansilla.

El primer año, en la D (quinta categoría), el club zafó de la desafiliación en el último partido de la temporada regular, ya que después de esa serie debían desaparecer, ya que es la última del organigrama argentino.

En 2018, la contratación de Arrotea, hoy en San Felipe, cambió de plano la cosas. Ascendieron a la C y lograron un histórico triunfo ante Vélez Sarsfield en la Copa Argentina.

Éxitos impensados en un club tan novel, que pertenece a una ciudad de la Provincia de Buenos Aires de casi 400 mil habitantes, ubicada 50 kilómetros al norte del centro de la capital. Un Club Social (en el fútbol argentino no existen las sociedades anónimas) que lleva entre 500 y 700 personas a la cancha en un partido normal, que juega en un estadio como el Carlos Barraza, con capacidad para 10 mil espectadores, y que en sus mejores momentos llegó a tener 1.500 socios.

El equipo de Real Pilar llevaba un promedio de 700 personas antes de la pandemia.

De la cuarta a Chile

La pregunta es cómo este humilde club, cuyos jugadores ganan en promedio 200 mil pesos chilenos al mes, logró colocar a dos de sus ex entrenadores en el profesionalismo chileno, cuyo único nexo con nuestro país fue el amistoso que jugaron con Colo Colo en enero de 2019 en Argentina, con victoria alba de 4-0.

La pregunta la contesta el propio timonel Mansilla, quien establece las conexiones entre su club y los sostenedores de las dos instituciones que se llevaron a los dos profesionales que hoy están en el ojo de la crítica del Colegio de Entrenadores de Chile.

“Pese a que somos una institución muy joven, hemos tenido muy buenos técnicos. Además, el hecho de que los propietarios de esos clubes chilenos sean argentinos le ha dado más cercanía a la contratación tanto de Marcogiuseppe como Arrotea. Por ejemplo, el dueño de Unión San Felipe es Raúl Delgado, quien vive por acá en Pilar. Aunque no tiene ninguna conexión con nuestro club, seguramente vio las condiciones de Arrotea. El caso de Luca Marcogiuseppe es diferente, a nosotros nos asesoran los hermanos Pini (Ricardo y Sebastián), quienes son parte del Consejo de Fútbol de Real Pilar. Ellos conocen de cerca el trabajo del nuevo entrenador de Unión la Calera, club del cual ellos son propietarios. Pero le puedo decir que ambos entrenadores viven el fútbol de una manera especial y tienen un gran futuro. Además, a nosotros como institución nos llena de orgullo que Marcogiuseppe pueda disputar la Copa Libertadores. Eso pone a Real Pilar como una cantera de fútbol. A ambos les deseamos lo mejor posible”, asegura el timonel del Monarca.

De momento, su fichaje lo que ha provocado es ruido. El Colegio técnico de entrenadores chilenos denunció su llegada por irregular al no contar, decían, con la licencia PRO Conmebol exigida. Pero La Tercera tuvo acceso al documento que sí acreditaba esta condición y los dirigentes de ambos equipos cargaron duramente contra el gremial acusándolo derechamente de xenófobo. Toda la pólvora que ha levantado el modesto Real Pilar, el club de la cuarta categoría argentina que proyecta entrenadores como si fuera el Milan de Sacchi.