Era el nombre que generaba mayor consenso, hasta que finalmente se concretó. El anuncio oficial de Ricardo Gareca como el nuevo inquilino de la banca de la Selección reflotó las expectativas respecto al devenir del combinado nacional, esas que estaban en el suelo por las últimas experiencias en las que reinaba la frustración. A los 65 años, el Tigre asume por segunda vez en su carrera la banca de un seleccionado, luego de su extensa y fructífera estadía en Perú, donde llegó a ser un ídolo.
En el país vecino lamentaron el paso del transandino a la escuadra chilena, por el idilio que se generó durante su etapa en la Bicolor, entre 2015 y 2022. Precisamente, los buenos resultados y dotar de competitividad a una selección que estaba relegada en el continente son las cartas credenciales que presenta Gareca para la Roja. Además de lograr la clasificación al Mundial de Rusia 2018 y alcanzar el repechaje rumbo a Qatar 2022, Perú cumplió muy buenas actuaciones en la Copa América: subcampeón en la edición 2019, tercero en 2015 y cuarto en 2021.
“Lo único que me interesa es estar en un Mundial, pero eso se construye. Sabemos que todos queremos un mismo objetivo, que es el Mundial. No va a ser una tarea fácil, pero creo que tenemos las condiciones y las oportunidades para conseguirlo”, afirmó el estratega durante su presentación, marcando de inmediato el norte que tendrá su trabajo. Este viernes se instaló en el país para iniciar su labor, en compañía de su cuerpo técnico: el ayudante Sergio Santín y el preparador físico Néstor Bonillo.
Automáticamente se trazan los paralelismos respecto a lo que construyó en Perú y lo que puede llegar a hacer en Chile. En esa dirección, sirve diseccionar parte del estilo y del juego que construyó con los incaicos y cómo puede replicarlo en su nuevo hábitat. Algunas luces, muy someras, entregó en su presentación.
Una de las inquietudes de la era Gareca dice relación con el estilo de juego que tendrá Chile bajo su mando. Sin ahondar en aquello, durante su presentación dio una pincelada y apuntó a que se pondrá de acuerdo con los seleccionados: “No es una imposición de lo que quiero. Me tengo que adaptar yo al estilo de lo que le gusta a ellos. Rápidamente hacer un diagnóstico y acertar, más que llevarlos a lo que me gusta a mí”. Una de las virtudes que tuvo en Perú es que dotó de competitividad a la selección desde lo colectivo. En el nombre por nombre, tenía buenos elementos pero no contaba con una gran estrella en su plantilla. Elevó rendimientos individuales, lo que le permitió una consistencia en aquel elenco.
El boceto del Tigre
En una charla táctica que tuvo en ESPN, Ricardo Gareca analizó a su Perú y marcó un matiz: “Me interesa que el equipo juegue rápido, no apurado. Porque apurado no te hace pensar”. La selección incaica contaba con varias características en las que se notaba la mano, teniendo en consideración que el esquema matriz era el 4-2-3-1. Por ejemplo, las transiciones rápidas. Construyó un equipo compacto, de salida veloz en el tránsito de defensa a ataque. Planteado de otra manera, que los volantes se unan rápido al punta cuando está en campo contrario.
El equipo tipo del Perú de Gareca contaba con laterales interesantes, que también aportaban en ataque: Luis Advíncula, por la derecha, y Miguel Trauco, por la izquierda. En el mediocampo, la dupla de volantes se complementaba por los matices del juego de cada uno: Renato Tapia, más posicional; junto a Yoshimar Yotún, jugador más mixto, de rica zurda y pelota detenida. Si quería incluir un volante más, aparecía Pedro Aquino. Este aspecto puede ser uno de los más determinantes de Gareca a la hora de elaborar la táctica de la Roja por la nutrida alternativa de mediocampistas que tiene.
Con Berizzo, se levantó la dupla de Erick Pulgar y Rodrigo Echeverría. ¿Se mantendrá? ¿Qué pasará con nombres como Charles Aránguiz, Arturo Vidal o Felipe Méndez?
En ofensiva, un jugador fundamental en ese Perú era el enlace, el que jugaba detrás del centrodelantero. En el país vecino adquirió relevancia Christian Cueva, un futbolista inquieto y ductil, porque podía ser el 10 y también jugar por la banda. ¿Hoy Chile tiene un volante creativo de esa línea? Una oportunidad, por ejemplo, para Diego Valdés. Otra interrogante a dilucidar por el DT. Arriba, la camiseta 9 se la turnaban Paolo Guerrero y Gianluca Lapadula. La búsqueda del hombre gol será, quizás, una de las mayores inquietudes para la nueva etapa de la Selección.
Si bien Gareca gusta de los futbolistas de buen pie, no necesariamente aquello va aparejado con una mayor tenencia de pelota. En las Eliminatorias 2022, Perú registró el 45,3% de posesión de balón. Antes, en el proceso rumbo a 2018, tuvo el 47,3% de posesión. Si en el proceso hacia Qatar contaron con el 70,2% de pases completados en campo contrario, en la clasificatoria a Rusia sumó el 80,2% de pases en el último tercio.
¿Hay similitudes con el inicio del proceso en Perú con el momento actual de Chile? El DT respondió esa consulta: “Son cosas diferentes. Ahora vengo con un proceso comenzado. Me tengo que adaptar lo más rápido posible, tratar de llegarle al jugador de forma inmediata y adaptarme al país, con su manera de convivir, de sentir el fútbol”.
Habrá que esperar hasta marzo para ver algo de la propuesta del estratega.