Previo a la carrera del sábado, en el Grand Prix Orlando Guaita, a Alfredo Sepúlveda (25 años) se le ve enfocado. No se deja desconcentrar por los abundantes gritos del público y sus familiares que asisten a la prueba atlética más importante del calendario chileno. Todo lo contrario a lo que se ve fuera de la pista, donde es extrovertido, risueño y conversa con sus colegas. "Soy muy bueno para competir", explica entre risas, "nada me saca de la concentración. Sé perfecto qué tengo que hacer". Una vez sale del taco de partida a máxima velocidad, sortea las vallas una a una y después de la última, su remate es excepcional. Remate que le ha dado ya muchos títulos.
De infancia nómada, debido al trabajo de su papá (recursos humanos), Alfredo vivió en varias ciudades del país antes de radicarse finalmente en Santiago. Desde chico corría, pero fue recién en su adolescencia, en Iquique, cuando se dio cuenta de su potencial en el atletismo. Ganó el Campeonato Sudamericano de la categoría menor (sub 18) con poco entrenamiento (o eso cree) y se empezó a encantar con la pista. Una vez ya en Santiago, adonde llego a vivir para estudiar en la Universidad (primero Kinesiología y luego Ingeniería Comercial), consolidó su carrera.
Hoy a sus 25 años es de los mejores exponentes del atletismo nacional. Y en su prueba, los 400 metros vallas, está con un pie casi adentro del Mundial, a realizarse en Qatar a fines de Septiembre.
Si bien ya posee el récord nacional desde el año pasado (49"62), Alfredo no está conforme. Está convencido de que sus límite están lejos: "Yo creo que estoy para grandes cosas. Este año quiero bajar de 49 segundos. Con esa marca puedo optar a mucho más".
En su vida personal es desordenado y muy malo con el manejo de su tiempo, cuenta. Esa es la razón por la que le ha costado mucho el estudio. Actualmente está cursando Ingenería Comercial en la Universidad de Chile, su segunda carrera universitaria. Alf, como lo llaman sus cercanos, se excusa en que el atletismo lo tiene loco y pone todas sus energías en el deporte.
Ante el buen futuro deportivo que le espera, según reflejan sus tiempos de entrenamientos, Alf confiesa que está intentando no embarrar el proceso. Espera que todo se dé como lo tienen presupuestado con su entrenadora, María Teresa Sandoval, quien también resultar ser su madre.
La mejoría de sus marcas solo depende de él. Dice que es algo técnico en la carrera. "Porque físicamente soy un monstruo", sierra Sepúlveda con toda seguridad. Está convencido de que 2019 es su año.