Bastaron 37 minutos para que Arturo Vidal volviese a ser fundamental. Bastaron 37 minutos para que Barcelona se subiera al carro del Rey, quien ha tenido un complejo inicio de temporada por la escasa continuidad. Hasta antes del partido con el Inter, el seleccionado nacional solo sumaba 69', distribuidos en cuatro partidos de la liga española. Fue el revulsivo de Ernesto Valverde para cambiar el panorama culé durante el segundo tiempo contra los lombardos y resultó por completo. Haciendo una de sus mejores presentaciones en el club catalán, Vidal contribuyó a la victoria y se ganó la consideración del siempre exigente medio hispano.
El diario Sport de Barcelona le puso nota 7 (en una escala de 1 a 10) y lo calificó de agitador: "Entró para meter una marcha más al centro del campo y lo consiguió. El Barça mejoró con él sobre el césped. Se mostró enérgico e implicado, siempre creyendo en la remontada". Ubicándose muy adelante en la cancha, sobre la línea de De Jong y Arthur, se dio el lujo de participar en las jugadas de ambos goles.
Un nuevo día de gloria para Vidal en Can Barça, cuando su segunda temporada en esa tienda arrastraba similitudes con el inicio de la primera, en el sentido de ser relegado y tener que esperar para jugar, aunque con una gran diferencia: hoy se denota un Vidal más calmado, aguardando por su oportunidad, con menos manifestaciones en redes sociales demostrando su sentir. Precisamente fue eso algo que le afectó hace un año, cuando publicaba emoticones de enojo al jugar poco o sencillamente no jugar. El propio Lionel Messi dijo, tras el encuentro con el Inter, que el chileno es parte importante del vestuario azulgrana.
No es la primera vez que el oriundo de San Joaquín aparece desde la banca y se roba las miradas y los aplausos. Este año ya le sucedió, nada menos que en el clásico ante Real Madrid, que en ese entonces era comandado por Santiago Solari. El 2 de marzo, jugó 20 minutos notables en la victoria de 0-1 del Barça en el Santiago Bernabéu (gol de Rakitic), en donde fue un bastión defensivo culé, tapando la banda izquierda merengue, que atacaba con Reguilón y el brasileño Vinicius. La prensa española lo calificó como poderoso y vibrante. Y lo mismo ocurrió el 1 de mayo en la semifinal de ida de la Champions ante Liverpool, donde cumplió una labor táctica notable, cerrando su actuación con un tackle deslizante en contra de Mané en área propia, que hizo que el Camp Nou estallara en un aplauso.
Otros días de gloria
Los estandartes de la Generación Dorada también han tenido actuaciones descollantes, aunque más atrás en el tiempo si de clubes se trata. Son los casos de Alexis Sánchez y de Claudio Bravo.
El golero de 36 años, que de momento debe conformarse con ser alternativa en el Manchester City, tuvo un desempeño consagratorio el 21 de noviembre de 2015, en un clásico Madrid-Barça por La Liga. El equipo de Luis Enrique aplastó 0-4 a los blancos en el Bernabéu, lo que trajo como consecuencia la salida de Rafa Benítez de la tienda merengue. Bravo se lució, atajando todo. Le impidió convertir a James (dos veces), Cristiano (dos veces), Benzema (dos veces) y Bale.
En el caso de Sánchez, hay que recurrir a su estadía en el Arsenal para encontrar una actuación de este tipo, considerando su escuálido registro en el Manchester United. Fueron muchas veces en las que el Niño Maravilla hizo gala de su apodo en Londres. Una de ellas fue el 3 de diciembre de 2016, cuando el equipo de Arsene Wenger aplastó 1-5 al West Ham. Alexis aportó con tres goles y una asistencia. Se llevó el balón para su casa, regaló su camiseta a un niño y los pasapelotas le pidieron fotos. Un crack.