El nuevo paso profesional de Paulina Vega
La tenismesista chilena deja España para jugar en la primera división de Austria. Mientras tanto, entrenará en Alemania preparando la clasificación a los Juegos Olímpicos.
Paulina Vega (36 años) dio un nuevo paso en su carrera profesional en el tenis de mesa. La chilena, quien hace tres años se dedica a tiempo completo a su deporte, firmó por el Sportunion Kufstein de la primera división de Austria, donde continuará desempeñándose mientras entrena en Alemania, al mismo tiempo que transita el camino rumbo a los Juegos Olímpicos de Tokio.
La tenismesista nacional, máxima exponente de su disciplina, deja atrás España, donde estuvo en clubes de Ibiza y Alicante, para recalar en Austria. Sin embargo, Paulina vivirá y entrenará en tierras germanas, a media hora de la ciudad austriaca en la que jugará. “Me lo tomo muy contenta. En España se portaron muy bien conmigo y estoy agradecida, porque me abrió puertas a nivel europeo”, dice Vega a La Tercera.
Hace tres años que Paulina dejó Chile y también sus funciones como kinesióloga en una clínica de Santiago, para dedicarse a tiempo completo a lo que siempre fue su pasión. Desde los seis años que juega tenis de mesa, pero cuando se fue a España dejó el amateurismo por lo profesional. Eso no significa que no tenga logros, pues en cada temporada ganaba o salía segunda de torneos sudamericanos e iberoamericanos. “Solo tengo la espinita de los Panamericanos”, confiesa la nacional.
Como en todo el mundo, el coronavirus cambió los planes que Paulina tenía para el 2020. El cambio, eso sí, resultó positivo para ella. Cuenta que estaba pronta a debutar en un torneo en Polonia, pero la pandemia obligó a cerrar fronteras y ante la imposibilidad de volver a España, se fue a Alemania junto a otros siete deportistas, seleccionados de Argentina, a encerrarse en el Tospin Sport Tischtennis. Allí pasó su cuarentena, mientras se gestaba su paso al profesionalismo austriaco. “La policía venía, miraba que estuviera todo en orden y se iban. Fue el mejor lugar al que pude llegar. Fue una emergencia, me apoyó la Federación y el Plan Olímpico”, dice la tenismesista.
“Mi rutina es vivir, comer y respirar tenis de mesa”, cuenta Paulina, quien entrena todas las mañanas, después hace análisis de video de partidos y jugadores, luego practica su servicio y tras eso, horas en la mesa. “Este tiempo ha sido bastante duro, porque como no hay competencias, hemos podido hacer muchos cambios, meter cargas y probar variaciones de paleta, que normalmente no es fácil entre tantos torneos”, añade.
La nacida en Concepción es una de las cartas para llegar a los Juegos Olímpicos con que cuenta su deporte. Es la más avanzada en cuanto a la clasificación femenina, pues marcha 75 en el ranking mundial y 16ª en el ranking olímpico. Ambos importan, pues solo pueden clasificar dos por país y el listado corre, es decir que si alguna nación ya tiene a sus participantes, sus compatriotas que sigan en el orden quedan fuera del sistema clasificatorio. Otra chance es ganando los selectivos latinoamericanos, que aún no tienen fecha. “Me ilusiono, pero no me quita el sueño como antes. Cuando perdí la clasificación a Londres me dolió mucha. Era la última plaza y perdí 4-3, como en el tie break. Quiero clasificar, pero dependerá de lo que haga día a día. Tengo que ganármela y para eso estoy más preparada que antes”, dice la nacional.
Hoy, Paulina se desempeña como profesional aprovechando las oportunidades que no tuvo durante su juventud. “Siempre tuve claro lo que quería, pero cuando tenía 18 años no se abrían las puertas como ahora. Las categorías menores de Chile pueden jugar en el extranjero, mis compañeros de selección están casi todos como profesionales. Es algo que antes era impensado. Los tiempos han cambiado”, dice la deportista. “Me gustaría ser un poco más joven y tener la madurez y experiencia de ahora, porque sacaría más provecho y me hubiese venido a Europa mucho antes. Pero no por eso dejo de luchar e intentarlo siempre”, añade.
Para llegar al profesionalismo, Paulina debió convivir con su carrera universitaria y el trabajo que después tuvo, mientras cumplía con las horas de entrenamiento que le exigía su beca Proddar. “Lo más difícil es ser resiliente, superarte cada día. Yo lo disfruto, me encanta. Es la clave. Mientras pueda hacerlo y tenga el apoyo, lo seguiré haciendo”, concluye Vega, una voz de mando del tenis de mesa chileno y hoy, profesional en Europa.
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