La segunda oportunidad que tenía un grupo de representantes de futbolistas para aprobar el examen que exige la FIFA para otorgar la licencia para operar terminó en un bochorno. En los estacionamientos de la ANFP, cuya sede sirvió de escenario para dar la prueba, se produjo una riña. Concretamente, Kormac Valdebenito, ex volante de Universidad Católica, las emprendió contra Daniel Behar, la mano derecha de Fernando Felicevich.

El primero reconoció a El Deportivo su participación en el incidente. Le propinó manotazos en el pecho a Behar, como una forma de reprocharle actuaciones que lo perjudicaron. “Estos tipos, en la actualidad, se andan cagando a gente. Esto pasa por La Serena. Ellos son los que administran el club. El señor Behar y el señor Felicevich se quisieron hacer los vivos conmigo. Los conozco desde los 2000, cuando eran peleles. Felicevich andaba con Pablo Lenci”, explicó. “Había que pararles un poquito la mano. Yo no me dejo a pasar por nadie. Eso ponlo clarito”, añadió.

El origen

Valdebenito habló con claridad de un perjuicio económico, aunque inicialmente no especificó de qué se trataba. Sin embargo, basta retroceder un par de años para encontrar la causa del enredo que terminó en una bochornosa actuación en la sede del fútbol chileno, en el marco de una actividad oficial que, por ende, tiene que ser informada a la entidad que rige al fútbol mundial.

A comienzos de marzo de 2021, Deportes La Serena aseguró el fichaje del volante Felipe Jaramillo, quien llegaba a Chile avalado por las actuaciones que había realizado en América de Cali. Antes, había actuado en Leones, con el que logró ascender a Primera División, y en Millonarios, uno de los equipos de mayor convocatoria en el fútbol cafetalero. En ese mercado, Valdebenito se había asentado con propiedad, lo que le permitió convencer al jugador de dar el salto hacia los granates, naturalmente con la promesa de mejorar sus expectativas económicas.

Cuando surgió la posibilidad de jugar en Chile, Jaramillo no lo estaba pasando bien. “Estaba muy complicado con las opciones para jugar y por eso tomé la decisión de buscar otros aires. Se pusieron dos propuestas sobre la mesa. La de Deportes Antofagasta y de Deportes La Serena y decidí optar por la mejor. La de La Serena me llamó muchísimo la atención”, explicó, en un diálogo con el programa Zona Libre de Humo. También daba cuenta de sus aspiraciones, en las que priorizaba lo deportivo. “Este año cumplo 25 y quiero tener continuidad. Me gusta jugar, competir por un puesto, estar entre los 11 titulares, siempre vigente. No me metí al fútbol para ganar plata”, explicaba.

Felipe Jaramillo, en un partido de La Serena, en 2021. (Foto: Agenciauno)

La apuesta, al menos desde el punto de vista individual, le resultó: disputó 24 partidos, 21 de ellos como titular. Acumulo 1.805 minutos en el campo de juego, no anotó y recibió siete amonestaciones. Desde diciembre del año pasado es jugador del Envigado.

¿Quién lo trajo?

En esa entrevista, el propio Jaramillo precisa cómo se produjo su acercamiento al fútbol chileno. “Desde el 20 de enero decidí desvincularme de mi agente y que Kormac Valdebenito me representara. Él fue quien me acercó con La Serena”, sostiene.

Valdebenito recuerda la operación. “Felipe Jaramillo pertenecía al América de Cali. Lo conseguí gratis y se los llevó transparentemente. En ese momento, hablaba con Behar y otras veces con (Martín) Ossandón. Al Melón (el apodo de Behar) lo conozco desde que le llevaba el bolso a Sebastián Rozental. Sé quienes son y cómo llegaron donde están. No lo cuestiono. Cada uno elige la fórmula. Todo estaba acordado. Traía un jugador del campeón colombiano a La Serena”, repasa.

El problema se genera al cobrar el servicio. “Cuando Jaramillo firma, me dicen ‘manda la factura’ y no contestaron más el teléfono. Y la factura tuve que pagarla igual. Por WhatsApp, Behar dice “ya trajo al jugador, no le pagamos”. Demandé y en todo les gané. Se ríen de las personas”, especifica para graficar la molestia.

En ese contexto, se separa de prácticas que, sostiene, han dañado la actividad. “A Ureña lo llevé a América y no cobré comisión para no dañar la operación. Lo mío es cuidar el fútbol. No represento a menores edad. Solo uno por puesto. Hace rato andan avasallando por el mundo. No contestaron el teléfono por un año y medio. Entonces, dejen de cagar el fútbol. Si yo le hubiese querido pegar, no se para de la clínica en dos semanas”, enfatiza. “No me enorgullezco de lo que hice, pero no me arrepiento. No fue una pelea de barrio. Los encaré bien fuerte. Yo los conozco. En algún momento compartí un asado con gente en común”, añade.

Agrega que el descontento con Felicevich y los suyos es generalizado. “El 99 por ciento de los que estaban ayer en el INAF querían hacer lo mismo que yo, pero no se atreven”, apunta. Y, finalmente, acata las consecuencias de su actuar. “Si tengo algo que asumir, lo asumo como hombre. Como si me cago a alguien y tengo que recibir un combo en el hocico por huevón, me lo como”, concluye.

Sigue en El Deportivo