De nuevo el mejor deportista chileno del año. Y en su segundo año como chileno. Y todo ello tras coronarse otra vez monarca mundial, aunque solo en una modalidad no olímpica, el arranque del reciente campeonato planetario de levantamiento de pesas de Asjabad (Turkmenistán). Y es que cuesta esfuerzo encontrar en Chile a un atleta de su nivel. Arley Méndez (24) sigue siendo apuesta segura, garantía inigualable de oro.
Su bagaje anual, sin embargo, no deja de ser menor al de la pasada temporada. No en vano, en el Mundial específico de Anaheim (California), celebrado en diciembre de 2017, y en su primera competencia de verdadera envergadura como deportista chileno, el pesista consiguió alzarse con la triple corona dorada en la categoría de 85 kilogramos (arranque, envión y total olímpico). Una performance majestuosa que en la encuesta de los mejores del año 2017 de La Tercera, no sólo le valió la distinción máxima (esta que hoy revalida), sino también el premio a la actuación más relevante del año. Una actuación que asomaba entonces como insuperable. Y que puede incluso que lo fuera.
Porque un año un después de su excluyente y asombrosa presentación, por la que fue también reconocido como el mejor de los mejores por el Círculo de Periodistas Deportivos de Chile, el levantador de pesas cubano (nacionalizado por gracia en mayo de 2017) volvió a ser elegido como el mejor exponente nacional del año por sus pares, pero no así como el de mejor desempeño, título que recayó esta vez, por tres votos de diferencia, en manos del rutilante Joaquín Niemann.
Dicho de otra forma, el peso específico de Arley -a tenor de los sufragios realizados por 100 destacados deportistas criollos de todas las disciplinas- sigue siendo mayor que el de cualquiera de sus compatriotas, pero sus resultados ya no pesan tanto como hace un año. Y eso tiene que ver, seguramente, con la esperanza que hoy despierta cada uno de sus pasos en el alto rendimiento y las elevadísimas expectativas que genera.
Y es que el potencial del halterófilo (sin ninguna duda la mejor y más firme carta de presea del país en Tokio 2020), su impresionante debut como chileno y su prodigioso margen de mejora, han multiplicado el nivel de exigencia del deportista (en primer término) y también del propio medio. Al fin y al cabo, al evaluar a un atleta con la capacidad del oriundo de San Cristóbal (Provincia de Artemisa, Cuba), es tan válido pensar que en Turkmenistán Arley ganó un oro, como resolver que perdió dos, esos que también colgaban de su cuello hace 379 días en Anaheim.
Un año casi perfecto
Tras la auténtica revolución que supuso su irrupción en el panorama deportivo nacional, en 2017, Méndez inició su nueva temporada con una sólida presentación en el Campeonato Panamericano de Santo Domingo (República Dominicana), donde llegó a establecer un nuevo récord en el total olímpico con 381 kg.
Sucedió en mayo, tan solo algunos días antes de su apabullante performance en los Odesur de Cochabamba, donde no tuvo rival y volvió a subirse al primer cajón del podio en el total olímpico, dedicando a su padre fallecido -y al pueblo chileno en su conjunto- tamaño paseo triunfal.
La hora de la verdad, sin embargo, llegó hace poco más de un mes, en tierras asiáticas. El cubano-chileno era el hombre a batir. Y fue batido en dos oportunidades. Comenzó su concurso en Asjabad de manera autoritaria, revalidando con un mejor intento de 169 kilos la presea dorada en la modalidad de arranque. Pero en envión, sin embargo, apenas alcanzó a ser séptimo, hipotecando todas sus opciones de volver a proclamarse tricampeón planetario. Acabó quinto, con una suma acumulada de 369 kilos en el total. Ocho menos que en Cochabamba. Nueve menos que en Anaheim. A 12 de su plusmarca panamericana establecida en mayo.
Un fantástico cometido, en cualquier caso, que ha derivado en nuevos reconocimientos, como el recibido la pasada semana en la gala del COCh al mejor atleta chileno; su elección como uno de los 50 Héroes del Deporte de La Tercera en la última edición del premio; o esta nueva distinción, la segunda consecutiva, entregada por sus pares en base a su rendimiento en 2018. Y que el deportista ha recibido sin perder su desesperante informalidad: evasivas constantes, palabras incumplidas, citas que programa y a las que nunca aparece...
Un año consagratorio para la mayor figura del Team Chile, que llega a apenas un año y medio de los Juegos Olímpicos de Tokio. Un acontecimiento al que el pesista, que cumplirá 25 años el 31 de diciembre, asistirá como el mejor representante en su disciplina de todo el continente. Y como el estandarte de un país de adopción al que Arley, el increíble, ha vuelto a levantar con sus conquistas.