Sobra explicar la forma en que se vive el fútbol en Argentina, la pasión que desborda los estadios y recorre las calles, los cafetines, los barrios, la mesa de los domingos. Por lo mismo, la convulsión que vive el país en estos días, a raíz de la suerte que corre su selección en Rusia, no debería sorprender tanto. Tampoco la tesis de que en el partido de mañana ante Nigeria, los argentinos se juegan más que la permanencia en la Copa del Mundo.
Por lo pronto, los trasandinos están divididos en torno a su mega estrella, Lio Messi. Todos quieren ver al 10 que juega en Barcelona y como este no aparece no son pocos los que ya perdieron la paciencia -en rigor, hace rato, sino desde siempre, el Messi de la selección está muy por debajo del que se luce en la liga española-. Los más críticos piden su salida y lo responsabilizan, además, de ejercer una influencia nefasta sobre quiénes son convocados a la selección y quiénes terminan saltando a la cancha. Hablan de que la Albiceleste es el club de amigos de Messi y, en este contexto, el hastío ha terminado por sepultar las intenciones de anteriores técnicos del seleccionado, como Alfio Basile o el Tata Martino, quienes nunca pudieron imponer sus términos dentro del camarín ante el poder de este club de amigos. A Sampaoli le estaría pasando lo mismo.
El casildense es otro punto de conflicto, con la diferencia de que nadie lo quiere. Los periodistas trasandinos aseguran que no da la talla, que no tiene ascendiente sobre sus jugadores y no le perdonan el que nunca haya dirigido en su propio país, cuestión clave para conocer la esencia y la realidad del fútbol argentino. Le critican todo: desde la estrategia para enfrentar los partidos hasta los cambios que ha dispuesto, pasando por los tatuajes en sus brazos. Sostienen que sea cual fuere la suerte de su equipo, el ciclo Sampaoli ya está muerto. Algunos incluso sostenían que no iba a dirigir el partido contra Nigeria y que hoy por hoy es solo una figura decorativa. Los candidatos para el relevo ya tienen nombres: Burruchaga, Gareca, Diego Latorre…
En medio de este clima de incertidumbre, el delirio también se ha instalado en la discusión y en los espacios mediáticos. Por ejemplo, en el programa No todo pasa, de TyC Sports, los panelistas guardaron un minuto de silencio por la selección tras la derrota ante Croacia. La idea generó una ola de críticas por desatinada e inoportuna.
Sin embargo, hay quienes han ido más lejos al ver una mano negra en medio de la desafortunada actuación albiceleste. La versión más disparatada que han recogido algunos medios es que Cristina Kirchner -la ex presidenta- habría entregado recursos al propio Sampaoli para que hiciera todo mal, con la idea de perjudicar a su archienemigo, el actual presidente de Argentina, Mauricio Macri.
Para colmo de males, la mayoría de los hinchas argentinos que están en Rusia están sufriendo con el alza del dólar en su país. Si hasta hace unos meses, la moneda estadounidense se cotizaba a 18 pesos, hoy está cerca de llegar a los 30 pesos, de ahí que la piensen dos veces ante de usar sus tarjetas.
Así las cosas, la aventura argentina, que antes de iniciarse prometía abrazos, goles y festejos, hoy es una mezcla de pesadilla e infierno, y aunque mañana puedan resucitar de la mano de un triunfo ante Nigeria, no es difícil suponer que pasará un buen tiempo para que puedan sacudirse de este mal momento y que Rusia marcará un antes y un después para la selección albiceleste.