El otro mundo
A comienzos del 2018 a la entrenadora de Santiago Morning, Paula Navarro, le avisaron que había una haitiana muy buena en Quilicura. Le bastaron unos pocos minutos para darse cuenta que era una jugadora revulsiva: fuerte, veloz, manejaba los dos perfiles, tenía desborde, cabezazo y gol. Roselord Borgella a sus 25 años había jugado en Estados Unidos y Corea, además de ser seleccionada haitiana. Y ahí estaba, de vacaciones, visitando a su hermana en el norte de Santiago. Navarro la contactó y pidió que fuera contratada de inmediato. Sesenta y cinco goles de Roselord más tarde y con el título de campeón nacional de fútbol femenino, apuntan a un pleno de la entrenadora.
Una historia que tuvo un final feliz, pero que demuestra muchas cosas del fútbol femenino a nivel mundial: se puede ser una superdotada, una crack en toda la expresión, y aun así vivir con recursos modestos y pasar de un país a otro a cambio de una ínfima mejora económica o el privilegio de tener a la familia cerca. Sólo dos ligas, Estados Unidos y Suecia, pueden ser catalogadas de profesionales 100%. El resto se baten como pueden, con un gran nivel de organización y competencia como la francesa o la china, hasta la dura subsistencia donde cohabitan la pobreza monacal con pequeños brotes de profesionalismo, que es el caso de la liga chilena.
Conversando con Joselyn Cisternas, defensa titular de Santiago Morning y ex seleccionada chilena, admitía que ellas, las jugadoras, piden muy poco. No aspiran a vivir del fútbol, ni siquiera a recibir un viático. Apuntan más abajo, apenas encima del mínimo: canchas de pasto natural para entrenar, implementos en buen estado, flexibilidad de horarios para ir a las prácticas. Lo que cualquier liga de barrio tiene.
Un porcentaje muy alto de jugadoras chilenas se entrena menos de tres veces a la semana. Algunas sólo llegan a jugar el fin de semana y ya. De lunes a viernes deben trabajar, estudiar, cuidar hijos… En esos días, como pueden, salen a trotar, hacen gimnasia y patean algún balón. No hay posibilidad de más.
La clasificación de Chile al Mundial femenino que realizará en Francia el 2019 ha sido muy celebrada. Lo mismo la gran respuesta de público y rating que tuvo el Sudamericano que se hizo en nuestro país. Las jugadoras saben que toda esa atención, aunque sea momentánea y al final sólo deje migajas, va a ser muy valiosa. Por lo mismo estaban tan conformes con las casi cuatro mil personas que llegaron el sábado pasado al Estadio Nacional para la final entre Santiago Morning y Palestino y que el partido se haya transmitido por Directv. Tal vez en la próxima final haya el doble de público y un poco más de presupuesto para los 26 equipos que juegan el torneo desde Arica a Puerto Montt. En una de esas, una gran marca decide auspiciar la liga. Para ellas, todo es un regalo.
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