Nicolás Castillo estuvo a punto de abandonar la Copa América por lesión, pero se arriesgó y se quedó. Recuperarse al ciento por ciento le iba a tomar dos partidos (Japón y Ecuador), pero cumplido ese plazo fue muy poco considerado por Reinaldo Rueda.
Para el técnico, Junior Fernández y Ángelo Sagal estaban primeros que el formado en Universidad Católica. Y lo demostró, ya que las veces en que ingresó el actual jugador del América de México fue siempre en los últimos minutos. Ni cuando Chile necesitaba ir con todo a remontar el resultado ante Perú fue una alternativa inmediata. Al contrario, recurrían a él solo al final.
Lo anterior no le agradó mucho al ex cruzado. Después de cada partido, era el primero en pasar por la zona mixta y, en silencio, subirse al bus de la Selección. Su semblante y su expresión jamás ocultaron su desagrado con la situación.
Después de más de un año de castigo para Eduardo Vargas, igualmente no pudo ganarle el gallito. Ni en el amistoso ante Haití, en La Serena, ni en el torneo de selecciones más antiguo del mundo logró ser más que el goleador formado en Cobreloa. Lamentablemente para él, perdió el gallito.
Si bien Vargas tampoco descolló, hizo tres goles contando el amistoso ante los caribeños en este proceso, además de ser certero en el penal de la definición ante Colombia. Su único punto negro: el penal a lo Panenka desperdiciado ante Perú, en las semifinales.
Una Copa América para el olvido tuvo Nicolás Castillo, quien aún no logra convencer a Rueda de que tiene las armas para ser el 9 de la Roja.