Es lunes 13 de julio y una noticia desata la ilusión de los deportistas nacionales. El gobierno anuncia el permiso excepcional para el regreso a los entrenamientos. En su hogar, Bárbara Hernández (34) se enteraba por mensajes y felicitaciones de sus conocidos. Todo hacía presagiar que volvía al agua, pero la ilusión de la nadadora de aguas gélidas se quebraba como un hielo ese mismo día, cuando ansiosa consultaba entre sus contactos si se encontraba en la lista. Dos días después, el miércoles 15, con un mínimo grado de esperanza, revisaba el listado ya publicado. “Esperaba una excepción”, cuenta; pero nada. Se quedaba sin permiso, encerrada, y entrenando en seco para su próximo desafío ya agendado. En un desahogo, la sirena de hielo da un grito de desilusión, desesperación, y de garra por lo que viene.
¿Cómo van sus meses desde que apareció la pandemia?
Esto me pilló terminando de hacer el cruce del canal Beagle. Algo inédito donde hicimos nueve kilómetros y medio, en el cruce ancho de la boca del canal. Era la primera vez que un nadador en el mundo lo hacía de esa forma. Tuvimos harta difusión y apoyo, y luego empezó la cuarentena y ya estaba en Santiago, con muchos cambios y pérdidas, como todo el mundo. Mis papás, que tienen local en Patronato, están sin trabajar hace meses. Mi pololo está cesante, y yo este año me dedicaba full a nadar. Soy psicóloga pero prioricé el deporte. Tenía carreras y cupos reservados hace muchos años, porque uno postula. Todo esto significó reagruparnos en la casa de mis papás, con mi tata enfermo, y haciendo todos juntos el aguante.
¿Entrena en casa?
Sí, nunca he dejado de entrenar. Es mi motor, mi sueño siempre fue ser nadadora. Mi entrenador, Gabriel Torres, es inteligente y asumió que no íbamos a volver al agua hasta septiembre u octubre, y planificó entrenamientos en seco. Eso significó aprender a equiparar un poco las cargas del agua, sabiendo que no hay nada que se le compare. Yo soy recoletana, no tenemos piscina en la casa ni nada parecido. Empezamos entrenando con kilos de arroz y harina. También una amiga me regaló una bicicleta estática, viejita, que suena mucho, pero puedo entrenar. Los entrenamientos son durísimos, de dos a tres horas diarias, más yoga.
¿Su próximo desafío?
Me decidí este lunes, con mi entrenador, mi fisioterapeuta y todo, aunque no tenga el permiso para ir a entrenar, que me voy a ir a nadar a Manhattan, a un maratón que son 47 kilómetros alrededor de la isla. Está dentro de lo que se reconoce internacionalmente como la triple corona de la natación de aguas abiertas, que es un reconocimiento que hace solo la World Open Water Swimming Association, que ningún chileno ha tenido nunca. Eso, sin haber metido un pie al agua en cuatro meses y lo más probable es que no lo haga hasta cuando nadie sabe. Me la voy a jugar así porque confío en el entrenamiento que hemos hecho en seco. La gente me ayudó comprándome rifas para que yo pagara la primera parte de esa inscripción el año pasado. Me están esperando con ese cupo, es a finales de septiembre y principios de octubre. Me la voy a jugar por la gente que ha confiado en mí, esta es mi forma de demostrar que a puro corazón las cosas son posibles.
¿Cree poder viajar?
Yo creo que sí, Estados Unidos no ha sido tan exigente. Lo que estamos evaluando es si voy a tener que hacer la cuarentena previa allá, que serían 15 días. Vuelos hay, lo que estamos viendo con la organización es lo de la cuarentena. Pero está el cupo, y nos quedan dos meses para prepararnos todavía.
Le hará falta el permiso que no le dieron…
Obvio, hace toda la diferencia. Debo ser la única persona en el mundo que está dispuesta a ir a andar un maratón en esas condiciones. Nosotros no nadamos con neopreno, son cruces súper peligrosos. El año pasado falleció un nadador porque la corriente te agarra y uno no sabe cómo reacciona. Son cruces uno a uno, va una embarcación y un kayak. Como equipo vamos a apelar a la experiencia, al corazón, la garra, la cabeza, y dar pelea. Pero obvio que necesito el agua y volver a la piscina, a la que sea. Entiendo y tengo claro que mi deporte no es olímpico, pero estoy haciendo historia en la natación chilena y soy reconocida internacionalmente. Acá en Chile me la he jugado proponiendo cruces nuevos, vamos a regiones, estamos pensando en los 500 años del Estrecho de Magallanes, en poder hacer un cruce inédito. Entiendo que mi deporte no es olímpico, pero es algo que no se ha hecho, que de verdad te abre el mundo de la natación a muchos jóvenes. Es algo que creo que me he ganado a puro pulso, garra, aguante, con el apoyo de mucha gente que ha decidido creer en mí.
¿Cómo fue enterarse que estaba fuera de la lista?
Me las lloré todas. Entiendo el reglamento, los olímpicos para mí debieron haber tenido siempre la prioridad, incluso mucho antes que el fútbol, pero bueno. Era mi esperanza volver, porque tengo estas carreras, y el circuito de natación de invierno empieza en noviembre y no se ha cancelado. Europa va a comenzar a competir, obviamente con las medidas de seguridad y qué se yo, pero el circuito está. Y soy campeona del mundo en natación de aguas gélidas y siento mucho que ahora no sea olímpico, pero tal vez algún día lo va a ser. Soy por tercer año consecutivo número uno del ranking mundial, y de verdad me he jugado la vida. No tengo un sueldo por nadar, esto es pura pasión al igual que otros deportistas, por el orgullo de llevar la bandera.
¿Cómo sobreviven ante la cesantía que afecta su hogar?
Mis papás tienen un negocio en Patronato y estamos vendiendo calzas, estamos moviéndonos. Hay algunas charlas que doy a empresas que me pagan, y juntando y vendiendo todo lo que salga. Es complejo, usando los ahorros que no hay y viendo qué cuentas pagar y cuáles no. Por ese lado me cuestiono. Yo pensando en irme a nadar con lo difícil de la situación país y lo mal que lo pasa la gente y nosotros mismos, pero es mi pasión. Es posible dar la pelea.
¿El 10% de las AFP sería un buen salvavidas?
Para mis papás definitivamente. Hemos seguido conscientemente todo lo que está pasando, porque mis papás son de ese gran porcentaje de los chilenos que no clasifican en nada. No tienen la ayuda mínima, no son millonarios, pero su pyme no clasifica para ningún tipo de ayuda. Obvio que el 10% podría ser un apoyo. Al final mi familia es la típica chilena que no clasifica para nada, no optamos a ningún tipo de beneficio para nada. Tengo una deuda de como 15 millones de pesos en la universidad. Familia chilena po', que está endeudada de créditos para poder vivir. Así de típico chileno somos, y no porque hagas malas inversiones, sino porque te sacas la mugre y nunca ves la retribución.
¿A qué federación pertenece?
Estoy como en el limbo porque mi disciplina es rara. Es como aguas abiertas, pero son maratones y nado en hielo; y como no es olímpico, no pertenece a la Federación Chilena de Deportes Acuáticos. Con la Federación Chilena Master de Natación nos acompañamos mucho más. Todo lo demás, sí he tenido el apoyo del ministerio, del IND. Tengo un presupuesto para este año que dedicamos full en carreras y me ayudaron a prepararme en este entrenamiento. Les agradezco eso para poder entrenar en casa y pagar por lo menos las cuentas más básicas y la comida. Pero el grueso de la ayuda es para carreras. No tengo beca Proddar ni nada de eso, yo solo pago competencias y me las ingenio como vivir. Hay muchos deportistas como yo que su deporte no es olímpico y son figuras. Ramón Navarro, triatletas, y muchos más.
¿Apeló para que la consideraran en los permisos?
Mandé una carta, literalmente rogando. La envié a la ministra, al subsecretario de gabinete, al jefe de gabinete. Me respondió la ministra. Dice que esperan poder ir incorporando más deportistas y que me consideran, que me tendrá al tanto.
Sin la carta, sumado a un desahogo que hizo en redes sociales, quizás se lo daban el otro año…
O nunca. Si hasta tener una pista en época normal me costó años, y fue a punta de medallas, reconocimientos en el extranjero y notas de prensa. El que persevera alcanza, dicen, y yo tengo aguante.
¿Su sensación?
Me siento triste. ¿Qué más tengo que hacer? Eso me preguntaba el día que me las lloré todas. ¿Qué debo hacer para que me consideren una nadadora de impacto o alto rendimiento? Ya no basta nadar al lado de un glaciar o ser una de las pocas personas en el mundo que lo puede hacer. Me la voy a jugar y quiero nadar los siete océanos, y quiero ser la primera persona sudamericana en hacerlo. Sumado a que me reconocen en todo el mundo. ¿Si eso no vale, qué más tengo que hacer? Eso me gustaría preguntarle a la ministra o a las autoridades.
¿Sus colegas de otros países ya entrenan?
Sí, están full entrenando. Aguas abiertas es lo primero que vuelve. Las otras nadadoras y otros a están volviendo, entrenando, adaptándose.
¿Qué hace para no perder la costumbre al frío en el cuerpo?
Duchas de agua helada, y tengo una cajita diminuta donde guardaba ropa que le meto hielo. No tengo nada más. Es súper importante aclimatar y volver al agua y mar. No puedo estar quejándome. Estas son las condiciones que hay, aparte de estar triste y todo, tengo que dar la pelea.
Ahora que ya planificó su regreso. ¿Le dan miedo los riesgos al no poder entrenar antes?
Obvio que sí. Cuando nadé el Beagle, donde la temperatura era extremadamente fría, tenía mucho miedo de desvanecerme. Nadar por tantas horas es un peligro. Estamos pensando en un maratón de nueve a doce horas continuas de natación, donde paras solo para la hidratación pero nadie te puede tocar ni nada. Me da miedo, anoche apenas podía dormir pensando en esto. La vuelta a Manhattan, pasar por debajo de todos esos puentes, con corrientes, oleaje, la temperatura del agua, que es sucia, me da miedo. Hay medidas de seguridad, pero sigue siendo un deporte extremo.