La renuncia de Eduardo Berizzo a la banca de la Selección derrumba, otra vez, la estructura de la Roja. No se trata, por cierto, de cimientos demasiado firmes. Con la decisión ya tomada, al punto de que este viernes se afinaban las condiciones de un finiquito que no involucrará indemnización para el estratega ni sus colaboradores, en Quilín se tomarán el próximo paso con calma. Nicolás Córdova asumió el desafío de dirigir al equipo nacional en su partido más inmediato, el choque del martes frente a Ecuador en Quito. Será la última actividad en las Eliminatorias hasta septiembre del próximo año, cuando otra vez habrá que cruzar los dedos: Chile visitará a Argentina y recibirá a Bolivia. Antes, eso sí, están la fecha FIFA de marzo y la Copa América. La gestión del DT se extenderá hasta el Preolímpico.
Inmediatamente después del paso por Quito, se abrirá el proceso. Lo liderará el gerente de Selecciones Nacionales, Rodrigo Robles. Lo natural es que se busque un entrenador que promueva una línea de juego distinta a la que proponía Berizzo, mucho más conservadora que la de su mentor, Marcelo Bielsa, la referencia que siempre han tomado en cuenta en Quilín. Una elección en otro sentido profundizaría las distancias con los hinchas.
Las cartas
Sin técnicos del ‘corral’ del rosarino disponibles, la intención es explotar entrenadores que hayan mostrado perfiles ofensivos y logros recientes. También que sean capaces de promover jóvenes, considerando el evidente desgaste de la Generación Dorada.
El plan inicial junta nombres que siempre han estado en el radar. Ricardo Gareca gusta. Es la prioridad, por su perfil ofensivo e irán decididamente por él. Su principal aval es el haber clasificado a Perú al Mundial de Rusia. También cautiva por su liderazgo. La contra, su rendimiento reciente: con Vélez Sarsfield, el último equipo al que dirigió, llegó apenas al 27 por ciento de rendimiento. Alcanzó a estar apenas 12 partidos en el club de Liniers. Y una más: un perfil polémico e inestable que en Quilín asocian a la última parte del ciclo de Jorge Sampaoli en la Selección.
También seduce la opción de José Néstor Pekerman. Formador por excelencia, en una trayectoria que incluye a figuras como Diego Maradona, Fernando Redondo y Juan Riquelme en Argentina y a Manuel Neira, Héctor Tapia y David Henríquez, en Chile, ha dirigido a Argentina a nivel juvenil y adulto; a Colombia y a Venezuela. Del país llanero salió por el desorden administrativo de la federación local. El perfil de su juego está lejos de ser vertical y vertiginoso: privilegia la buena elaboración. Sus escuadras siempre tienen un volante ofensivo de referencia.
Del medio local, aparece Gustavo Quinteros, campeón con la UC y Colo Colo y con experiencia en las selecciones de Bolivia y Ecuador ¿Qué le juega en contra? Su perfil confrontacional, sobre todo con la dirigencia. La de Colo Colo, por ejemplo, suele escuchar con regularidad su peticiones públicas de refuerzos. En Macul quieren que siga. “Es difícil trabajar tranquilo. No le recomendaría a Gustavo que vaya a la Selección. Además, quiero que se quede en Colo Colo”, puntualizó Alfredo Stöhwing, timonel de Blanco y Negro. También está la opción de Ariel Holan, pero en su contra pesa su magra última experiencia con Universidad Católica.
El dinero juega
El aspecto económico es crucial. Con un ANFP golpeada financieramente y que, para peor, recibe la indiferencia de los hinchas, el presupuesto disponible para el nuevo cuerpo técnico será parecido al que se destinaba a Berizzo y su staff: US$ 2,5 millones anuales. Cualquier rebaja es vista como una ganancia. Se ofrecerá contrato hasta el fin de las Eliminatorias, con renovación automática si se consigue la clasificación al Mundial.
La ANFP tiene tiempo, pero no margen de error para la crucial decisión El calendario de 2024, por cierto, no parece muy benévolo: además de los choques de septiembre, considera recibir a Brasil, visitar a Colombia y Perú y esperar en casa a Venezuela.
En Quilín dicen que no habrá apuros. Las primeras horas posteriores a la salida de Berizzo fueron destinadas a explicarla. Milad les ratificó a los presidentes de los clubes lo que se había expuesto en las horas anteriores: que nadie había presionado a Berizzo para que se fuera y que fue el rechazo del público el que motivó su drástica determinación. La presión había traspasado los espacios estrictamente laborales. “Decía que lo puteaban en todos lados”, grafica un directivo.