El 14 de agosto sucedió el terremoto más grande de la historia del Barcelona. En ese fatídico día para el mundo culé, cayeron 8-2 con el Bayern Múnich, en la burbuja de Lisboa, por la Liga de Campeones. El momento más vergonzoso para uno de los colosos de España. Ese sismo tuvo muchas réplicas, siendo una de ellas la posibilidad que planteó Lionel Messi de salir de la casa de toda su vida, con el famoso burofax. Aquello finalmente no pasó, pero nunca estuvo tan cerca la ocasión de ver al argentino con otra camiseta.
La derrota con los bávaros generó de inmediato la sensación del cierre de una época. Los experimentados quedaron en el paredón y solo algunos se libraron de los dardos. La necesidad de un cambio de folio se repetía en distintas voces y la responsabilidad recayó en Ronald Koeman, una gloria de la tienda azulgrana, para enrielar el rumbo. ¿Cambió tanto el Barcelona post 8-2? Un poco. Considerando el inicio de la temporada 2020-2021, hay algunas cosas nuevas en el equipo, pero también permanecen resabios de antaño.
No sustituyeron a todos los que se fueron. Es el caso de Luis Suárez. El uruguayo fue uno de los más criticados después del desastre de Lisboa y uno de los primeros a los que Koeman señaló no tener en cuenta. No obstante, el Barça no fue por otro 9. Nombres se dieron, pero no se fichó a ninguno. La alternativa que le quedó es el danés Braitwaite. Tampoco fueron en busca de alguien como Arturo Vidal. El bosnio Pjanic, como primera salida y de buen pie, es más alternativa de Arthur. A su vez, llegó el estadounidense Sergiño Dest para cubrir la banda, reemplazando a Semedo, vendido al Wolverhampton. Volvió Coutinho y Trincao y Pedri de a poco se ganan un lugar en la consideración del DT. Con 25,2 años promedio, son el plantel más joven de La Liga.
De momento, el 4-3-3 clásico de los catalanes ha quedado en el olvido. Desde los amistosos, Koeman instaló el 4-2-3-1. En cuatro de los cinco partidos oficiales, Messi se ha puesto en posición de 9. En el juego restante, Griezmann fue el centrodelantero (ante Getafe). Mientras tanto, el joven Ansu Fati, con otro estatus, incluso como seleccionado español, es el puntero izquierdo y le da gol al equipo. Lo que menos ha cambiado es la línea de cuatro defensas. La ausencia de Ter Stegen se explica porque el golero fue operado y está recuperándose.
Cuando Quique Setién estaba al mando, se reclamaba que el Barça había dejado atrás su estilo, ese ADN clásico de juego lírico. Hasta la fecha, el club es el segundo con más posesión de balón: 58,2%. Solo están detrás del Real Madrid (60,2%). Donde sí se impone el plantel culé es en la precisión de pases: 87,5%.
La primera gran prueba para Koeman y compañía será este sábado, en el gran clásico del fútbol español, aunque la globalización ha permitido que sea un clásico de alcance mundial. En el Camp Nou, el Barça recibe al Real Madrid (11 horas de Chile), un duelo que sirve para lavar heridas. Más allá de sus estrenos en la Champions, ambos vienen de caer en La Liga (con Getafe y Cádiz) dejando dudas. Y justamente en partidos de tal envergadura, las dudas no calzan. “Cuando llegas después de ganar 5-1 con un futbolista menos es para afrontarlo con mucha confianza. En cuanto al rendimiento del equipo no puedo estar más feliz”, dijo Koeman.
Por el lado merengue, Zidane es blanco de cuestionamientos luego de la derrota con el Shakhtar, en el estreno por la Liga de Campeones. La obligación de ganar es para ambos.