“Sueño con ganar un título de Grand Slam y convertirme en el jugador número uno del mundo. Esos son los dos objetivos principales que quiero lograr en mi carrera”, confesaba Dominic Thiem a La Tercera en octubre de 2018. En ese momento, el austriaco se enteraba de que Chile sería el rival de su país en el repechaje de la Copa Davis y ni siquiera imaginaba que la primera parte de ese anhelo la cumpliría con Nicolás Massú como su entrenador, precisamente el capitán del equipo nacional.
Finalmente, el nacido en Wiener Neustadt hace 27 años no jugaría esa confrontación por problemas de salud que lo obligaron a un reposo que le permitiera tener una regeneración completa. Un tiempo valioso, que le sirvió para ordenar sus ideas y tomar decisiones en relación a la conformación de su cuerpo técnico. En aquel entonces, el español Galo Blanco ya había dejado de ser su entrenador de giras para convertirse en director deportivo de la nueva Copa Davis, por lo que había una vacante que llenar con urgencia. En ese momento aparece Nico en la vida del entonces número ocho del mundo. “Justo se dio la Copa Davis en Austria y ahí se hicieron los primeros contactos. La idea es que fuera algo temporal, para ir probando cómo funcionaban”, recuerda Leonardo Zuleta, el mentor tenístico del viñamarino.
“Con Nicolás habíamos conversado hace unos tres años en su departamento acerca del futuro, él tenía entre sus prioridades tomar a un buen jugador, con condiciones y proyección importante, y llevarlo a los lugares donde estuvo y a los que donde siempre quiso estar”, agrega Nano, sobre los deseos del doble campeón olímpico, quien había tenido una breve experiencia con la estadounidense Christina McHale y que también estuvo colaborando con algunos tenistas juveniles rusos en Miami. Pero nada como la posibilidad de conducir a un jugador de la categoría de Thiem, que hasta ese momento era un gran jugador de arcilla, pero sin tanto éxito en pista dura.
“Sinceramente creo que tiene toda la energía y las ganas de todo entrenador relativamente nuevo en esta actividad. Thiem fue su primer jugador hombre en el circuito, le llegó la oportunidad, la aprovechó bien y tiene toda la energía de alguien que no tiene mucha actividad en Chile que lo ate. Tiene todo el tiempo del mundo para trabajar con este jugador; tiene todas las ganas, la fuerza, es joven y puede viajar muchísimas semanas al año al no tener familia. Tiene todas las virtudes para acompañar de la mejor manera a un jugador profesional”, apunta el argentino Gabriel Markus, quien dirigió a Massú en momentos destacados de su carrera.
El ATP de Buenos Aires de 2019 tenía como gran atractivo la presencia de Domi. Y la mayor sorpresa fue ver al Vampiro en los entrenamientos apenas unos días después de que el equipo chileno de Copa Davis eliminara a Austria en Salzburgo. Desde los resultados, las primeras semanas no fueron buenas, por lo que había que tomar decisiones. La primera, por petición del nuevo coach, fue contactar al preparador físico cubano Duglas Cordero. “Su incorporación fue clave, porque tiene una visión muy particular del trabajo físico y realiza ejercicios muy interesantes en arena. Además, había una tendencia de Thiem de jugar bien hasta cierto tiempo y después no terminaba bien el año”, explica Zuleta.
“En febrero del año pasado, estando en la gira de Sudamérica, me contacta Nico Massú y me pregunta qué posibilidades tenía de entrenar a Dominic, porque no estaba bien físicamente y necesitaba recuperarlo de una forma mucho más rápida y efectiva para potenciar a este jugador que es muy talentoso. Entonces, planteamos hacer un entrenamiento distinto, de modo que se reencantara con la parte física y con su tenis. Creo que la simbiosis del trabajo de motivación y expertise de Nico Massú, junto con lo que yo estaba empleando fue una dinámica muy buena. Después fuimos a Indian Wells, donde hicimos un bloque de entrenamiento, Dominic cada día fue mejorando mucho y la verdad es que llegó en muy buena forma al torneo. Lo demás fue historia y pudo ganar su primer Masters 1.000”, narra el PF.
La trayectoria de Cordero se remonta a Chile, a donde llegó en 2000 y permaneció hasta 2010. Comenzó en el Centro Médico Cubano y luego creó el suyo, donde preparó durante cinco años a Pablo y Luciano Quintanilla, además del team Rosselot, jugadores de fútbol, de golf y al equipo Old Mackayans, con el que fue campeón en 2004, para luego virar hacia el deporte blanco. “Empecé a trabajar en el tenis gracias a un proyecto con Alfredo Zolezzi, para rescatar y desarrollar a jugadores junior con gran talento, como Camila Silva, que llegó a ser número 7 del mundo en juveniles o Guillermo Rivera, que fue top ten; también estaban Ricardo Urzúa y Cristóbal Saavedra”, rememora.
Su relación con Nico, en tanto, tiene su origen hace un largo tiempo, cuando el viñamarino vivía la recta final en el circuito: “En 2010 me radico en Miami y me contacta Nicolás Massú para realizar unos bloques de entrenamiento. Y a pesar de que fueron sus últimos años de carrera, fue una gran experiencia trabajar con el Nico, conocerlo… Esa experiencia quedó grabada para él”.
En Estados Unidos, el PF se desempeñó con varios tenistas de renombre: Nadia Petrova, Francesca Schiavone y Fabio Fognini fueron algunos de los más destacados. “Cuando Nico me contacta para trabajar con Dominic, yo estaba con Fabio y él aceptó porque Dominic es una persona increíble. Me permitió entrenar y ayudar a Domi en ese mal momento en que estaba. Así que fue una linda experiencia”, puntualiza.
Uno de los puntos altos de su exitosa fórmula es el trabajo con los miembros inferiores para desarrollar la eficiencia en función de la velocidad y disminuir el cansancio. Se aplican diversos bloques de entrenamiento específico para el tenis durante todo el año y la pretemporada, donde combina el entrenamiento outdoor con los trabajos en cancha y gimnasio. “La idea es desarrollar y poner a punto al jugador y al mismo tiempo estimularlo y que tenga una gran motivación. Ya este año hicimos una muy buena pretemporada acá en Miami, que permitió que llegara de muy buena forma al Abierto de Australia”, resalta el profesional.
La recepción de Thiem hacia la exigencia del trabajo del cuerpo técnico es otra de las claves para su consolidación. “Para mí la mayor virtud que tiene Dominic es la capacidad de trabajar a una alta intensidad por un largo período de tiempo. Es un atleta increíble, que puede mantener esa intensidad tanto en la parte física como en la parte tenística. Además, es un jugador que entrena al cien por ciento y te entrega todo desde el punto de vista físico y técnico. Y siempre con muy buena disposición y motivación”, subraya Cordero.
“Tu pupilo va a ganar el US Open”
El debut en la burbuja neoyorquina no fue el más auspicioso. En el Masters 1.000 de Cincinnati, que excepcionalmente se jugó en Flushing Meadows, su vida fue corta. Perdió por un expresivo 6-2 y 6-1 ante el serbio Filip Krajinovic (32º). Con ese resultado, pocos imaginaban que un par de semanas después estaría cumpliendo uno de sus dos grandes sueños. Las condiciones, por cierto, no fueron fáciles, pues estaba sometido a las limitaciones propias del cordón sanitario. Aparte de Massú, su núcleo esta vez solo estuvo conformado por el fisioterapeuta Alex Stober y su amigo Lucas Leitner. A la distancia, mantenía contacto diario con Duglas Cordero y también con su madre, Karin.
“No estábamos durmiendo, porque casi todos los partidos eran en mitad de la noche en Austria y teníamos que hacer nuestro trabajo normal todos los días, así que puedes imaginar lo cansados que estábamos”, cuenta la progenitora. “Le enviaba mensajes de texto todos los días con Dominic a través de la aplicación WhatsApp, pero en realidad no había mucho de qué hablar, porque realmente vivían en una burbuja... No se les permitía salir y tenían todos los días el mismo ritmo…”, revela.
Gabriel Markus recuerda el vaticinio que le hizo a Massú: “Me acuerdo de que hace una semana le mandé un mensaje a Nico y le digo ‘tu pupilo va a ganar el US Open’, porque la verdad es que creo que es uno de los jugadores más completos, sacando a las cuatro leyendas famosas. Es un chico que juega fuerte, con alturas, que sabe o por lo menos intenta jugar con slice, variando el juego. Entonces, me gustó que un jugador así ganara el torneo. Y, por el lado emocional, me dio mucha alegría que Nico esté viviendo esa situación tan linda de estar en una final de Grand Slam. Cuando yo estuve con Nalbandián en la final de Wimbledon en 2002 fue una de esas sensaciones de las que no te olvidas más”.
Los momentos previos a la final ante Alexander Zverev estuvieron llenos de simbolismos. Karin Thiem cuenta uno bastante particular: “Dominic es el padrino de las águilas blancas de Austria, como parte de una gran campaña de la WWF, y un día antes de la final, una chica que trabaja para la WWF, en un parque nacional cercano, me envió dos fotos de águilas verdaderamente grandes volando alto en el cielo, algo realmente muy raro de ver por acá. Entonces, lo tomé como una gran señal y le envié estas fotos a Nueva York para desearle suerte. Y, como puedes ver, realmente se la trajeron”.
“La victoria de Dominic ha sido un mérito a todo el sacrificio, el esfuerzo y la constancia de él, que ha tenido unos años increíbles, un jugador de una gran trayectoria deportiva. Y solo le faltaba un gran título, que ansía cualquier jugador y, por supuesto, cualquier entrenador se puede sentir orgulloso. Creo que Nico y yo nos sentimos muy felices de que Dominic haya alcanzado un Grand Slam. Sin duda, esto queda para siempre”, complementa Cordero.
La madre de Thiem no tiene dudas de que su hijo llegará al número uno del mundo con el chileno. “Creo que ambos pueden conseguirlo juntos. Nico, con su experiencia, puede darle los mejores consejos”, plantea. Horacio de la Peña también cree que en ese desenlace. “Sinceramente creo que van a tocar el número uno. No sé cuándo, pero lo va a hacer. Todavía está un pasito debajo de Djokovic y Nadal, pero a la primera bajada que tengan, ahí va a atacar”, dice el Pulga.
Markus sentencia que el austriaco puede ser el próximo número uno del mundo, por decantación natural. “Posiblemente se mantenga entre los tres primeros durante un año o un año y medio más y después va a estar peleando el uno o el dos. Es un chico que, además de jugar muy bien, tiene buenas armas, buenas herramientas y un estado físico espectacular”, remarca.
Febrero de 2019 se ve tan lejano, pero solo han transcurrido 19 meses. Hoy, Thiem es el tres del mundo, tiene seis títulos más, entre ellos, un Grand Slam y un Masters 1.000, ambos en cemento. Así, su otro sueño, el de llegar a la cima, solo parece ser cuestión de tiempo.