Leonardo Gil está enfrentado a un profundo dilema. Hace un tiempo, el volante dejó de ser un indiscutido en Colo Colo. Los hinchas lo despojaron del cartel de indiscutible que se había ganado entre 2021 y 2023, producto de su participación en la obtención del título en Primera División, las dos Copa Chile y la Supercopa que el equipo que dirigía Gustavo Quinteros obtuvo en ese período. Hoy, la distancia es evidente. El Colo es, más bien, objeto de resistencia y hasta burlas. En el estadio y las redes sociales.
Paralelamente, en cambio, se las arregla para hacerse notar. Ante Junior, por ejemplo, los minutos que actuó le bastaron para meter una habilitación de gol que no terminó en las redes y para ejecutar el tiro de esquina que Maximiliano Falcón mandó a las mallas para concretar la clasificación alba. Ni así sus críticos más acérrimos encontraron razones para valorarle. Ese momento de felicidad grupal, por un lado, y de rareza individual, por otro, choca con una propuesta concreta para dejar el Cacique: lo pretende San Lorenzo. Y con efecto inmediato. El libro de pases en el balompié transandino cierra este jueves. Los Gauchos de Boedo tienen hasta la tarde para cerrar la operación.
El profundo dilema
Después de la victoria sobre el equipo colombiano, Gil abrió concretamente la posibilidad de partir. “Hay un interés de San Lorenzo, estuve ahí charlando un poco, pero la prioridad la tiene Colo Colo. Es mi casa, estoy feliz. Este club me ha dado muchísimo y yo me he entregado el máximo. Que sea lo que Dios quiera y lo que diga el destino”, afirmó luego del encuentro ante la escuadra de Barranquilla.
¿Prioridad para qué tendrían los albos? Para extender el contrato del mediocampista, que vence en diciembre. En esa materia, hasta ahora, no hay señales concretas. “Aún no he hablado con Colo Colo sobre mi renovación. Hay que esperar a ver qué pasa. Tengo contrato hasta diciembre, mi familia está bien en Chile. Hoy toca disfrutar porque hace mucho que venimos buscando esto, nos ha costado formar este grupo”, declaró el volante.
En Macul han afirmado que existe la intención de que se quede, pero en condiciones distintas a las actuales. Hoy, es el tercer jugador mejor pagado del plantel, a razón de $ 60 millones mensuales. Solo le superan Arturo Vidal y Javier Correa. Una extensión de su estadía sería por bastante menos. “El jueves (hoy) cierra el libro de pases en Argentina. Aún no se nada. Quedan dos días y ya veremos. En lo inmediato, estamos disfrutando. Me quiero quedar, pero vamos a ver qué pasa”, estableció tras el duelo ante el equipo cafetalero.
Un costo ajeno
Gil suma 144 partidos en Colo Colo. Ha aportado 21 goles y 27 asistencias. Llegó al Cacique en momentos complejos, con la finalidad de darle soporte a un equipo que en la temporada anterior había coqueteado peligrosamente con el descenso. En su arribo, su función era la de volante de contención. Por características, más bien un mediocampista mixto, de buena visión de juego y muy acertado en la distribución del balón. Con esas cualidades, de hecho, cosechó el reconocimiento de los seguidores albos, que hacía rato extrañaban un jugador de esas condiciones en una demarcación clave del campo de juego. Garantizaba salida limpia.
Sin embargo, esas mismas virtudes terminaron transformándose en su peor enemigo. Sin un especialista para labores más creativas (aunque luego ese rol lo desempeñó el peruano Gabriel Costa), Gustavo Quinteros optó por adelantar a Gil, quien se transformó en un virtual 10. En esa posición, las obligaciones son diferentes y las presiones también. De hecho, se suele tener a un volante rival permanentemente encima, como le tocaba asfixiarlo a él cuando ocupaba su puesto original. Aunque igualmente se las arregló para transformarse en un asistidor destacado, ya no estaba todo lo cómodo que pretendía.
Al término de esa campaña, de hecho, se sinceró con El Deportivo y admitió que el rol no le resultaba tan agradable como el anterior. “Yo creo que llegué jugando en mi posición habitual, de doble cinco. Un día, en una charla con Gustavo, me dijo que me iba a poner de 10, un poco más arriba y le dije que bueno, que si confiaba en mí, que tuviera un poco de paciencia, porque era algo nuevo para mí. Hice menos goles en este torneo, pero soy el máximo asistidor del Campeonato, así que ayudar al equipo desde otra posición para mí es muy satisfactorio, también. Era y es un reto para mí. Hay que seguir mejorando. Ojalá que sigamos de esta manera este tiempo en que estemos juntos”, expresaba, dando cuenta del período de adaptación.
Luego, profundizaba. “Yo creo que como nunca lo hice y lo hice ahora, hace un año, es un poco más difícil. Uno como jugador pone un poco en riesgo su prestigio, muchas cosas, pero cuando tiene un grupo de trabajo atrás, tiene un técnico que lo respalda, unos compañeros, uno pone todo y trata de seguir mejorando. Todos nos vamos a equivocar. He tenido partidos muy buenos y partidos no tanto, pero ya con esta edad digo que lo más importante es seguir trabajando igual, tener los pies sobre la tierra, tener calma. Todo pasa, lo bueno y lo malo”, sentenciaba.
Esa dinámica se mantiene hasta estos días. Los hinchas más furibundos hasta le mutaron el apodo: pasó de Colo a Cono. Los más analíticos, en cambio, reparan en la funcionalidad que ofrece, a lo que Almirón también le ha sacado partido. Cualidades que el mercado no suele ofrecer tan recurrentemente. Por eso San Lorenzo quiere sus servicios. Gil debe decidir si escucha a los haters o prefiere a quienes valoran su aporte.