El racismo vuelve a atormentar al fútbol europeo. Las manifestaciones discriminatorias vuelven a tomarse las canchas del Viejo Continente y sacan de quicio a los jugadores, algunos de los cuales se han transformado en víctimas de la repudiable conducta, una de las que la FIFA más ha intentado erradicar de los estadios en el mundo.
El brasileño Taison, quien defiende al Shakhtar Donetsk, no aguantó más. Hastiado de recibir insultos de carácter racial de parte de los seguidores del Dinamo de Kiev, después de haber cometido una falta, les realizó un gesto obsceno y luego tomó el balón y les lanzó un pelotazo a los aficionados. El acto le costó, por un lado, la expulsión inmediata y, por otro, le valió muestras de apoyo hasta de sus rivales.
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Días antes nomás, en Italia, el delantero Mario Balottelli protagonizó una situación similar. En pleno partido entre su escuadra, el Brescia, y el Hellas Verona, Super Mario se hartó de manifestaciones similares a las que recibió Taison, y también lanzó la pelota hacia las gradas. El partido se detuvo. Los jugadores de ambas escuadras se acercaron a apoyar al delantero.
"No soy distinto a otros jugadores que han vivido lo mismo. El problema, aquí, es que soy italiano", declaró Balotelli para intentar explicarse los ataques. "Estamos hablando de unos cuantos estúpidos, pero ahí están", agregó. Y manifestó, también, que su afán no era generalizar: "Yo no acuso al Verona, sino a esos que han hecho lo que han hecho. Y no eran pocos, porque los pude oír desde el terreno de juego".
En octubre se había producido otro caso: cánticos racistas de parte de los hinchas de Bulgaria obligaron a detener en dos oportunidades el partido frente a Inglaterra, por la Zona A de las eliminatorias para la Eurocopa 2020.
Una corriente
El comportamiento no es casual. En Italia, por ejemplo, en relación al caso Balotelli, autoridades políticas vinculadas a la extrema derecha intentaron justificarlo. Matteo Salvini, ex ministro del Interior, por ejemplo, declaró en un tenor igualmente repudiable. "Un obrero vale como diez Balotelli juntos", dijo a la prensa peninsular. Y el también ultrderechista Luca Castellini, líder de la hinchada del Verona, agregó: "Balotelli es italiano porque tiene la nacionalidad italiana, pero no podrá ser nunca completamente italiano".
En ese contexto, medios como La Gazzetta dello Sport han intentando llevar algo de cordura. "Balotelli es un italiano auténtico", tituló en su edición del martes. Y le dedicó el editorial a apoyar al delantero: "El racismo en el fútbol ha dejado de ser una triste vergüenza da estadio y se presenta por lo que es. Una cuestión política y nacional". En ese escenario, se cuadra con el ariete: "De parte de quién está la Gazzetta está claro. Nosotros estamos con Mario".
"El poder de persuasión de un periódico deportivo, por mucha autoridad que tenga, es limitado. Para nosotros, cada vez que arrancan unos abucheos desde una curva –da igual si los que gritan son 10 o 1000– quien pierde es el deporte, con su gran belleza y los valores de civilización que representa. Lo demás, pertenece a la política, en la que no entraremos por estatuto. Cada uno, en materia migratoria, que piense lo que quiera según su conciencia. Para quien esté leyendo la Gazzetta, solo una pequeña prueba: ¿Acaso no molesta la palabra negro en forma despectiva?". Y concluye: "¿De verdad que no puede existir un negro italiano?".
En Chile
Ni siquiera Chile parece ajeno al fenómeno. Hace dos semanas, Bernio Verhagen, delantero holandés nacido en Surinam, dejó Audax Italiano acusando haber sido víctima de tratos discriminatorios de parte de sus compañeros quienes, naturalmente, niegan algún comportamiento ofensivo.
El club instruyó una investigación interna para determinar si efectivamente se produjo algún comportamiento irregular, aunque sus referencias públicas a la situación se han limitado a la emisión de dos comunicados en los que descarta la ocurrencia de esas prácticas.