El reclamo por Byron Castillo no sirvió para nada. Chile no irá al Mundial. Lo tendrá que ver a distancia. Por la televisión, como se dice en términos futboleros. Sin estar involucrado en la principal fiesta deportiva del planeta. La Comisión Disciplinaria de la FIFA entregó la resolución relativa a la denuncia que presentó la federación que preside Pablo Milad en relación a la participación irregular de Byron Castillo en la selección de Ecuador en las últimas Eliminatorias y ratificó lo que se había producido dentro de la cancha: el combinado del Guayas, que había terminado en la cuarta posición en las Eliminatorias, será el último de los sudamericanos en participar. El repechaje lo disputará Perú, que a última hora fue incluido en la controversia, ante la posibilidad de que se clasificara directamente. El equipo de Ricardo Gareca tendrá que bregar por su opción en el campo de juego.
El equipo jurídico encabezado por el abogado Eduardo Carlezzo había sido el encargado de ejecutar el reclamo, basado en la infracción a los artículos 21 y 22 del Código de Disciplina de la organización que dirige al fútbol mundial. En resumen, la postura chilena apuntaba a que el futbolista no era elegible por la escuadra que adiestra Gustavo Alfaro, dado que, en rigor, su nacionalidad era colombiana y no ecuatoriana. Los argumentos parecían ser lo suficientemente convincentes. Para todos, menos para los ecuatorianos y, claro está, para los encargados de dictaminar el caso. De todas formas, aunque a nivel del fútbol el expediente queda técnicamente cerrado, aún queda una instancia de apelación en la FIFA y, finalmente, el TAS. Todas las partes involucradas habían dado luces de que recurrirían a ellos si la determinación no les favorecía.
Un trabajo que no bastó
A comienzos de mayo comenzó a urdirse la estrategia que, en alguna medida, permitiría soslayar el fracaso deportivo de un proceso que habían liderado Reinaldo Rueda y Martín Lasarte. En esa fecha, después de analizar los argumentos que ya estaban siendo revisados por Carlezzo y sus colaboradores, se inició la operación El staff daba cierta seguridad: era el mismo que había liderado la investigación que permitió obtener por la misma vía los puntos de la confrontación ante Bolivia, en las Eliminatorias para Rusia 2018, por la participación antirreglamentaria de Nelson Cabrera. Esa vez, aunque el veredicto pareció positivo, el desenlace de las clasificatorias terminó jugando en contra de la Roja, pues terminó clasificando a Perú.
El trabajo de Carlezzo, que ahora parece insuficiente, fue exhaustivo y extenuante. Primero, porque los plazos exigían una rápida acción, considerando la cercanía del repechaje e incluso la del propio Mundial. Y luego, porque la recolección de información tampoco asomaba como algo fácil, dado que se hacía indispensable recurrir incluso a los archivos de las autoridades ecuatorianas para sustentar la denuncia.
Fue en el marco de esas indagatorias que comenzaron a surgir elementos que se transformaban en indicios claros respecto de que Castillo no era un jugador elegible para Ecuador en el momento en que fue incluido en los encuentros de esa selección. Principalmente, inconsistencias en los documentos de inscripción de Castillo que, por ejemplo, daban pistas de que había sido registrado en un lugar distinto respecto del que había nacido. En Ecuador habían surgido las mismas sospechas, en 2016. Sin embargo, en esa oportunidad, las autoridades le permitieron contar, al menos, con la identificación respectiva. En Chile postularon que esa declaración no terminaba con las dudas respecto de su verdadera nacionalidad. Formalmente, también se cumplieron todos los requisitos para que la FIFA, al menos, ingresara la denuncia y se abocara a una profunda revisión de los argumentos presentados por Chile. El 9 de mayo, la entidad que preside Gianni Infantino acusó recibo de la presentación nacional.
Lo que vino después fue una espera que se hizo eterna y que, por cierto, fue elevando el nivel de tensión en ambos países. Incluso en un tercero, Perú, que fue añadido por la FIFA como parte interesada, considerando otra posible vía para la resolución: la descalificación ecuatoriana, que había conducido a que corriera la lista y que, por ende, los incaicos hubiesen clasificado directamente y que Colombia disputara el repechaje. En Chile, Carlezzo y la ANFP insistían en que ese no era el camino correcto. Ni menos el favorable. Preferían ilusionarse con la aplicación literal de la norma a la que aludían. En sus cálculos, la que le iba a permitir a la Roja disputar el Mundial.
Este martes, el encargado de conducir la ofensiva chilena mostró sus cartas. En una conferencia ofrecida en la sala de plenarios de la ANFP, ofreció cada una de las pruebas que había enviado a la FIFA. La documentación, que incluyó hasta un certificado del bautismo del jugador en Colombia, con una identidad distinta a la que ocupa actualmente, pero con los mismos padres, parecía profusa y, sobre todo contundente. La FIFA , finalmente, concluyó otra cosa. Y por esa y otras razones que explicó en su veredicto, terminó por cerrarle la puerta en la cara a la ilusión. Como en la cancha, en las oficinas Chile también se queda sin Mundial.