El rehén de Rueda
"Resulta incomprensible el atasco. Sobre todo por parte de la ANFP, que hace unas semanas quiso despedir al técnico y no se atrevió por falta de tesorería, y ahora pretende hacer negocio con su partida. Como se lo tenga que comer de vuelta, verán qué risa".
El entrenador español sin trabajo más cotizado, de esos que se supone está buscando Francis Cagigao para la Roja, desconocidos para la ANFP pero con cartel en el fútbol, ya tiene trabajo. Marcelino García Toral entrenó ayer mismo con el Athletic de Bilbao, como en su día Bielsa, así que habrá que seguir buscando. Si es que Reinaldo Rueda finalmente se va de Chile, claro, que todo es posible en la salida (aún presunta) más surrealista de la historia del fútbol moderno.
Da la sensación de que el anuncio del 31 de diciembre fue únicamente un arrebato de la federación chilena para no terminar merendada en su ultimátum. Para que no quedara mal y débil la posición de Pablo Milad, que aseguró con rotundidad que antes de fin de año estaría resuelto sí o sí el sudoku de Rueda, qué se habrán creído estos. Pero van cuatro días de 2021 y el inquilino del banquillo sigue siendo don Reinaldo, que se apresuró a desmentir enseguida el humo blanco vendido por la ANFP (aunque también negó hace tres años su llegada a Chile desde Brasil y todo estaba bien cosido y cerrado). El gallito de quién marca los tiempos lo gana el profesor colombiano.
La ANFP no quiere contar con Rueda, que sí encaja en el banquillo vacío de Colombia, y Rueda está como loco por salir de Chile. Una triple afirmación indiscutible que debía volver todo más fácil, una invitación a una ruptura normal, rápida, civilizada. Nada que ver con el concepto rehén que tanto escoció en el final de Sampaoli. Pero el guión esta vez se ha superado. Y cuando todo parecía solucionado, y anunciado, resulta que en verdad está aún enredadísimo. Por el dinero, por supuesto.
El disparate se lee más o menos así: 1. Chile dice que el técnico ya está fuera, a cambio de un cuarto de su cláusula de rescisión unilateral, pero no ha pactado ni con él ni con Colombia. 2. Rueda se ve lejos de Santiago, pero no ha negociado la liberación de su cláusula de rescisión (US $ 2,23 millones si se va él y entrena) y no está dispuesto a perdonar lo que aún le adeuda la Roja y que esta pretende usar ahora como moneda de cambio (la parte comprometida a devolver de los dos sueldos que aceptó cobrar a la mitad durante la pandemia, la mensualidad de diciembre y premios; sumando todo, medio millón de dólares más o menos). 3. Colombia da por hecho que ya cerró con el técnico, con permiso de Milad, pero no ha hablado con este el precio de salida y no quiere pagar traspaso. La estrategia para el acuerdo es insólita y revolucionaria desde cualquiera de las partes. Un retrato redondo de cómo hacer mal las cosas.
Todos ansían acabar, pero al mismo tiempo sacar ventaja. Ganarle unas monedas a una resolución que desde todas las ventanillas han gritado que aprueban, desean y hasta necesitan. Y así es muy difícil hacerse tanto el duro como el rehén. Con todas las cartas boca arriba es de ilusos jugar de farol. O de insensatos. Cualquiera que de un paso atrás se hace una faena a sí mismo y todos lo saben. Por eso resulta incomprensible el atasco. Especialmente por parte de la ANFP, que hace unas semanas amagó con despedir al técnico (el DT exigía íntegra la indemnización de la que hoy se desentiende) y no se atrevió por falta de tesorería, y ahora pretende hacer negocio con su partida. Como se lo tenga que comer de vuelta, verán qué risa. El show es delirante, pero sigue todavía.