El martes las calles de Buenos Aires estaban abarrotadas. Una marea de gente se fue reuniendo desde la madrugada con el fin de encontrar el mejor sitio posible para ver el bus que traía a los campeones del mundo junto al trofeo.
Según las autoridades transandinas, cerca de cuatro millones de personas se reunieron a lo largo del recorrido que tenía como punto cúlmine el Obelisco. Pero producto del éxtasis y el desborde, esto no se pudo llevar a cabo con el objetivo de proteger a los jugadores y a los propios hinchas.
Después de que un hincha saltara desde un paso sobre nivel al bus y otro cayera del vehículo, las autoridades decidieron cambiar los planes y llevar el vehículo a la Escuela de Cadetes de Policía Federar para tomar unos helicópteros que los llevaron de vuelta al complejo de Ezeiza, no sin antes sobrevolar el centro de la ciudad.
Uno de los inesperados protagonistas de esto fue el piloto Daniel Barzola de la Prefectura Naval, quien fue el encargado de llevar en un helicóptero a parte de la delegación.
“Fue sorpresivo porque cuando me llaman yo había ingresado a mi casa, había estado de guardia y ya empezaba mi franco. Me llaman y me dicen ‘Daniel, ¿dónde estás? ¿Te podés pegar la vuelta? Venite ya que tenemos que salir en dos helicópteros de manera urgente’. Yo me imaginé que había pasado algo, un accidente en algún barco o isla, o en el río. Y le pregunté qué paso y un poco en broma y un poco en serio me dice ‘Tenemos que rescatar a los jugadores de la selección’”, relató en declaraciones que recoge La Nación.
Tras ello reflejó su emoción, pues la tarea habitual de Daniel es otra. “Nosotros tenemos aeronaves para rescatar personas muy malheridas con miembros amputados o alguna afección severa, o intervenimos en accidentes graves o en grandes incendios como los de Córdoba en donde sacamos a gente muy grave, en la lucha por su vida”.
Pero en esta ocasión su tarea fue llevar a Nahuel Molina, Gonzalo Montiel, Enzo Fernández, Nicolás Tagliafico y otros miembros del cuerpo técnico.
“Nosotros (los pilotos) estábamos entre llevar el trabajo lo mejor profesionalmente posible y contener lo emocional, porque somos humanos, y ellos se subieron al helicóptero con total soltura”, contó.
“Estaban muy felices, Enzo agarró un teléfono y empezó a hacer un vivo, nos hacían chistes, otro se colocaba un casco y los auriculares, charlaban con nosotros, fue muy ameno”, explicó.
Una vuelta olímpica especial
Además, comentó que en los planes estaba contemplado llevar a los seleccionados hacia el centro de la ciudad de Buenos Aires para sobrevolar el Obelisco.
“Nosotros fuimos a hacer un recorrido a modo de vuelta olímpica y ellos se asombraron por la cantidad de gente que había, si bien sabían que había bastante por lo que iban viviendo desde el bus, no era lo mismo verlo desde el helicóptero. No podían creer la cantidad de gente que había en todas partes. Decían ‘uh mira ese’, ‘mirá allá’ y levantaban la mano como queriendo saludar”, reveló.
Por último, aclaró que el sobrevuelo se realizó a 150 metros de altura, lo mínimo a lo que podían llegar por motivos de seguridad. “Llevarlos fue un honor muy grande”, cerró.