Al término de la primera rueda, Santiago Wanderers parecía condenado al descenso. El equipo de Valparaíso no solo era el único colista de la tabla. Tampoco había sumado triunfos. Sin embargo, en los últimos cuatro duelos renació: le ganó consecutivamente a Unión La Calera, Cobresal, Ñublense y Universidad de Chile. Ahora registra 14 puntos y, aunque sigue cerrando la tabla, al menos ve la salvación como una posibilidad concreta. Mañana visita a Melipilla. En el puerto se ilusionan. Reviven.
La historia del fútbol chileno ya sabe de estas remontadas. La que más se parece a la que podrían conseguir los wanderinos la protagonizó San Felipe en 1973, una época en la que la victoria adjudicaba dos unidades. Los aconcagüinos ganaron seis partidos en línea, redujeron siete puntos de desventaja quedando 12 por disputarse, y mandaron al ascenso a Universidad Católica. Los cruzados solo sumaron dos puntos en el mismo período.
En Valparaíso recalcan que la misión aún no está cumplida, pero el segundo aire les permite extraer algunas conclusiones. “Hay varios aspectos, rendimientos que se han elevado. La llegada de Ronnie Fernández ha sido muy importante. Estábamos escasos en ofensiva y Ronnie nos dio otra cosa. Además, es muy apegado a los jóvenes y ejerce mucha influencia con ellos. Hubo jugadores que se recuperaron de algunas lesiones, lo que influye bastante también. Y lo fundamental es que recuperamos la confianza. Estábamos muy lejos de tenerla. Había presión, nervios antes de cada partido. Eso era terrible para un equipo joven”, explica el técnico Emiliano Astorga, a la hora de evaluar la milagrosa reacción. En el vestuario se reordenaron los liderazgos. Fernández asumió la capitanía, que le cedió Mauricio Viana.
Astorga llegó a comienzos de julio a afrontar una tarea que, entonces, parecía titánica. Sin embargo, siempre mostró la convicción de que era posible. Ya había pasado por el club con éxito. En 2014 incluso peleó por el título. Ese conocimiento se transformó en su principal aval. “Los chicos saben lo que hice antes y eso genera confianza, credibilidad”, sostiene.
El bono de la discordia
En el intertanto, el club experimentó un cambio clave: el retorno de Reinaldo Sánchez a la presidencia del club, después de adquirir el 60 por ciento de la propiedad del club. El dirigente, junto con ratificar al entrenador, puso sobre la mesa un tentador estímulo para el plantel: un bono de $ 240 millones por la salvación. El entrenador y sus dirigidos, lo miran con distancia. “Me avergüenza que digan que hubo un cambio de actitud por un estímulo millonario”, declaró Fernández a La Tercera hace algunas semanas. Astorga refuerza la idea. “Lo del bono ni siquiera lo he tocado con el plantel y trato de que en las charlas no se hable de eso tampoco. Nuestro compromiso es sacar a adelante a Wanderers. Por Valparaíso. Nunca he tocado el tema. No es lo correcto. No es lo que siento. El rendimiento actual pasa por el orgullo, no por el premio”, enfatiza.
La búsqueda de explicaciones para la remontada tiene un componente futbolístico clave. “El sistema que comenzamos a trabajar se condecía con los jugadores que teníamos en ese momento. Lo han entendido bien. Hemos podido causarles daño a los rivales”, sostiene el estratega. Otro elemento clave, según el técnico, es la estabilidad en la formación. “Cuando sumamos con La Serena empezamos a tomar otro aire, a tener un equipo estable. En estas cuatro fechas han jugado casi los mismos, salvo por las lesiones de Dani González o Víctor Espinoza”, recalca.