Sus ojos brillaban. Desde que el bus que trasladaba a Coquimbo ingresó al estadio Monumental, hasta que se retiró del reducto albo, la mirada de Esteban Efraín Paredes Quintanilla estuvo marcada por la emoción.

Y cómo no estarlo si el David Arellano fue su segundo hogar por casi una década y allí logró la inmortalidad al convertirse en el máximo goleador de la Primera División del fútbol chileno. Por lo mismo, apenas piso el reducto de Macul, comenzaron los homenajes.

Funcionarios e hinchas se agolparon en la zona de camarines para saludarlo y no pudo dar ni un paso, sin que alguien le estirara la mano o gritara su nombre. Ya una vez en el vestuario, se le comunicó que había un tributo preparado para él y se le pidió que no ingresara junto a sus compañeros, para darle una sorpresa.

Fue entonces, cuando Gabriel Suazo, Esteban Pavez y Matías Zaldivia -integrantes del plantel del Cacique que más compartieron con él- lo fueron a buscar y lo escoltaron hasta el llamado Túnel de los Campeones, para mostrarle las fotografías que recordaban lo mejor de su paso por el Popular.

Allí estaban los goles que le hizo a su eterno rival, Johnny Herrera, en los Superclasicos, el gol 216 con el que alcanzó el récord ya mencionado, la estrella 30 que consiguió tras su paso por México y esa comunión que tiene con la hinchada que celebró sus 198 goles con la camiseta del elenco mapuche.

FOTO: KARIN POZOAGENCIAUNO

Tras ello, y al subir las escaleras que dan a la cancha, el Tanque se encontró con un pasillo conformado por funcionarios y jugadores del elenco blanco y dos integrantes muy especiales: sus hijos Vicente y Esteban. Todos ellos vestían una camiseta negra con el 7 en la espalda y la frase que marcó la jornada, “De Vuelta a Casa Leyenda”.

Palabras que también fueron proyectadas en la pantalla gigante del coloso de Pedrero y que acompañaron la ovación que el público le rindió en el minuto siete de juego y que fue tan estruendosa que traspasó los micrófonos ambientales de la transmisión oficial de TNT Sports.

FOTO: KARIN POZOAGENCIAUNO

Pero esas no serían las únicas emociones que viviría el hombre que alguna vez fue apodado como Visogol, pues se llevó una polera de Colo Colo enmarcada que le recordará este día, la imagen de un lienzo con su nombre que se colgó en la zona en la que se ubica la Garra Blanca, la frase que escribieron en los bombos y las miles de camisetas y globos que mostraban su dorsal.

FOTO: KARIN POZOAGENCIAUNO

Además, también podrá recordar la segunda ovación que recibió cuando ingresó en el inicio del segundo tiempo, por Álvaro Ramos, y “Pareeeeeedes, Pareeeeeedes” que le dedicaron en mas de una ocasión. Si hasta muchos se preguntaron que habría pasado si el nacido en Cerro Navia metía el tiro libre que le tapó Brayan Cortés a los 78′ o ese toque sutil en la única falla que tuvo la defensa local en los 81′.

“El recibimiento de mis compañeros, de la gente, de los funcionarios, fue muy emotivo”, fue lo primero que dijo en los micrófonos del canal del fútbol. Luego agregó “fueron muchas las alegrías que viví acá y estoy muy emocionado por la gente, que se portó muy bien conmigo. Es hermoso lo que hoy sentí, no lo pensaba, no lo esperaba y estoy muy agradecido”.

Acto seguido ratificó que esta era la última visita que realizaba a la cancha que lo consagró como futbolista, pues el retiro está cerca. “Lo dije antes, voy a pensarlo. Vienen otra generaciones y he jugado bastante. Muchas veces con harto dolor, por lo que me sentare con mis hijos y mi familia a conversar del tema”, concluyó.

Y así se fue. Con toda la gente vitoreando su nombre y con sus ojos llenos de emoción.

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