Fue un partidazo. Rafael Nadal (4°) nuevamente hizo historia en la Philippe Chatrier. Venció en un duelo de antología a Novak Djokovic (1°) y apretó el puño en un nuevo episodio de la rivalidad más intensa que ha visto el mundo del tenis. Al final, victoria por parciales 6-2, 4-6, 6-2 y 7-6(4) que lo deja entre los cuatro mejores del Abierto de Francia, con la ilusión de levantar su título 14 en París más viva que nunca.

Hoy Roland Garros se vistió de gala. El torneo de polvo de ladrillo más importante del mundo, sabía que tenía un asunto histórico en su cancha principal. Las dos raquetas más icónicas de la última década (y por qué no de la historia) se medían frente a frente. Iba a ser el enfrentamiento 59 entre ellos y el décimo en la tierra naranja de París. Pero no era un duelo cualquiera en esta rivalidad. Era quizás una chance definitiva para enmarcar la historia. Nadal lo había dicho en la previa: “Puede ser mi último partido aquí”.

Y el autor de aquella frase pareció entrar más metido en la cancha. Fue una sensación que se vio ya en los primeros paleteos. El español buscaba con derechas cruzadas y con golpes profundos dejar en claro que él iba a comandar. Djokovic intentaba contrarrestarlo con su elasticidad y defensa. Pero el quiebre del manacorí llegó en el primer juego del partido tras 10 minutos de ardua pelea.

Esa sensación de protagonismo fue una tónica en el primer parcial. Nadal con muchas revoluciones, aprovechando las últimas horas de luz y una derecha sublime, fue trabajando un primer parcial que tenía cada vez mejor pinta para él. Quebró nuevamente en el 3-1 y quedó a tiro. Con dos quiebres a su favor (en parte debido a porcentajes de primer servicio muy bajos de Djoko) el balear manejó los tiempos y apretó el puño al cerrar el parcial por 6-2. Una muestra de intenciones, pero al mismo tiempo solo un detalle dentro de una batalla que iba a ser mucho más larga. Y es que punto a punto el titular de partidazo iba escribiéndose con letras más grandes.

Pero para Nadal ganar el primer set no era suficiente. Recordaba que en 2021 había comenzado igual y el encuentro se le había escapado lentamente. Por eso salió como una fiera en el segundo. Quiebre de entrada, servicio a favor y nuevo quiebre. Fueron unos minutos en donde quedó 3-0 y en donde jugó un tenis total. Pero pese a eso, el serbio no botó el set. Se recompuso de forma casi milagrosa y tomó un protagonismo endiablado. Atacó con su revés y presionó cada segundo servicio del 13 veces campeón.

Momento para enmarcar el juego donde Rafa estaba 3-2 y servicio. ¡El juego duró 15 minutos! Por eso el quiebre del número uno del mundo fue mucho más que un quiebre. Fue un cambio de paradigma. Con ese impulso logró llevarse el parcial por 6-4 y dejar todo igualado. Nole gritó con fuerza, Nadal inevitablemente tuvo un flashback del partido que jugaron el año pasado en esa misma pista.

Por eso lo que se vio en el tercer set fue muy extraño. Cuando todos pensaban que el de los Balcanes iba a aprovechar que la presión estaba sobre su rival, el rey de la arcilla le pasó por encima. Fue de forma rápida y sin piedad. Casi obligándose al hecho de que no podía volver a darle vida a su némesis.

Tuvo un alza en su servicio y movilidad, cerrando el set por 6-2 con mucha comodidad. Todo lo vivido en el segundo set, las dudas y la remontada, quedaban atrás. Muy atrás. De forma inapelable el manacorí, mandaba un mensaje fuerte. La fiera estaba suelta e iba por su gran rival.

Pero este partido fue una batalla de nunca acabar. La historia la escribieron a pulso de sudor y sangre y en un escenario soñado como es la Philippe Chatrier, aquello no iba a cambiar. Nadal remontó un 5-2 en contra y logró romper el sueño del serbio de poder alcanzarlo en la lucha por los grandes. En la mesa de los 21 Grand Slams, Rafa sigue siendo el único hombre invitado. Lo hizo en un tiebreak de película, donde estuvo 6-1 pero que recién abrochó con el 7-4.

Así la película llamada “Nadal vs Djokovic” tiene nuevos datos. El español acorta distancias y queda 29 a 30 en el frente a frente, además de ampliar su ventaja (8-2) en el Slam francés, un torneo donde tiene un récord de 110 victorias contra solo tres derrotas.

Ahora espera a Zverev, pero eso es tema aparte. Lo de hoy fue único y el mundo del tenis se remonta a eso. En una nueva jornada donde los súper humanos se enfrentaron en el rectángulo de 24 metros de largo, el tenis celebró. Nadal también, porque sigue vivo en su torneo, porque la 14 sigue con la llama encendida y porque volvió a demostrar que es el mejor de la historia.

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