El secreto mejor guardado de Christiane Endler, capitana de la Selección y figura en el debut en el Mundial de Francia, más allá de la derrota de Chile ante Suecia, tiene directa relación con su evolución como futbolista y también con su futuro. También habla de inquietudes que traspasan los límites de las canchas en las que la arquera del Paris Saint Germain se ha ido consolidando, con total propiedad, como una de las mejores arqueras del mundo.

Endler se ha especializado más allá de sus obligaciones como futbolista en ejercicio. De hecho, si se decidiera por dejar de jugar, ya mañana podría ejercer una nueva función, estrechamente relacionada con su ocupación actual, para la que se alistó hace largo tiempo. "Entre 2013 y 2014, la guardameta realizó dos cursos en el Instituto Nacional del Fútbol, INAF: los de preparador de arqueros en los niveles Iniciación y Alto Rendimiento", revela Iván Contreras, quien fue parte del cuerpo de profesores que le impartió clases. La malla curricular contempla distintas materias. Entre ellas figuran, por ejemplo, Fisiología, Metodología, Neurociencia y Reglas de Juego.

En los cursos, Endler estaba acompañada por Romina Parraguirre, también seleccionada por esos días. A partir de esa formación académica,  podría ejercer perfectamente tal función en un equipo profesional masculino o en uno femenino.

Contreras va más allá. Dice que esa inquietud por perfeccionarse se ha traspasado directamente a su juego. "Maneja muy bien los fundamentos técnicos y eso se nota cuando uno la ve jugar, por la técnica que tiene y por las decisiones que toma", sostiene. Y agrega: "Fue visionaria en su desarrollo deportivo. Nos pasa mucho que los arqueros que toman estos cursos se preguntan por qué no los tomaron antes, que llegan a convencerse de que les hubiese servido mucho para sus respectivas carreras. Lo más probable es que Tiane esté aplicando lo que aprende. Se ve que su lectura de juego es distinta. Va un paso adelante. Ella entiende por qué y para qué".

Otro factor importante es que el actual entrenador de la Selección femenina también, José Letelier, también fue arquero. El Pulpo se formó en Colo Colo y fue uno de los jugadores cedidos por el Cacique después de la tragedia aérea que sufrió Alianza Lima en 1987.

Altas calificaciones e inquietud

La portera aprobó con altas calificaciones. Contreras recuerda que su afán por saber más la distinguió de sus compañeros. "Siempre estaba investigando, preguntando, quería saber más. Uno, como profesor, solo puede incentivar a ese tipo de alumnos. Fue lo que hicimos con Tiane", explica.

El preparador, vinculado a Universidad Católica, ya conocía con largueza el perfil de Endler. La había dirigido en sus comienzos en el fútbol. "Tengo una muy buena impresión suya, porque trabajé en la Sub 17 y en un Mundial con ella. Tiene condiciones naturales. y fue adquiriendo rápidamente los conocimientos. Siempre ha practicado deporte, lo que hace que sea muy coordinada. Tenía muchas facilidades para aprender detalles técnicos como las tomadas, las caídas,  los desplazamientos. Los cursos fueron reforzando todo eso que ya traía", dice.

En el proceso, y considerando las condiciones que mostraba Endler, se llegó a pensar en incluirla en una categoría masculina.  "Cuando era Sub 16, cumplía con todos los parámetros que se le exigen a un hombre: estatura, fuerza, le pega muy bien al balón", explica.

Incluso, en otro afán por complementar su juego, Endler y sus entrenadores exploraron otra posibilidad: transformarla en ejecutante de tiros libres, al estilo de José Luis Chilavert, Rogerio Ceni y René Higuita. Incluso Claudio Bravo llegó a marcar un gol por esa vía, aunque no persistió. "Vimos el tema de los tiros libres para incorporarlo a su juego. Que los lanzara. Quizás más adelante se anime, porque tiene una muy buena pegada y muchas ganas de aprender. Y eso facilita todo".

Con todo, Contreras resume que para que haya adquirido el nivel que llevó a la FIFA a catalogar su desempeño como El Show de Endler, confluyen dos factores: sus indiscutibles condiciones y su permenante deseo por ser mejor.