Matías Zaldivia fue uno de los principales focos en el Superclásico. La previa a la versión 193 del trascendental duelo, que terminó en un empate entre albos y azules, preveía un protagonista notorio. Y claro, el defensor, que hasta hace unos meses era uno de los máximos referentes del Cacique, pasó sin escala al Chuncho.
El zaguero finalizó su vínculo con el elenco de Macul y recaló a la vereda del frente. El técnico Mauricio Pellegrino aprobó su llegada, a pesar de los cuestionamientos de la parcialidad universitaria, y encontró en él un puntal para la defensa. El nacido en San Isidro ha tenido rendimiento ha sido sobresaliente, lo que lo ha llevado a consolidarse como una de las figuras de la U en esta temporada. Hoy, lo demostró una vez más.
El ambiente fue hostil desde el inicio, tal como se esperaba. De hecho, fue peor. El bus del conjunto laico sufrió con el lanzamiento de objetos contundentes, los que provocaron evidentes daños al vehículo. También, en la transmisión de TNT Sports señalaron que el camarín que el Cacique le otorgó a la U no estaba aseado, por lo que los utileros azules debieron adaptarlo.
Si bien la situación no era dirigida principalmente a Zaldivia, era un anticipo de lo que se venía en su regreso al Monumental. En la bajada del autobús se escucharon las primeras pifias e insultos al jugador, los que también se replicaron en su presentación por los parlantes del recinto deportivo. En esa línea, desde la hinchada del cuadro popular imprimieron billetes con el rostro de zaguero y la palabra “falso”.
Aún faltaba para el inicio del partido, pero la parcialidad colocolina no tardó en vociferar cánticos en contra del actual futbolista universitario y en recordarle su pasado con la camiseta alba: “Zaldivia, c..., en Pedrero te dimos de comer”.
Tensión absoluta
La salida de los equipos a la cancha desató la euforia de los asistentes. La hinchada alba entregó el aliento correspondiente para su escuadra y los signos de la ferviente rivalidad para los azules, que fueron alentados por la reducida parcialidad universitaria que recaló al recinto de Macul.
Zaldivia, en conjunto con el capitán Luis Casanova, se encargaron de comandar la última arenga antes del pitazo inicial. El hecho reflejó el rol que cumple el otrora jugador del Cacique dentro del camarín laico, pues se convirtió en un líder gracias a su avezada trayectoria y experiencia.
El trámite fue tenso, propio a un partido de estas características. Esto se tradujo en un duelo deslucido en cuanto a lo futbolístico. Los errores, provenientes de ambas partes, no propiciaron un contexto ideal para desarrollar un encuentro atractivo en lo deportivo, valga la redundancia, porque en lo emocional no dejó indiferente a nadie.
Así lo vivió Zaldivia, que recibió pifias en cada intervención larga que tuvo en sus pies. El defensa estuvo atento a la marca y se anticipó en los constantes pelotazos que buscaban la ofensiva alba. Junto a su compañero en la zaga, se encargó de despejar el peligro del área azul. La tónica para los cuatro centrales fue la misma: reiterados despejes, pues, aunque suene evidente, nadie quería perder.
El zaguero demostró su rol en el campo. Fue el encargado de liderar la defensa, de encabezar los reclamos con el juez Christian Garay y de defender a sus compañeros. En ese sentido, el jugador se enfrascó en una discusión con Jhordy Thompson sobre el cierre del partido. En un partido sin mayores figuras, Zaldivia fue uno de los más destacados y mostró nuevamente un gran desempeño, aprobando en el hostil regreso al Monumental.