La fiesta de Matías. Esa era la consigna ayer en el Monumental, donde después de 13 años el hijo pródigo volvió a su casa. Sin embargo, el público no acompañó como podía esperarse. Es cierto que el 14 del Cacique volvió a recibir una ovación, tal como el día de su presentación. O dos. Una cuando fue presentado como refuerzo, y la otra al inicio de la segunda fracción cuando Mario Salas lo mandó a la cancha y sentenció su retorno formal al equipo albo. La locura fue total. Lo hizo con la jineta de capitán. Estuvo 26' en la cancha. Lo reemplazó Carlo Villanueva. El brazalete pasó a Carlos Carmona. Se abrazó con Mario Salas, a quien pifiaron por la decisión, que estaba planificada. Y la gente empezó a dejar el estadio, donde las camisetas con el apellido y el número del mediocampista se agotaron. Algunas fueron lanzadas al utilero del Cacique y volvieron firmadas por Fernández, el rey de la jornada.
Una presentación sobria, sin grandes estridencias y que incluyó un par de números musicales fue la tónica de una jornada familiar, cuyo plato de fondo fue el amistoso que enfrentaba a Colo Colo y la Selección Sub 23, que se prepara para el Preolímpico de Colombia.
Uno a uno, los jugadores del Cacique fueron subiendo a una tarima. Primero lo hicieron los antiguos. Ahí el aplausómetro fue ampliamente favorable para el capitán Esteban Paredes, quien juega su última temporada como futbolista. Luego, fue el turno de los refuerzos. César Fuentes fue recibido con aplausos, mientras que Leonardo Valencia y Miguel Pinto recibieron tímidas pifias, que posteriormente fueron mutando en palmas. No hubo tapado, pero tanto Aníbal Mosa como Harold Mayne-Nicholls confirmaron que se están ultimando los detalles con el centrodelantero que tanto anhela Mario Salas. Lucas Viatri sigue en carpeta, aunque en Blanco y Negro manejan más nombres para el puesto.
Pero el momento estelar, qué duda cabe, era de Matías Fernández. Para él fue la mayor ovación. Se le vio emocionado en el túnel antes de ser presentado, momento en que el estadio se puso de pie para aplaudirlo y cantarle: "¡Matigol, Matigol; dale, Matigol!".
Emocionado y acompañado de sus hijos, el mediocampista subió para recibir el cariño de la gente y también el del capitán, quien desordenó la fila para ir a abrazarlo . Una segunda dosis después de la que recibió hace dos semanas, cuando fue presentado ante más de 10 mil hinchas en esa misma cancha.
Pese a ese cariño, a Mati le gusta cultivar el bajo perfil. En su llegada al estadio, optó por bajar discretamente del bus. Lo hizo de los últimos y saludó solo cuando la prensa lo requirió.
Al salir a la cancha, a segundos de iniciar el partido, nuevamente cayó otra ovación. La gente se puso de pie para aplaudirlo en su trayecto a la banca. Ingresó caminando y conversando junto a Williams Alarcón, quien lo observaba con admiración, mientras el 14 saludaba en dirección a todos lados, con una sonrisa de oreja a oreja. Bajó con cuidado el escalón que da a la banca y se sentó con Alarcón. Pero la ilusión del juvenil fue interrumpida cuando le reclamaron el puesto. Finalmente, logró acomodarse a la derecha de Mati, quien a su izquierda tiene a un viejo conocido, Carlos Carmona. Ambos miraron tranquilos e intercambiaron palabras en el juego.
La cercanía del otrora Mejor Jugador de América con los más chicos no es casual.En los días que lleva en el Monumental, se ha dedicado a conversar mucho con ellos. Ayer les palmoteó el hombro a todos los juveniles que ascendieron al primer equipo. Por otro lado, saludó a todos quienes lo aplaudían, como los niños que se acercaban detrás del acrílico que separaba el césped de las graderías.
De los nuevos jugadores, Valencia y Fuentes ingresaron entre los 11 titulares. Matías partió desde la banca y jugó poco, como estaba previsto. Igualmente, los aplausos fueron para él.